Hatajo de Negritos (Perú)
El Hatajo de Negritos es una danza afroperuana bailada por más de
treinta niños y adultos varones que se unen en una gran coreografía en honor al
Niño Jesús y donde hay mucho zapateo. En esta danza se aprecia una mixtura
cultural, ya que se cantan melodías pentatónicas andinas, con versos de
villancicos españoles y el zapateo rítmico de ascendencia africana. El Hatajo
es bailado no solamente por negros, sino también por mestizos, cholos y zambos.
Esta danza se encuentra vigente en el departamento de Chincha, pero se sabe que
se practicó en otros lugares hasta hace cinco décadas. Los preparativos
comienzan en los últimos días de noviembre. El Caporal Primero se encarga
de entrenar a su cuadrilla, integrada por doce personas. Un Caporal puede
preparar hasta tres cuadrillas, pero asesorado por un Caporal Segundo y Caporal
Tercero. La indumentaria de los Negritos de El Carmen y demás pueblos de
Chincha en la actualidad, es muy vistosa. Consiste en pantalones blancos y
camisas de colores, además de botines negros. Como atuendo llevan una banda
sobre la camisa, a la que van cosidos muchos soles de plata agujereados como
espejos, lentejuelas y cascabeles. Se cubren la cabeza con una especie de
gorro, que al igual que la banda, lleva monedas y espejuelos. Otras cuadrillas
llevan, en lugar de gorros, un penacho de plumas coloreadas, teñidas de rojo,
azul, verde y otros colores. Cada negrito lleva una sonora campanita en cada
mano, pero en la diestra llevan además un chicote. El Caporal no utiliza
campanitas sino un chicote más grande que los demás.
La Danza de Pallas es la versión femenina del Hatajo de Negritos.
Ellas llevan vestidos claros y velos de tul, con bastones multicolores
simulando que son azucenas. Las Danzas de Palla acompañan al Hatajo de Negritos
durante las celebraciones de Navidad. Cada cuadrilla de Pallas está integrada
por niñas en edad escolar. Con mucha anticipación a la Navidad, cada negrito
busca a su padrino, persona relativamente solvente, que se encarga de facilitar
al ahijado el traje y accesorios que usa. Durante las fiestas, los padrinos se
limitan a aplaudir a sus ahijados y a obsequiar con monedas a las Pallas. Ya en
las calles del pueblo, por proceder de distintos barrios y haciendas, los
negritos de cada cuadrilla llevan una banda del mismo color. Todos los años,
los danzantes salen el 24 y 25 de diciembre y vuelven a hacerlo el 6 de enero.
Recorren El Carmen para rendir homenaje a Melchorita, una religiosa iqueña que
cuidaba de los pobres y enfermos. Los Hatajos cantan y bailan acompañados por
guitarras y violines. El ritmo lo marcan los cascabeles, monedas y campanitas
que portan los danzarines, reforzados por sonajas. En las cuadrillas de Chincha,
el sonajero es un bailarín humorístico que se disfraza de La Vieja, y reparte
pastas, chicha y refrescos entre los niños, a la vez que recolecta el dinero
que le donan los espectadores. El zapateo como instrumento musical, es la
característica más destacada del Hatajo de Negritos y de las Pallas. Cerca de
las doce de la noche del 24 de diciembre, Pallas y Negritos se aproximan a la
iglesia del pueblo por diferentes calles de la ciudad entonando villancicos.
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