Desert Blues (Mali, Níger, Libia, Argelia)
Sabido es que el Blues se originó debido al lamento de los negros explotados y traídos como esclavos desde el África hasta las Américas. Durante siglos los afrodescendientes afincados en el nuevo mundo vivieron, generación tras generación, vidas enteras de amargura y condiciones infrahumanas.
A fines del Siglo XVIII, todos esos
años de sufrimiento se transformaron y encontraron una vía de escape en el
lenguaje de las emociones, un lamento en forma de canto contra la tiranía
llamado Blues. Los Tuareg o “los que hablan tamashek” son nómades del
Sahara, deambulan por el desierto más grande del mundo desde el Atlántico hasta
el Mediterráneo. No son árabes ni musulmanes, son bereberes originarios, es
decir, resultado de una mezcla milenaria de distintos pueblos y tradiciones del
norte de África. Algunos historiadores aseguran que son descendientes de los
antiguos Garamantes, un próspero reino de la antigüedad que se desarrolló entre
los siglos VI a de C. y VIII d de C. El
pueblo bereber se extiende desde las islas Canarias hasta Egipto. “Berebere”
viene del arábigo y significa “bárbaro”, pero para los Tuareg tiene otro
significado: “hombre libre”. Los Tuareg desarrollaron su propia escritura,
denominada el “tifinagh”. Como en el desierto no podían sembrar, se volvieron
nómadas, errantes de secanos y arenales entre dos océanos. Con el tiempo se
adueñaron de las extensas sabanas y controlaron las rutas comerciales,
ocasionalmente capturaban negros y los hacían sus esclavos, mientras unos se
dedicaban al pillaje y la piratería de ingenuas caravanas que intentaban cruzar
las estepas, otros se ocupaban de explotar las abundantes minas de sal de los
alrededores. Fueron expulsados de sus tierras durante la conquista de los
árabes, en el año 700. En el siglo XI fueron reconocidos como pueblo diferente
“con hombres vestidos de azul que usan velos en la cabeza y sobre la boca”.
Desde entonces han sufrido el destierro continuo por otros reinos e imperios.
Durante el Siglo XVII se dio inicio a la colonización de África con el Primer
Imperio Colonial Francés, un proceso que tendría su máximo cenit a mediados del
siglo XIX en un periodo conocido como el Nuevo Imperialismo o La Repartición de
África, a partir de aquel instante, los Tuareg, exiliados en sus propias
tierras, tuvieron que adecuarse a las temperaturas extremas y modificar sus
hábitos, comprender el orden sobrehumano que regula el desierto y ajustar su
comportamiento en consecuencia.
Con Francia llegó la última ola de la
Revolución Industrial, autos por camellos, carreteras sobre arena, máquinas
para las minas y rifles contra espadas. Los Tuareg fueron obligados a
desplazarse hacia el norte, situación que se agravó con las guerras
independentistas cerca de los años 50. La República de Malí fue la última en
liberarse del yugo francés en 1962 y con su independencia terminó el sueño de
una nación autónoma para el pueblo Tuareg, relegados al último rincón
nororiental del país, bordeando la frontera con Argelia y Níger. Desde ahí, los
Tuareg realizaron varios levantamientos armados buscando la independencia de su
nación llamada Azawat. La represión más sangrienta sufrida por su gente data de
1973 contra el gobierno del dictador Moussa Traoré, que los obligó, por un lado
a dispersarse y vagabundear como ilegales en los países vecinos y, por otro, a
unirse al llamado del coronel Gadaffi, que ofreció a los guerrilleros Tuareg
campos de concentración y práctica en Libia para su guerrilla. Es alrededor de
los años 70 en las plazas principales y las zonas pobladas de Malí, Argelia,
Níger, Libia y Burkina Faso que se vio por primera vez a jóvenes Tuareg
haciendo percusión con cajas viejas e improvisando guitarras con cuerdas para
pescar, mezclando la tradición de su música milenaria con el overdrive de
guitarras eléctricas que salían de los parlantes de la modernidad. Al igual que
en los inicios del Blues, los Tuareg, como los afro explotados en tierras
desconocidas, volcaron sus frustraciones y penas en una fusión de sonidos
imposibles y transformaron la conciencia de un pueblo oprimido en música, una
música que la industria llamó “Blues Tuareg”.
La mayoría de los
expertos coinciden en que Tinariwen es el germen del Blues Tuareg, formado
precisamente en los campos de concentración de Gadaffi en Libia, los Tinariwen
se conocieron en Tammariset, Argelia, pero fundaron las bases de su revolución
musical cuando eran guerrilleros y eran vistos sobre las dunas del Sahara con
un rifle kaláshnikov colgando de un hombro y una guitarra eléctrica en el otro.
Los Tinariwen
se presentarían por primera vez en 1983 en un festival en Argelia, y desde
entonces comenzaría la leyenda. Sobre las arenas se contaban historias y
hazañas de unos rebeldes rockeros con turbantes, que escribían con sus
guitarras eléctricas en clave de Blues las páginas más hermosas de la
historia del pueblo Tuareg. Desde la costa atlántica del Sahara occidental
hasta el oasis de Siwa en Egipto, de caravana en caravana, de mano en mano,
sorteando la censura en varios países, circulaban como reliquias ancestrales
cintas de cassettes con su música y su letra con anhelos de libertad, generando
en el tiempo otras bandas de importancia para el movimiento, como la legendaria
Terekaft
que significa “Caravana”, salida de los mismos Tinariwen (que quiere
decir “Los Desiertos”), o la moderna Tamikrest, que se traduce como
“Unión”. También está el ya consagrado guitarrista “Bombino” Omara Moctar y
la primera banda Tuareg liderizada por una mujer: Les Filles de Illighad de
la guitarrista Seidi Ghali, ambos nacidos en Níger. Con elementos de la música
marroquí y del Raí argelino, el Blues Tuareg tiene una base
percusiva del norte de África, arábigas más que negras, instrumentos nativos,
una guitarra distorsionada claramente influenciada por Jimi Hendrix y la
delicadeza del primer Reggae de Bob Marley, una
delicadeza casi jazzera.
El Blues Tuareg es un canto del
desierto, música de trascendencia espiritual y letras en busca de la
emancipación como reflejo de la conciencia de un pueblo que ha sufrido
demasiado. Aparte de Hendrix, Marley y el escocés Mark
Knopfler, guitarra principal de Dire Straits, el Blues
Tuareg le debe mucho al estilo del legendario blusero malíense Alí
Farka Touré, quien fue el primero en mezclar con éxito los sonidos del
norte africano con la dominante guitarra anglosajona del Blues de los 70. En los
últimos años, los músicos Tuareg son invitados habituales a grandes festivales
en Europa como Coachella y Glastonbury, la industria musical ya los ha
absorbido como uno de los últimos y genuinos movimientos de un género en
decadencia: el Rock. Hoy los Tuareg habitan un territorio en el norte de Malí,
obtenido tras la última rebelión en enero del 2012, proclamaron su
independencia en la ciudad de Gao como su capital, y aunque el aporte Tuareg al
mundo de la música es cada vez más reconocido en todo el globo, hasta la fecha,
Azawat no ha sido reconocida por sus vecinos ni por ningún organismo
internacional. Y en un mundo moderno marcado por la competencia y los límites
geográficos, donde las riquezas del suelo son la fuente de la supervivencia,
una cultura a la que le han arrebatado su territorio, sin tierras ni fronteras,
incapaz de desarrollar costumbres propias, corre el riesgo de dispersarse y
desaparecer para siempre.
Fuente:
Mezclar guerra con blues uf! Curioso y digno de estudio. Pienso que la música de Mali es superior a la del resto de África,hay un montón de grupos y suenan muy bien. Un saludo!
ResponderEliminar