Dance (España)
En Aragón (España) se denomina Dance (a veces escrito Danze), a una representación teatral popular, en donde ocurren la danza y la pastorada, el mimo y la poesía como elementos integrantes de la misma, en la que hay diálogos entre pastores, moros y cristianos, pugnas entre el bien y el mal (ángel y el diablo), recitado de romances y de la que forman parte las danzas con palos, espadas, arcos y cintas.
Es un elemento característico del folklore
aragonés, aunque varía de manera significativa entre un lugar y otro. Es una
especie de Moixiganga. Se formó a partir del siglo XVII a partir de la
pastorada de Ribagorza, de carácter religioso, en la que se rinde pleitesía al
patrono del lugar. Ajeno al propósito inicial de teatro popular es el elemento
lúdico puro, el baile, que rompe la continuidad de los diálogos y que, en las
músicas que se conocen, es moderno, a lo sumo del siglo XVIII, aunque el remoto
origen pueda entroncar con las danzas agrícolas que golpean la tierra con
palos, o de espadas de la Edad de Bronce. Geográficamente, el Dance
debió partir de la zona pirenaica hacia el sur. Los diversos elementos pueden
tener orígenes y cronologías distintas. Los instrumentos musicales, salvo el
chiflo y el salterio, conservados en el Dance de Santa Orosia, son comunes a
toda España: dulzaina, flauta de pico, tambor y gaita de fuelle. Probablemente
la difusión de los Dances se debe a la agudización de la devoción en el siglo
XVII, imitándose un pueblo a otro, muchas veces con el simple cambio del nombre
del patrono, lo que se nota en el cambio de medida del verso correspondiente.
En pleno siglo XVIII hubo una corriente hubo una corriente erudita adversa a
los Dances,
tanto por parte de las autoridades civiles como de las religiosas, tal vez por
la severa crítica a personas e instituciones y por la ingenuidad de las
exposiciones hagiográficas (composición biográfica acerca de los santos) o de
las loas. Se conocen numerosos casos de airadas protestas de los pueblos contra
estas prohibiciones. Hacia mitad de ese siglo, los textos, más o menos
corruptos, desaparecieron y luego fueron recompuestos erudíticamente, aunque no
siempre de forma solvente.
Para la aportación erudita a los textos del Dance
es muy útil el de Nuestra Señora de Magallón, de Lecineña, del 13 de marzo de
1837, con letra de Jerónimo Borao, publicado en Zaragoza en 1864 y con la
siguiente nota explicativa: “los Dances vienen de antiguo y suelen cantarse en
la iglesia y después en las calles y plazas. Apenas se conservan sino en la
Corona de Aragón, lo cual aumenta su curiosidad, pero suelen escribirse por
personas indoctas y apenas versificadoras, y esto ha desviado de su estudio aún
a los sujetos más aficionados a la poesía popular”. En un Dance, además de los
textos versificados, precisa de un acompañamiento musical y de unas melodías
que sirvan de sostén a las danzas tan importantes como el texto a representar
en un Dance. Netamente populares,
los Dances
son tan solo las creaciones de mayorales y muchas son obras de clérigos que
intentan alabar al patrono, postular el triunfo del cristianismo y sus
verdades, haciendo un intento de asentar una conciencia frente a los moros y
turcos, según la mentalidad de la época de la expulsión de los moriscos y
partiendo de la memoria de la guerra contra los turcos, con Lepanto como gran
victoria española y del temor y odio contra los piratas berberiscos, más vivo
en la costa mediterránea, pero parte de la difusión de las fiestas de “Moros y
Cristianos”, que se integraron en el Dance y que en Aragón tuvieron
personalidad propia. Otra cuestión es la de la degeneración de los textos por
repetición de memoria, con palabras o nombres cuyo significado se desconoce,
por ejemplo, “octavianos” por otomanos, o versos inteligibles pero que se
siguen recitando como el “Ángel rústico color”, del Dance de San Antolín de
Sariñena. No siempre es sencillo enlazar cada elemento y así resultan
enigmáticas las citas a Carlomagno y a los Pares en algunos Dances.
Los bailes fueron recogidos por Mingote
y Mur,
en escaso número, siendo comunes a muchos pueblos.
De tipo general era el
tarirán, con el que se marcaba el principio de las mudanzas en Sariñena o Sena,
a la tirala, en la que los danzantes, en fila, tomaban el sable propio por el
pomo y el del compañero contiguo por la punta y dibujaban una sencilla figura.
Normalmente, el paloteado o baile de espadas se hacía por grupos de cuatro, que
alternaban y cambiaban sus posiciones en mudanzas que podían ser largas, según
el número de danzantes ya que cada uno debía ocupar los cuatro puestos de su
cuadrilla, chocando los palos o los sables de modos diferentes. Muy particular
es la mudanza del degollau, en la que el mayoral recibía los sables de los
danzantes junto a su cuello o sobre sus hombros como final de una tirala, hasta
que se formaba un entramado sobre el cual se subía o elevaba al ángel que
pronunciaba desde allí un breve parlamento, disolviéndose la figura mediante un
brusco movimiento conjunto. La última parte añadida, la discusión, cuando
existe, es la lucha entre el bien y el mal, o el Ángel y el Diablo, con la
conversión de los moros. Este elemento Ángel-Diablo se introdujo porque, siendo
los moros el mal, los cristianos eran apoyados por el ángel, y con tan eficaz
ayuda, vencerán a los rivales que se convertirán. Sólo en raras ocasiones son
aprisionados o ejecutados. El diálogo entre el Ángel y el Diablo es menos
frecuente. La apoteosis del Ángel y el triunfo de la religión, cierran el
tercer elemento del Dance. El Dance aragonés entró en un proceso
de abandono a finales del primer cuarto del siglo XX, con riesgo de
desaparición casi total tras la Guerra Civil. En la actualidad se está
produciendo una renovación de los Dances perdidos, aunque no siempre
de forma correcta. Se han convertido en una de las señas de identidad en lo
costumbrista, representándose en fiestas y concursos, saliendo de la
representación única en las fiestas patronales.
0 comentarios: