Si hubo alguna especie de movimiento o propuesta que pusiera en marcha
el movimiento de cantautores españoles, ese fue sin lugar a dudas, la Nova
Cançó catalana. El término “Nueva Canción” vino a significar un
movimiento musical en que la canción se entiende como instrumento para una
finalidad más o menos concreto, no para vero divertimento, distracción o
deleite de los altos sentimientos.
El movimiento artístico y musical catalán de
la Nova
Cançó, comenzó en plena era franquista e impulsó la reivindicación del
uso normal del catalán en el mundo de la canción a la vez que denunciaba las
injusticias de la dictadura. Apareció en la segunda mitad de la década de 1950,
al crearse un grupo formado por consejo de Josep Benet y de Maurici
Serrahima e integrado por Jaume Armengol, Lluís Serrahima y Miquel
Porter i Moix, los cuales compusieron unas primeras canciones en
catalán. Este hecho correspondía a un clima reivindicativo cultural, no sólo a
nivel universitario sino también de las diferentes clases sociales catalanas,
producto de la gradual política de liberación del régimen franquista con
respecto a su represión a la cultura y lenguas catalanas. Los músicos entendían
que sus canciones debían estar escritas en catalán y ser un instrumento para
expresar todas sus inquietudes. El 1959, un escrito de Lluís Serrahima,
publicado en la revista “Germinabit” on el título "Ens
calen cançons d’ara" ("Nos hacen falta canciones de ahora"),
aglutinó a autores y cantantes y, tras un éxito multitudinario en el Centre
Comarcal Lleidatà, se formó un grupo homogéneo, denominado “Els
Setze Jutges” (los Dieciséis Jueces), iniciado por Remei Margarit y Josep
Maria Espinàs, a los cuales se unieron pronto Delfí Abella y Francesc
Pi de la Serra. En 1962 aparecieron los primeros discos y se empezaron
a diversificar las tendencias: conjunto musical, conjunto vocal, cantautor,
intérpretes de éxitos de otros autores, etc. Una profesional, Salomé,
y un renovador valenciano, Raimon, obtuvieron en 1963 el primer
premio del quinto Festival de la Canción Mediterránea con la canción "Se'n
va anar" ("Se fue"), cuyos autores Lleó Borrell (música) y Josep
Maria Andreu (letra), fueron miembros de la Nova Cançó.
Pese a las restricciones “administrativas” en la difusión radiofónica y
televisiva, así como en la producción discográfica, la Nova Cançó reunía cada
vez más seguidores, lo que obligó a muchos artistas a profesionalizarse. Importante
para la difusión del género fue la aparición de la empresa discográfica Edigsa.
En esa época aparecieron formaciones como Grup de Folk y posteriormente Esquirols.
Se destacaron solistas de personalidades diversas, que contribuyeron al
desarrollo de la Nova Cançó, como por ejemplo, Salvador Escamilla, Guillem
d'Efak, Núria Feliu, Maria Dolors Laffitte, Jacinta,
Mercè
Madolell, Josep Lluís Valldecabres o nuevos miembros de Els
Setze Jutges. Algunos obtuvieron reconocimiento internacional. Más
tarde aparecieron cantantes bilingües y posiciones ideológicas que parecían
desvirtuar las ideas iniciales. Junto a Reimon, otros ex miembros de Els
Setze Jutges, como Guillermina Motta, Francesc
Pi de la Serra, Maria del Mar Bonet, Lluís
Llach y, sobre todo, Joan Manuel Serrat, obtuvieron una
fama que rebasó ampliamente el área lingüística catalana. El principal problema
para los músicos era la censura. Tenían que utilizar metáforas para poder
expresar su descontento con la dictadura. Los años 70 fueron definitivos para
la consolidación de la canción catalana. El Festival de Canet llegó a
albergar a 60000 personas en 1976. Este fue el festival más importante de la Nova
Cançó, llegando a tener ocho ediciones, el último en 1980. Siguieron
apareciendo nuevos cantantes, como Ramón Muntaner. Joan Isaac, Esquirols,
Falsterbo
o Marina
Rosell. En lo tocante a la lengua hubo mucha polémica, por ejemplo,
cuando Joan Manuel Serrat, rompiendo los preceptos de los Jutges
que lo vieron nacer, comenzó a cantar también en castellano, y a musicalizar
poemas de Antonio Machado. Muchos vieron esto como una traición, acusándolo
de ser oportunista y de querer ser comercial. A raíz de esto se formaron dos
frentes: los catalanistas (que reivindicaban el uso de la lengua que
consideraban que este cambio respondía sólo a motivos económicos) y los
lingüistas (quienes defendían la libertad de expresarse en el idioma que
quisieran). A imagen de este movimiento surgieron otras movidas paralelas en
Galicia, Asturias, Aragón, País Vasco y Castilla. Con el comienzo de los años
80, y coincidiendo con la llegada del Estatuto de Autonomía, el movimiento
perdió apoyo de los conjuntos políticos que lo sustentaban, el público ya no
necesitaba la canción para reivindicar sus deseos, ya que la dictadura había
terminado.
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