Antawara (Bolivia)


La danza de los Antawara se incorporó al Carnaval de Oruro en el año 1974, luego de su fundación el 7 de noviembre de 1973 bajo el nombre de “Conjunto Folklórico Antawara”, a iniciativa del profesor Fernando Gómez Chavarría, coreógrafo de reconocida trayectoria, cobijando a los danzarines como parte de  la Compañía de Danza y Ballet “Katushia”. El nombre de la danza proviene del aimara y significa nubecillas rosadas o rojas, que aparecen en el cielo al amanecer o al atardecer. Específicamente hace alusión a los atardeceres altiplánicos que en lontananza se divisan con un color rojizo y sus caprichosos matices. Esta danza, reconocida dentro del neo-folklore boliviano, representa el movimiento ágil y rápido de los pastores del altiplano, que en su rutina diaria del pastoreo, se desplazan ágiles y con saltos junto a su rebaño de ovejas. Los elegantes y delicados pasos se asemejan al vaivén de las manos de los pastores. El ritmo que acompaña a los pasos son los lentos Huaynos, lo que posibilita movimientos refinados y perfectos. La danza de los Antawara se baila en parejas o en grupos formando filas, ritmo vigoro, ágil y acompasado por momentos, saltando sin perder el compás. Se caracteriza por la constante creatividad de los bailarines con nuevos pasos y movimientos coreográficos, que son elaborados por los guías, quienes suelen estar representados por simpáticas señoritas y apuestos muchachos. Esta danza muestra la capacidad creativa del pueblo que va creando nuevas expresiones, demostrando que el folklore es dinámico.
La danza Antawara se basa en otra danza ceremonial de origen prehispánico, que era realizada en puntas de pie y con los brazos levantados originados en ceremonias incaicas de culto al sol, por lo que los movimientos que se realizan se dirigen hacia el sol. Entre los personajes del Antawara resalta la presencia de las Imillas (jovencitas), que están a cargo del cuidado de las ovejas en las tierras del altiplano. Ellas llevan un sombrero plano de lana prensada de oveja con variedad de colores, el cual está adornado con cintas de colores en su copa, como caracteriza a las jovenzuelas del altiplano, llevan dos trenzas, cada una sujetada con una tullma (accesorio multicolor), con borlones grandes de colores llamativos que combinan con el traje. La blusa, hecha de tela de bayetilla, es de color blanco o beige, con o sin escote, de mangas tres cuartos sueltas y anchas a partir del codo, decoradas con cintas delgadas de diferentes colores. En la espalda llevan un bordado de lentejuelas que forman la figura del sol. La pollera se caracteriza por ser corta y está elaborada del mismo material y va sujeta por una faja o chumpi. Para que puedan realizar pasos ágiles, calzan zapatos planos. El Llok’ala representa al pastor del altiplano, el cual siempre está cuidando de las ovejas, sus pasos ágiles demuestran las formas en cual las arrea y espanta a los zorros que asechan al rebaño. A diferencia de la mujer, en esta danza no llevan nada en la cabeza. Su traje se compone de una camisa de bayetilla de cuello alto y mangas largas. Encima lleva un poncho de colores vivos, en el pecho y espalda tienen bordados con lentejuelas. Llevan además, un pantalón del mismo material de la camisa, pero usualmente este es de mezclilla o tela.










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