Huaylía (Perú)
La Huylía es un ritmo y una danza asociada, de origen mestizo,
interpretada en la Sierra central y meridional de Perú (departamentos de Cusco,
Ayacucho y Apurímac, y áreas vecinas de Arequipa). La Huaylía es una danza
única en su género y conserva vestuario, coreografía, música e instrumentos
musicales de una larga tradición, que viene desde lo andino prehispánico. Los
significados y funciones que cumple este ritmo varían de región en región.
En la provincia de Chumbivilcas (departamento de Cuaco), la Huaylía está íntimamente ligada al Takanakuy (en quechua, "golpearse mutuamente"), una pelea ritual que se desarrolla cada 25 de diciembre y que permite solventar diferencias y resolver conflictos entre individuos, a la vez que facilita expresar la violencia reprimida en espacios controlados y regulados por la propia comunidad. El Takanukuy tiene su escenario principalmente en Santo Tomás, la capital provincial. Este ritual se desarrolla en julio, para el festival de Santa Ana, y en diciembre para la Navidad. Los orígenes están claros, pero se cree que se basan en ritos católicos y tradiciones indígenas para la solución de conflictos existentes desde tiempos remotos. Los luchadores se disfrazan de personajes ligados a la historia andina. Las peleas, en su mayoría pactadas, son entre hombres, mujeres y niños de más de 7 años. La Huaylía pone fondo sonoro a los festejos y a los fieros combates a puño limpio. Acompañadas de arpas, violines, acordeones y mandolinas, un grupo de mujeres cantan en quechua con el tradicional estilo de la Sierra peruana (canto femenino en falsetto).
En la provincia de Chumbivilcas (departamento de Cuaco), la Huaylía está íntimamente ligada al Takanakuy (en quechua, "golpearse mutuamente"), una pelea ritual que se desarrolla cada 25 de diciembre y que permite solventar diferencias y resolver conflictos entre individuos, a la vez que facilita expresar la violencia reprimida en espacios controlados y regulados por la propia comunidad. El Takanukuy tiene su escenario principalmente en Santo Tomás, la capital provincial. Este ritual se desarrolla en julio, para el festival de Santa Ana, y en diciembre para la Navidad. Los orígenes están claros, pero se cree que se basan en ritos católicos y tradiciones indígenas para la solución de conflictos existentes desde tiempos remotos. Los luchadores se disfrazan de personajes ligados a la historia andina. Las peleas, en su mayoría pactadas, son entre hombres, mujeres y niños de más de 7 años. La Huaylía pone fondo sonoro a los festejos y a los fieros combates a puño limpio. Acompañadas de arpas, violines, acordeones y mandolinas, un grupo de mujeres cantan en quechua con el tradicional estilo de la Sierra peruana (canto femenino en falsetto).
En la provincia de Antabamba (departamento de Apurímac), la Huaylía es
interpretada durante el período navideño, entre el 23 y el 28 de diciembre,
acompañando a una famosa danza-procesión que tiene tantas variantes como
pueblos y distritos la organicen (hay al menos 23 estilos claramente
identificados), y que han sido declarados Patrimonio Cultural de Perú. En
general, en cada comunidad hay varios organizadores (llamados “mayordomos",
"cargontes" o "devocionarios"), que convocan una “tropa” de
entre 80 y 100 bailarines vestidos de “pastores”, con máscaras, plumajes,
corbatas, coloridos cinturones y látigos. Estos pastores marchan en dos filas
dirigidos por “truenadores” o “guiadores”, siguiendo el canto de las cuatro o
cinco “guiadoras” (cantoras experimentadas), que entonan sus coplas de Huaylía
al son de un violín. En Antabamba se da también la tradición del Takanukuy.
Finalmente la Huaylía del departamento de Ayacucho (provincias de Sucre, Huancasancos,
Lucanas y Parinacochas), guarda muchas semejanzas con la versión de Apurímac.
También llamada “danza de los cóndores”, es ejecutada por los “machuq”
(pastores) y las “haylliq” (cantoras), a los compases marcados por el arpa y el
violín. Organizados por los “capataces”, los distintos grupos o tropas compiten
en canto y danza en un concurso conocido como “Atipanakuy”. En la
Huaylía de Ayacucho destacan los zuecos (piezas de madera amarradas al calzado)
y la sonaja (un sistro) que portan los bailarines, ambos empleados para marcar
el ritmo de la danza.
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