Apala (Nigeria)
El Apala, o Akpala, es un estilo vocal y de
percusión del pueblo Yoruba musulmán nigeriano. Surgió a finales de la década
de 1930 como una forma de animar a los creyentes después del ayuno del Ramadán.
Cuando esta música cayó en manos de profesionales y comenzó a ser grabada, el
Apala más impulso y se desarrolló rápidamente. El musicólogo Chris Waterman
sugiere que la influencia de grabaciones afrocubanas también fueron formativas
en el refinado de la música Apala, aunque no en sus ritmos y formas.
Bajo esta influencia el género se fue desarrollando en un estilo más pulido atrayendo una gran audiencia. La música requiere dos o tres tambores “habladores”, llamados omeles; un traqueteo, o skere; un piano de pulgar, o agidigbo y una campana agogo. El Apala alcanzó su prominencia en la década de 1960, una década de riqueza creciente y gran optimismo en Nigeria. Los clubes y las sociedades que combinaban la tradición yoruba y las costumbres sociales británicas prosperaron en la capital, Lagos. Los músicos que tocaban en las fiestas urbanas, pronto se encontraron en los estudios de Decca y sonando en las radios, muchos camino al estrellato. A diferencia de la música Fuji y la música Juju, también nigerianas, el Apala nunca incorporó instrumentos occidentales, manteniendo una dimensión muy espiritual. Una señal de esto es que los músicos Apala siempre tocan sentados.
Bajo esta influencia el género se fue desarrollando en un estilo más pulido atrayendo una gran audiencia. La música requiere dos o tres tambores “habladores”, llamados omeles; un traqueteo, o skere; un piano de pulgar, o agidigbo y una campana agogo. El Apala alcanzó su prominencia en la década de 1960, una década de riqueza creciente y gran optimismo en Nigeria. Los clubes y las sociedades que combinaban la tradición yoruba y las costumbres sociales británicas prosperaron en la capital, Lagos. Los músicos que tocaban en las fiestas urbanas, pronto se encontraron en los estudios de Decca y sonando en las radios, muchos camino al estrellato. A diferencia de la música Fuji y la música Juju, también nigerianas, el Apala nunca incorporó instrumentos occidentales, manteniendo una dimensión muy espiritual. Una señal de esto es que los músicos Apala siempre tocan sentados.
Haruna Ishola fue
uno de los fabricantes de éxitos más prolíficos de Nigeria, desde 1955 hasta su
muerte en 1983. Grabó numerosas canciones Apala, que alternaron entre lo lento
y emocional, y lo rápido y enérgico. Su lírica era una mezcla de alabanza
improvisada y versos del Corán; así como proverbios tradicionales. Esto
conformaba una poción potente, tan potente de hecho, que se decía que la
alabanza de Ishola tenía el poder de matar a la persona que la realizaba.
Haruna Ishola es indudablemente el ejecutante Apala más famoso. Algunos
sostienen que Ayinla Omowura es el más conocido y exitoso de esta música.
Ambos desempeñaron un papel fundamental en la popularización del género. Si
bien Ayinla Omowura murió a los cuarenta años en 1980, dejó registrados más de
veinte álbumes, todos ellos de gran éxito. Aunque el género Fuji permanezca
como la forma más importante de la música tradicional entre los yorubas, el
Apala también cuenta con mucho reconocimiento entre los musulmanes yorubas.
También se destaca el hijo de Haruna Ishola, Masiliu Haruna Ishola, a
quien se le atribuye revivir el género y encabezar el resurgimiento del Apala
en este Siglo. Con su disco Soyoyo, de 2004, Masiliu tuvo mucho éxito en atraer
un auditorio más amplio, más joven, manteniendo la tradición y la herencia de
su padre. Gracias a esto, la generación más nueva de yorubas ha demostrado un
renovado interés por la música Apala. Aunque pareciera no haber demasiadas
estrellas Apala contemporáneas, existen muchas grabaciones de artistas
anteriores disponibles internacionalmente.
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