New Romantics (Gran Bretaña)



1979 fue un año innovador para la escena musical británica. Durante aquel tiempo, la industria musical inglesa englobaba un gran número de estilos y géneros musicales. La misma incluía la escena Punk, que por aquel entonces estaba en su última fase debido a la separación de los Sex Pistols; la escena Underground que puso a Joy Division en primer plano, junto con Adam Ant y un nuevo grupo conocidos como los Simple Minds; la escena New Soul/Reggae en la que el grupo The Police bombardeaba el mercado con grandes superventas; la escena Mod, que regresó gracias a grupos como The Jam, y para los seguidores de la música negra, un gran número de bandas se estaba abriendo camino en el circuito de los clubes. Mientras tanto, en algunos clubes londinenses más pequeños estaba generándose la que fue la última locura londinense de esos años: el Nuevo Romanticismo. El New Romantic fue un subgénero de la New Wave y un movimiento de moda que tuvo lugar principalmente en Inglaterra. El género emergió después de que la escena New Wave londinense llegara a su fin, y los miembros del movimiento se diversificaron hacia el Gothic Rock, el Soft Rock y el New Romantic. El fenómeno New Romantic fue similar al del Glam Rock de principios de los 70. A pesar de ciertas similitudes entre ambos movimientos, las actitudes y temas explorados por los New Romantic, diferían considerablemente por los examinados por sus antecesores. La principal diferencia fue que el Glam utilizaba guitarras electroacústicas y la música de los Nuevos Románticos se basaba en teclados y sintetizadores.

Tras el desgarro nihilista y kamikaze del Punk, surgió la necesidad de volver a la civilización. Por las venas del movimiento romanticista corrían las ansias de seguridad, un afán hedonista y una necesidad de estabilidad, utilizando la música como una forma de escapismo y no como una plataforma socio-política como el Punk. Si bien las diferencias entre ambos son notables, sorprendentemente ambos surgieron de raíces similares ya que ambos fueron un producto de la clase trabajadora. Los Auténticos Nuevos Románticos eran descendientes lejanos de los grupos de Glam-Rock, amantes de las ropas fina y la música bailable, asiduos de los locales gays en donde ambas cosas abundaban y donde era aceptada la pose bisexual. Respetuosos adoradores del camaleónico David Bowie, nostálgicos de los singles de T Rex o Roxy Music. Algunos incluso habían pasado por la fiebre del Punk, como por ejemplo Steve Strange, habitué de las veladas nocturnas de Soul que se celebraban en los clubes del norte de Inglaterra durante los fines de semana. Steve Strange llegó a Londres a los dieciséis años buscando trabajo con tan sólo una carpeta de ilustraciones debajo del brazo. Fue cantante de un grupo Punk provocador llamado los Moors Murders. Pero demostró inesperadamente su talento para organizar clubes en el centro de Londres: Billy’s, Hell o el Blitz entre otros. Locales con música Funk más tecno y con un público más que selecto, en los que sólo se dejaba ingresar a los personajes más extravagantes. El Blitz contaba con Boy George como dependiente de guardarropía. A los pocos meses, la prensa ya hablaba de una nueva subcultura juvenil: los Blitz Kids, ensalzando a Strange como su líder. Tiempo después fueron bautizados como New Romantics. Cuando Strange firmó un contrato de grabación para Visage, las listas inglesas se mostraron abiertas a los nuevos sonidos Funky-Tecno procedentes del de los clubes londinenses. Un montón de grupos se vieron beneficiados por las nuevas herejías discotequeras; agrupaciones veteranas como Japan o Human League, sin olvidar a las tropas de grupos que descendían de las provincias del Reino Unido hacia la capital, como Duran Duran, Depeche Mode o Soft Self, todos guapísimos y propietarios de dos o tres temas pegadizos con ritmos machacones, sintetizadores haciendo las bases y cantantes melodramáticos, lo que se convirtió en un cliché. Por lo tanto, se impuso a los grupos una necesidad de tomar una postura, ya fuese como creadores inventivos, como neofascistas, como una moda divertida para sobrevivir a los 80, o como ninguna de las anteriores. Por el otoño de 1979, el movimiento de los New Romantics estaba en la cúspide de su poder. Lo único que les faltaba era un grupo que fuese su portavoz, papel que quedo a cargo de Spandau Ballet.



















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