Chamamé (Argentina)




El Chamamé es una música típica de nuestro país, con epicentro en Corrientes, su influencia llega a Chaco, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Formosa. De todas las provincias adyacentes a Corrientes, Chaco es la que le sigue en importancia en la dispersión del Chámame. El éxodo de correntinos a los algodonales chaqueños en busca de trabajo provocó un desplazamiento hacia el oeste del área del Chámame. Su historia trasciende el tiempo y el espacio. En su origen se integran los rasgos culturales del aborigen guaraní y del descubridor español, conformando una síntesis acrisolada que dio nacimiento a una forma musical nueva. El Chámame vive junto al hombre y la mujer amada, pues le canta al amor y a la esperanza, a la virgen de Itatí y a los recuerdos nostálgicos del ayer vivido. Hay documentación que demuestra que esta música ya existía cuando llegaron las misiones jesuíticas a Yapeyú. Podemos remontarnos al siglo XVII en el nordeste correntino a orillas del río Uruguay. Allí tuvieron su asentamiento las raíces étnicas de la raza guaraní fuertemente influenciadas por las corrientes jesuíticas del año 1600, fundando las primeras reducciones. Los aborígenes poseían música propia y además fabricaban instrumentos rudimentarios para acompañar sus danzas rituales. Algunos de sus instrumentos se perdieron a través del tiempo, tal como la Congoera (flauta grande hecha con hueso), Tumrú (trompeta fabricada con caña), Mburé (trompeta de tacuara), Mbaracá (especie de guitarra cuya caja era de calabaza y tenía cinco cuerdas), Guatapú (bocina para atraer a los peces), Mimby (flauta de caña similar a la quena). También contaban con otro instrumento que se trataba de una caja de madera con agujeros a la que se le insuflaba viento por un sistema de fuelle manual similar al usado en la fragua, elemento este introducido por los jesuitas. Los sonidos de dicho instrumento se lograban tapando y destapando con los dedos los agujeros de la caja, similar a la digitación que actualmente se realiza con los botones del acordeón. Por supuesto que en sus orígenes no habrá sonado como hoy en día que ha recibido tantos aportes, pero si en su esencia. Ya después, en la época de la colonia las damas de la sociedad aprendían a bailar Chámame con maestros indios, solo que como era imposible hacer saber que los indios fueran capaces de enseñar algo a los conquistadores, en los documentos de la época les cambiaron los nombres. Su formación musical actual hay que ubicarla hacia 1870, cuando el acordeón de dos hileras de cantos y ocho bajos, conocido popularmente como verdulera, llegó a Corrientes de la mano de los inmigrantes europeos. Y así, en combinación con la voz, el bandoneón, el contrabajo y las guitarras, terminaron por definir el sonido de esta música argentina.

Algunos sostienen que Chámame es un vocablo de origen paraguayo que significa “cualquier cosa" o "cosa hecha como quiera que venga". Hay otras acepciones como estas: che aimé ámame (yo estoy en la lluvia), che memé (siempre yo), che ámame (a mi amada), che amó ámeme (doy reparo a menudo). La primera pieza inscripta como chámame en SADAIC data de 1930, Sus autores eran Diego Novillo Quiroga y Francisco Pracánico, se trata del tema Corrientes Poty (Flor de Corrientes), aparecido en un disco del cantante Samuel Aguayo. La creación del nuevo rótulo obedecía al deseo de RCA Víctor de congraciarse con el público correntino, principal comprador de sus discos. Varios intérpretes del género correntino iniciaron hacia 1942 un movimiento para cambiarle el nombre, sin lograr un consenso. En 1944 Osvaldo Sosa Cordero y sus correntinos lo denominaron Música campera. Pedro Sánchez, del trío Taraguí lo bautizó Letanía. Otros lo han denominado Litoraleña o Música del litoral Existen varios tipos de Chámame: el Chámame Maceta, de ritmo vivo para bailar, Chámame Caté (elegante, en lengua guaraní), Chámame Orillero, en el que se notan las influencias del Tango, Chámame Canción, de tónica sentimental conocido como Chámame Ganci o Chámame Triste; Chámame Kireí, de ritmo vibrante; Chámame Changüí, de ritmo lento ideal para la conquista amorosa; el Rasguido Doble, es una danza de melodía cadenciosa y el Valseado, que es una danza de pareja enlazada. Hasta los 70 en la periferia capitalina se bailaba Chámame en bailantas populares pero poco a poco fueron reemplazados por los ritmos cumbieros locales. No hay que olvidar cierta sacralización del Chámame por parte de autores, periodistas y músicos que incorporaron cierta solemnidad que provocó la huída de los sectores populares aunque en peñas, clubes folclóricos, teatros, fiestas patrias, programas radiales y disquerías el Chámame nunca dejó de estar. No necesariamente debe cantarse en guaraní o en castellano, también se lo hace, y muy bien, en portugués. No es preciso limitarse a los instrumentos clásicos, también se escuchan versiones excelentes con percusión, saxo o trombón. La música, como el idioma y la literatura, es una cosa viva y dinámica, en constante movimiento y evolución. Y el chámame no escapa a esa regla de oro.

























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