Coco (Brasil)
La cultura popular de Maranhão está marcada por diferentes manifestaciones, como ritmos, colores, comida, tradición y mucha historia dejada por los antepasados. Una de estas manifestaciones que ha perdurado a lo largo de décadas es la danza del Coco. Con música y letras sencillas, la danza del Coco tuvo mucha fuerza en la Región del Cocais, pero también está presente en São Luís, la capital del estado.
El Coco es un baile popular
nororiental de Brasil. Es un canto-danza típico de las regiones de Agreste y Sertão
y de las antiguas zonas cañeras. Posiblemente, durante el siglo XVI se empezó a
estructurar el Coco, teniendo origen en las danzas de ombligo de los batuques
africanos. En las últimas décadas del siglo XX, la manifestación ganó espacio
en zonas urbanas de las regiones costeras. En general, investigadores y folkloristas
comparten opiniones respecto de los orígenes de estructuración de esta
manifestación que hoy se presenta. Sin embargo, existe consenso entre los
estudiosos de que el Coco proviene de experiencias
intercambiadas entre africanos e indígenas. En un principio posiblemente se
organizaba en los molinos y en las fiestas de los esclavizados, en las que
estaban presentes los batuques. Según Câmara Cascudo, el Coco probablemente surgió
de los tambores del siglo XVI. Luego, los hombres y mujeres en calidad de
esclavos, que trabajaban en la actividad cocotera, los “rompecocos”, comenzaron
las festividades. Mientras trabajaban, escribían versos y rimas sobre su vida
diaria. Así, la idea era que el Coco como música es algo construido
históricamente después de la danza (la umbigada). Entre los pueblos indígenas
no existían movimientos de ombligo en sus danzas. Sin embargo, en algunos
zapateos y claqué que componen las evoluciones coreográficas del Coco,
como el tropel o el tropé, es posible percibir influencias del toré indígena. La
canción comienza con la coquista (o tirador de cocos) que canta los versos, que
luego son respondidos por el coro. La forma es estrofa-coro, en compases de 2/4
o 4/4.
Los instrumentos más utilizados son la percusión: ganzá, bombos,
tambores, caracaxás, panderetas y cuícas. En las zonas urbanas de la costa,
fruto de las influencias del Maracatu de baque virado, se
introdujo la alfaia (tambor) al instrumental del Coco. En ocasiones, las
rítmicas palmas de sus participantes acompañadas de los versos cantados del
quitacocos son suficientes para formar un círculo festivo. Existe una variedad
de estilos cantados y bailados: Coco Zambê, Agalopado, Catolé,
Bingolé;
el Coco
Praieiro; el Coco de Roda, caracterizado por la
formación de una danza en círculo; el Coco Umbigada, caracterizado también
por el baile de umbigada entre parejas; o el Coco de Tropel,
caracterizado por el zapateo. El Coco de Embolada lleva en su
identidad versos breves, de cadencia acelerada, textos satíricos (casi siempre
improvisados, en un ambiente desafiante) configurados con la preocupación de no
perder la rima. Varios nombres de la música popular brasileña se han destacado
como intérpretes del género. Jackson do Pandeiro, de Paraíba, uno
de los más famosos promotores del Coco, comenzó su vida artística
acompañando a su madre en los cocos, tocando la zabumba. Su carrera
discográfica comenzó en 1953, en Recife, con “Sebastiana”, la primera
de muchas que grabaría. Unos años más tarde, nombres como Bezerra da Silva, Genival
Lacerda, Gal Costa, Gilberto Gil y Alceu Valença también
utilizaron el género. En los años 1990, en Recife, el movimiento Mangue
Beat, a través de los grupos Chico Science & Nação Zumbi y Cascabulho,
inspirados en Jackson do Padeiro, redescubrieron el ritmo y dio visibilidad a
artistas como Selma do Coco y Zé Neguinho do Coco. En el sertão de
Pernambuco, en el municipio de Arcoverde, el grupo Raízes de Arcoverde viene
promocionando el Coco do Sertão.
Según Biu Neguinho, uno de los integrantes
del grupo, el ritmo que tocan surgió en las décadas de 1940 y 1950, “cuando la
gente del campo construía sus casas de barro” (casas hechas con arcilla massapé
y armazones de madera). En aquella ocasión, “el dueño de la casa llamó a sus
amigos para cantar y bailar toda la noche sobre el barro, con el objetivo de
poner el piso”. Las Sambadas de Coco de Raízes de Arcoverde se caracterizan
por bailar zapateos con zuecos, un tipo de calzado propio del bailarín, que
también se suma a su instrumental. A pesar de bailarse en cualquier época del
año, el Coco tiene fuerte presencia durante el ciclo de junio,
integrando la programación festiva de las principales capitales de las regiones
Norte y Nordeste del país. En Recife, varios grupos, como Raízes de Arcoverde, Selma
do Coco, Grupo Bongar, entre otros, actúan en diversos locales de la
ciudad y también del interior del estado. Bongar merece una atención especial,
ya que promueve su propio estilo de tocar el género, que pasó a ser conocido
como Coco
do Xamba. Según Guitinho, vocalista y líder del
grupo, la identidad musical de la banda está dada por la tradición-religión
(afrobrasileña) a la que pertenecen los integrantes del grupo. Otra
característica es el tamborileo del instrumento, que al tocarlo, en ambas
pieles, emite el sonido de un trueno. La danza del Coco se realiza en
círculo acompañada de cantos y se realiza en parejas, filas o círculos.
Originalmente hay un cantante que ejecuta las canciones, pero hoy en día esta
figura ha perdido espacio en el baile. Otra característica del Coco
de Roda, como también se conoce a la danza del Coco, es la cadencia del
sonido de los pies al golpear el suelo. El sonido se completa con los golpes
del Coco
que los danzantes llevan en sus manos. Objetos como el hacha y el cofo también
aparecen siempre en los círculos de baile. La danza del Coco presenta una
coreografía básica: los participantes forman filas o círculos donde realizan el
característico zapateo, en pasos que recuerdan al xaxado.
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