Dodecafonismo

 

 

Desde su génesis hasta su desarrollo definitivo durante la segunda mitad del siglo XX, el sistema dodecafónico ha supuesto una ruptura respecto al sistema musical occidental tradicional basado en la tonalidad.

El Dodecafonismo se sustenta sobre el sistema atonal, y aparece en la denominada “segunda escuela de Viena”, siendo sus principales impulsores Arnold Schönberg y sus discípulos, amigos y compañeros Anton Webern y Alban Berg. Esta nueva corriente musical surgida a comienzos del siglo XX supone el cambio más espectacular en la historia de la música desde Ludwig van Beethoven. El sistema tonal, que había regido las composiciones desde inicios del siglo XVI, veía concluidas sus reservas, en opinión de algunos compositores tales como Schönberg y Webern. Según el criterio de los dodecafonistas, las posibilidades que podía ofrecer la música tonal se habían agotado, debido en gran medida a la utilización del cromatismo exagerado por parte de compositores como Richard Wagner, Claude Debussy, Gustav Mahler y el propio Arnold Schönberg. Este último había comenzado a componer por mera afición, siguiendo las directrices del cromatismo de Wagner. El edificio tonal se estaba desmoronando, y por ello, Schönberg comprendió que debía apartarse de las pautas tonales si quería que la música del siglo XX encontrase una salida viable a la situación en la que se hallaba. Conviene aclarar que estas pautas tonales se basaban en el “principio de atracción”, según el cual unas notas debían repetirse más que otras por atracción a la tónica o nota fundamental dentro de una determinada armonía. Según este principio, en un mismo acorde se podían introducir notas, siempre que éstas mantuviesen una relación fija con la tónica de ese acorde.
Durante el romanticismo, y especialmente de la mano de Richard Wagner en el terreno operístico, se había empleado profusamente el cromatismo, llegándose a ampliar el número de notas en un determinado acorde, puesto que en esta ampliación se basaba la riqueza armónica que se pretendía conseguir. Estimulado por su cuñado Alexander von Zemlinsky, el joven compositor vienés se consagró a la música tras haber trabajado como empleado de banca privada. Arnold Schönberg perseguía en su meticuloso estudio de la música encontrar su esencia, despojando a la misma de cualquier giro sujeto a la moda de la época.  Schönberg se cuestionó todas las reglas de la armonía vigentes hasta entonces, tratando a la consonancia y la disonancia como parientes más o menos alejados de la nota básica (o tónica), siendo tan válidas la una como la otra. Como consecuencia de sus firmes convicciones, Schönberg lideró la transición hacia el atonalismo, sistema que mantiene como premisa incuestionable la igualdad absoluta de los doce sonidos de la escala cromática. El compositor atonalista creaba “series” consecutivas ordenadas, dando lugar así a una determinada obra musical. En cada serie, tras una nota determinada podía introducirse cualquiera de las otras once, sin que guardaran ninguna relación armónica entre sí, rompiéndose así todos los moldes, atracciones entre notas y gravitaciones, carentes ya de sentido tras las últimas manifestaciones del cromatismo. En 1899, Schönberg ya había escrito un sexteto para cuerda, seguido de “La noche transfigurada” – obra de cámara con espíritu de poema sinfónico-. En el año 1.900 comenzó a componer su obra más ambiciosa, los “Gurrelieder”, versión musical impresionante de unos poemas del danés Peter Jacobsen para solista, coro y orquesta.
El compositor vienés tardaría diez años en terminar esta partitura. Como dato interesante, Schönberg precisó de unas hojas de papel pautado de dimensiones mayores que las normales, debido a la complicada escritura de la obra y a las minuciosas anotaciones que tuvo que realizar. Con el estreno de su poema sinfónico “Pelleas et Melissande” en 1905, se pusieron de manifiesto las abismales diferencias entre el compositor y la crítica musical de la época. Un crítico manifestó: “Uno tiene que habérselas aquí con un hombre que, o está loco, o toma a sus oyentes por idiotas”. El estreno de un Cuarteto dos años después tuvo unas consecuencias todavía peores. Los críticos fueron implacables con él, y en los estrenos de muchas de sus obras tuvieron lugar acaloradas discusiones entre los espectadores. En ciertos rotativos vieneses podían leerse comentarios destructivos tales como: “Sus composiciones son sólo sonidos incoherentes en perpetua disonancia”, o “Si esto es música, ruego a mi Creador no me permita escucharla nunca más”. Las “Tres piezas para piano”, Op. 11 (1909) son por primera vez totalmente atonales, e incluso en parte absolutamente innovadoras. Su obra “Pierrot Lunaire”, Op. 21 (1912), incluye veintiún melodramas para recitadora e instrumentos, en algunos de ellos con estructuras establecidas (cánones). En esta composición, el canto se convierte en declamación y gritos. Schönberg compuso dentro de este marco atonal durante varios años, hasta que se dio cuenta de que era necesario dotarlo de un cuerpo teórico más definido. Los ataques continuos hacia su música, tildada de arbitraria y caótica, le hicieron reflexionar y propiciaron el origen de la revolucionaria y controvertida teoría Dodecafónica.
La presentación en Viena de sus “Gurrelieder” en 1910 constituyó un éxito apoteósico, aunque el compositor se negó a saludar y agradecer al público sus aplausos. Las causas de un comportamiento tan arisco fueron las continuas polémicas que habían generado otros estrenos precedentes. El Dodecafonismo fue desarrollado por Schönberg durante la Primera Guerra Mundial (1914–1918), utilizando para ello unos cauces matemáticos que impidieran que el atonalismo ya vigente se sumiese en una anarquía. El sistema Dodecafónico se basa en la música atonal, de la que toma los mismos principios ya expuestos; es decir, en la organización sistemática de los doce sonidos de la escala cromática, partiendo de la igualdad absoluta de los mismos y, por consiguiente, de la negación de la jerarquía entre notas basada en la atracción. En el Dodecafonismo –más restrictivo que el atonalismo-, los doce sonidos de la escala se suceden en un orden previamente fijado por el compositor, y ninguno de ellos puede ser repetido hasta que no hayan aparecido los once restantes. Para el Dodecafonismo, recurrir a la tonalidad es una opción, pero no es lo corriente: prima la cacofonía y abunda la disonancia en el sentido clásico. El concepto de la música Dodecafónica es en principio muy sencillo: ninguna nota posee superioridad tonal o armónica sobre otra. El compositor fija a priori una serie, denominada serie de base u original (P), que tiene tres variantes principales: la primera de ellas es la serie recurrente o retrógrada (R), construida a partir de la lectura de las notas de la serie de base desde la última hasta la primera. La segunda serie, denominada inversa de la original (I), se construye al imitar los intervalos entre notas de la serie básica, pero invirtiendo el sentido de éstos, por lo que se constituye como simétrica de la original. Por último, la serie recurrente (retrógrada) de la inversa (RI) se establece al leer la serie inversa desde la última nota hasta la primera. La primera vez que Schönberg utilizó este sistema fue en su Suite para piano, Op. 25 (1921–1923). Desde entonces, el maestro vienés nunca dejó el Dodecafonismo, sumándose a esta corriente transgresora para muchos los ya mencionados Alban Berg y Anton von Webern, quienes antes habían cultivado el mismo atonalismo anárquico de Schönberg. En la composición Dodecafónica se debe evitar cualquier combinación o secuencia de notas que impliquen tonalidad (intervalos perfectos, tríadas, séptimas disminuidas, etc.). A nivel práctico, es importante reseñar que las series pueden ser presentadas linealmente (melódicamente) o en forma de acordes (armónicamente). En la producción de Schönberg destacan como obras dodecafónicas, entre otras, el concierto para violín, Op. 36 (1934- 1936), el concierto para piano, Op. 42 (1942), el trío de cuerda, Op. 45 (1946), los “Gurrelieder” (1900–1910) y la cantata “Un superviviente en Varsovia”, Op. 46 (1.947)

 

 

Fuentes:

 

• Filomusica.com

 


 
















































0 comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...