Murder Ballads (EEUU)
Las Murder Ballads son un subgénero de la balada tradicional que trata sobre un crimen o una muerte espantosa. Sus letras forman una narrativa que describe los eventos de un asesinato, a menudo incluyendo el período previo y posterior. La Murder Ballad, un tipo de canción proveniente de la tradición escandinava, celta y anglosajona, tiene una premisa que es sencilla: se trata de narrar un crimen, real o ficticio.
Nada que no exista en el folklore de
cualquier país, pero es con su llegada a Norteamérica cuando el género tomó cuerpo
y se convirtió en un verdadero fenómeno. Daniel A. Cohen comenta que las Murder
Ballads deben distinguirse de un género relacionado, “Dying
Verses” (versos moribundos), destinados a leerse en lugar de cantarse,
una tradición de Nueva Inglaterra del siglo XVIII. El Blues, el Country,
el Folk,
hizo suya esta temática tan gótica y terminó centrándose casi exclusivamente en
el crimen pasional. El impacto emocional es siempre mucho mayor cuando en el
crimen narrado se encuentra un componente sentimental que cuando se trata
simplemente de una historia criminal en la que se ajusticia al asesino en el
último compás. Estas canciones hablan de asesinatos, de casos clínicos de celos
absurdos, arrebatos de violencia y auténticos psicópatas. Algunas Murder
Ballads relatan la historia desde el punto de vista del asesino o
intentan realizar su retrato iluminándolo desde una luz que supone cierta
simpatía, como ocurre por ejemplo en el caso de la canción “Tom Dooley”, una grabación de The
Kingston Trio que llegó a vender casi cuatro millones de copias en
1958. Otras Murder Ballads relatan el crimen desde el punto de vista de la
víctima, como la balada anglo-escocesa “Lord Randall”, en la que el narrador
se siente enfermo y descubre que ha sido envenenado. En otros casos la historia
es contada desde cierta distancia, como en la canción “Lamkin”, una balada que
recoge los detalles de un crimen y del castigo infringido a sus criminales sin
intentar en ningún caso generar simpatía hacia los asesinos.
El origen de estas
Murder
Ballads se pierde en las baladas tradicionales existentes en Europa en
el siglo XVII. La mayor parte de las baladas con contenido gótico provienen de
la tradición escandinava, escocesa e inglesa durante la era premoderna. En
ellas, normalmente, tras haberse cometido el crimen, el asesino es ajusticiado
a manos de la familia de la víctima (en el caso de las asesinas la pena suele
llegar en forma de hoguera, mientras que los asesinos varones acababan sus días
colgados de algún árbol o poste). En el contexto de las islas británicas, las Murder
Ballads solo se encuentran en las regiones de habla inglesa y escocesa
(en general, Inglaterra, las tierras bajas de Escocia y el noreste de Irlanda),
y no son una característica de la música en gaélico o galés. A menudo los
detalles y las localizaciones de los asesinatos se ven modificados a medida que
la Murder
Ballad es cantada una y otra vez, en un intento por adaptarse a los
gustos de la audiencia o del músico. Por ejemplo, la balada “Knoxville
Girl” es en esencia la misma canción que “The Wexford Girl” solo
que trasladada la ubicación del crimen desde tierras irlandesas hasta el estado
norteamericano de Tennessee, y ambas están inspiradas en la original melodía
inglesa “The Oxford Girl”. Las Murder Ballads norteamericanas son a
menudo versiones de las baladas provenientes de la vieja Europa en las que
simplemente se han eliminados los elementos relacionados con lo sobrenatural.
Por ejemplo, la balada inglesa “The Gosport Tragedy” de la década de
1750 incluía tanto el relato de un asesinato como la venganza que sobre el
asesino realizaron los fantasmas de la mujer asesinada y de su bebé por nacer
(provocan una gran tormenta para evitar su partida en barco); por el contrario,
la versión de Kentucky, “Pretty Polly”, es una Murder
Ballad realmente cruda que termina con el asesinato y el entierro de la
víctima en una tumba poco profunda. Los colonos occidentales que llegaron a los
Estados Unidos encontraban el asesinato y el derramamiento de sangre
fascinante, y compusieron Murder Ballads. Pero como los medios
de impresión eran escasos, muchas de estas baladas no fueron publicadas,
mientras que otras conocieron la fama sólo brevemente impresas en las columnas
de algunos periódicos locales. Como resultado, las verdaderas Murder
Ballads occidentales -excepto en aquellos casos en los que se
mencionaba a forajidos famosos como Jesse James, Cole Younger, Sam
Bass, y personajes de su calaña- se han perdido por completo, o sólo
son conocidas por los hijos de aquellos que las cantaban. Esos niños son los
ancianos o ancianas de hoy y si no se hace nada al respecto algunos de los
mejores ejemplos de las Murder Ballads occidentales se
perderán para siempre cuando estas personas mueran. En la actualidad las Murder
Ballads siguen ejerciendo una gran influencia en algunos entornos
musicales, especialmente relacionados con la música Folk, aunque también
vinculados con el Country, el Rock o el Blues. En definitiva, un género
curioso, bastante desconocido, denostado por algunos y glorificado por otros. Varias
baladas históricas sobre asesinatos se convirtieron en canciones pop exitosas
en las décadas de 1950 y 1960, incluida “Tom Dooley”, de Kingston Trio (como se mencionó anteriormente), que fue un éxito
número 1 en Billboard en 1958, la versión de Lloyd Price de “Stagger
Lee” también alcanzó la cima de la lista en 1959, mientras que “Long
Black Veil”, de Lefty Frizzell, fue un éxito para
varios artistas a lo largo de los años.
Fuentes:
• Lacasadelosmalfentiblog.wordpress.com
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