El Blues Clásico (EEUU)
Con la grabación de ”St. Louis Blues”, de W.C. Handy en 1911, y “Crazy Blues”, de Mamie Smith nueve años más tarde, la música Blues comenzó a atraer una verdadera atención, tanto a nivel comercial como popular.
En los años siguientes, las grabaciones de Blues casi fueron realizadas
exclusivamente por vocalistas femeninas y, aunque sus fondos musicales
presentaban una puesta en escena más acorde con el Vodevil, su forma de
cantar no podía ocultar la influencia afroamericana. Utilizaban gritos, gemidos
y lamentos para realzar las letras y, en muchas ocasiones, adaptaban al Blues
tanto en forma como en sentimiento otro tipo de canciones populares. Sus discos
se extendieron rápidamente y popularizaron la música del Blues entre oyentes
blancos y durante el período conocido como ”Blues Clásico”. Hasta
aquel momento, el Blues había sido una música funcional en gran medida, surgido
de las Work Songs, y cuyo principal objetivo era la estricta
comunicación en ciertas facetas de la vida del esclavo o del trabajador.
Gracias a la llegada de Handy a Nueva York en 1918, el Blues
de la ciudad adoptó una disposición más atrevida y sofisticada. Lejos de la
melancolía y de la tristeza de las plantaciones y los ambientes humildes del
sur, el Blues Clásico habitó en lugares más majestuosos como cabarets,
grandes espectáculos festivos o teatros en el centro de las ciudades.
Fue un
producto urbanos cuyos intérpretes, a diferencia de los cantantes del Blues
del campo, hombres que solían acompañarse con una guitarra, fueron
principalmente mujeres acompañadas por un pequeño grupo de Jazz consistente en piano
y una pequeña orquesta de viento, o en muchas ocasiones, sólo con un piano.
Además, a diferencia de los artistas rurales, las cantantes de Blues
Clásico solían tener un entrenamiento vocal técnico. La idea de que el Blues
como forma musical podía utilizarse para divertir a la gente desde un punto de
vista profesional, es decir, la idea de que la gente pagaría para ver y
escuchar a los intérpretes, constituyó una revelación. La llegada de
la era clásica sirvió para introducir el Blues entre los gustos de la mayoría
de oyentes y, en cierto modo, fue instituido como tendencia popular y, fue
instituido como tendencia por las compañías de discos. Dentro de la amplia
escena musical, el Blues era un estilo entre otros muchos impulsado por las modas
comerciales, y sus protagonistas se dejaban guiar fundamentalmente por los
gustos de la audiencia. Así es como empezaron a aparecer ciertos elementos de
profesionalismo, y el Blues empezó a situarse en los
puestos que antes habían ocupado el Ragtime, los misntrels o el primer Jazz.
Durante estos años quedaron establecidos dos circuitos para los artistas de la
época. El Theater Owner’s Booking Agency o TOBA era popularmente conocido como
el “Circuito Negro” y tanto los artistas como su público eran afroamericanos.
Por su parte, el llamado “Circuito Blanco” estaba organizado por las
distribuidoras de prestigio como Columbia, y estaba destinado a un público enteramente
blanco, aunque los artistas fueran afroamericanos. En estos circuitos
despuntaron entre 1907 y 1915 las que más tarde serían grandes divas del blues.
El circuito TOBA, que controlaba más de la mitad de los teatros que presentaban
shows ambulantes negros y espectáculos de vodevil, estaba en una posición
envidiable. Los locales se llenaban y los artistas conseguían una enorme
publicidad con sus actuaciones, en especial cuando éstos ya tenían grabaciones
comerciales en el mercado. A causa de la naturaleza altamente organizada de las
apariciones en teatros con arreglos de banda, el Blues urbano a menudo era
compuesto y arreglado por adelantado, lo cual dejaba poco para la improvisación
lírica sobre el terreno. La forma en que floreció el Blues Clásico exigía
bastante atención a la escenografía, el vestuario y la manera de presentarse.
Aquellos espectáculos itinerantes contaban con líneas de coros que cantaban y
bailaban para enganchar e involucrar a sus audiencias. Las divas que lo
cantaban se engalanaban aún más que las canciones, Ma Rainey viajaba con
cuatro baúles repletos de vestidos y accesorios para sus actuaciones.
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