Ayarachi (Perú)



Una de las expresiones musicales y coreográficas más antiguas de la zona quechua de la provincia Lampa en Puno (Sur de Perú), son los Ayarachis. El origen etimológico del término está vinculado a la palabra quechua “aya”, que significa “muerto” o “cadáver”. En general, tanto la música como el baile de este ancestral estilo de música para sikuris, han sido descritos como “de carácter fúnebre”. Las leyendas tradicionales con las que está asociado (música del ritual de la muerte del Inca), tienen, así mismo, evidentes tintes mortuorios. Se cree que es originaria de Lampa, en el altiplano peruano. Sin embargo, y con ciertas variaciones, se encuentra presente, en otras zonas del Perú, como las islas de Taquile y Amantani (lago Titicaca), en la zona de Yungas de la provincia de Sandía, en la provincia de Carabaya, e incluso en la norteña provincia de Chumbivilcas. Quizás los conjuntos de Ayarachis más representativos sean los del distrito de Paratia (Lampa), renombrados por la solemnidad de su sonido, lo señorial de su danza y la fastuosidad de su vestuario. Las tropas de Ayarachis de Paratia incluyen entre doce y dieciséis músicos, cada uno interpretando un phuku (zampoña, contracción del término quechua phukuna, "cosa que se sopla"), y una enorme caja. Los phukus utilizados son de tres tamaños: los grandes, denominados “mama”, que son de 60 a 80 centímetros aproximadamente; los medianos, llamados “lama”, de 30 a 50 centímetros; y los pequeños, llamados “wala”, de 15 a 20 centímetros, a los que a veces se agrega uno más agudo llamado “suli”. En Sandía pueden tener hasta seis flautas, que no se llaman phuku, sino pucu pucu o kinray.
Los ejecutantes de las tropas de Ayarachis portan también un bombo, al que denominan “caja”, que llevan colgado al costado izquierdo y sujeto al mismo brazo que porta el phuku. Esas cajas son de cuero de llama o vicuña y sujetas a aros de madera por medio de cordeles de cuero. Las cajas tocan al unísono marcando el compás de la melodía, pero tanto al principio como al final, suena solo, con tres o cuatro golpes seguidos de otros muy rápidos, a manera de introito y fin. Al comienzo y final de cada frase musical, los phukus tocan dando una nota grave y su octava en nota aguda. La música del Ayarachi de Paratia emociona intensamente, es de una belleza subyugante, tiene marcado acento de tristeza, como si su arte descansara sobre el dolor que no tiene donde reposar. Mientras las notas graves dan el toque de virilidad, las agudas suenan a gemidos. Los hombres de las formaciones llevan un gorro de lana ch'ullu y, por encima, un sombrero adornado con cintas multicolores y un phuru (espectacular tocado de plumas de suri o avestruz andino, cóndor y otras aves). Visten casacas finamente adornadas, un calzón blanco y un pantalón de bayeta negra sujeto con una faja chumpi multicolor. Las t'allas llevan una montera con flores bordadas, pollera negra y casaca adornada con bordados naturalistas. Los Ayarachis de Paratia limitan sus presentaciones a la fiesta de la Virgen del Carmen (16 de julio), y la Virgen del Rosario (en octubre). La danza y música de Ayarachi fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación peruana el 14 de octubre de 2004.







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