Kakilambe (Guinea)
El Kakilambe es un baile de máscara de la gente Baga que vive en
el área costera de la región de Boke (Guinea). Originalmente era acompañada por
los tambores Baga, que son muy similares al djembé. Kakilambe es una importante
máscara del pueblo Baga que aparecía cada siete años. El espíritu del Kakilambe
es reverenciado como el protector de las entidades malvadas.
Aparecía para realizar importantes declaraciones acerca del presente y del futuro. Un sacerdote del Kakilambe es como un traductor, ya que la máscara no hablaba directamente a la gente. Era un gran día cuando aparecía la máscara y todos iban a escuchar. Lentamente la máscara emergía del bosque junto a los sacerdotes. Cuando toda la gente se inclinaba, la máscara ascendía hasta una altura de cinco metros y el ritmo de los tambores se aceleraba. El sacerdote y algunos de los hombres mayores bailaban alrededor de la máscara. El sacerdote recibía la información, luego le daba una señal a los músicos que hacían una pausa y después el ritmo era tocado de manera más lenta y más suave. A continuación el sacerdote transmitía la información recibida de la máscara Kakilambe. El temerario Dios de los Baga, era el señor de las aguas, la lluvia, el viento y el fuego. Cada siete años emergía del bosque sagrado, su llegada era anunciada por truenos y el llamado de los sacerdotes, para aparecerse a la gente aterrada. Primero demostraba su furia contra aquellos que se habían comportado contrariamente a la moral y virtudes. Luego, acompañado por canciones y bailes de alegría y gratitud, desaparecía por otros siete años.
Aparecía para realizar importantes declaraciones acerca del presente y del futuro. Un sacerdote del Kakilambe es como un traductor, ya que la máscara no hablaba directamente a la gente. Era un gran día cuando aparecía la máscara y todos iban a escuchar. Lentamente la máscara emergía del bosque junto a los sacerdotes. Cuando toda la gente se inclinaba, la máscara ascendía hasta una altura de cinco metros y el ritmo de los tambores se aceleraba. El sacerdote y algunos de los hombres mayores bailaban alrededor de la máscara. El sacerdote recibía la información, luego le daba una señal a los músicos que hacían una pausa y después el ritmo era tocado de manera más lenta y más suave. A continuación el sacerdote transmitía la información recibida de la máscara Kakilambe. El temerario Dios de los Baga, era el señor de las aguas, la lluvia, el viento y el fuego. Cada siete años emergía del bosque sagrado, su llegada era anunciada por truenos y el llamado de los sacerdotes, para aparecerse a la gente aterrada. Primero demostraba su furia contra aquellos que se habían comportado contrariamente a la moral y virtudes. Luego, acompañado por canciones y bailes de alegría y gratitud, desaparecía por otros siete años.
Los Baga son una pequeña etnia de no más de 32000 personas que viven en
Guinea. Al finalizar el ritual del Kakilambe los hombres bailaban mostrando su fuerza,
virilidad, confianza y determinación para trabajar con respeto por las
costumbres de su pueblo. Por siete años la tierra sería productiva y las
mujeres fértiles, pero esto dependía del poder de los hombres y del tambor
sagrado sengbe. En un vibrante frenesí, los hombres y las mujeres Baga estaban
unidos en una completa comunión, seguros de que estaban protegidos por los
dioses. La palabra Kakilambe pertenece a la lengua Susu y significa “elevarse
alto como la copa de un árbol”. El nombre original de la máscara era
A-Mantsho-Ngo-Pon (el Gran Mantsho, siendo Mantsho probablemente jefe o rey).
Otros nombres para la máscara eran Ärapan (abuelo) y Wuthem (anciano). La
máscara consistía en una base revestida de tela y con la cabeza encima. Era
transportada por un grupo de hombres que iban escondidos debajo de la tela. En
la cumbre de la máscara tenía sogas largas que servían para elevarla y
mantenerla derecha. Era imperativo que la máscara no se cayera sino provocaría
mala suerte. En los años 60 el dictador comunista Ahmed Sekou Touré comenzó su
“Programa de Desmitificación”, con la intención de terminar con todas las
religiones tradicionales e intentó apropiarse de las máscaras Kakilambe. Sin
embargo, en los años 50, el líder musulmán Asekou Sayon, las había robado y
vendido a coleccionistas de arte y a museos para financiar su Yihad.
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