Punta



Luego de cuatro siglos de haberse asentado en las islas caribeñas y en las costas del Caribe centroamericano, los negros garífunas luchan en un mundo globalizado por mantener, preservar y transmitir su cultura. La comunidad Garífuna, también conocida como los Caribes Negros, se origino en la isla de San Vicente aproximadamente después de la conquista de América y las Antillas. En un principio los conquistadores no se interesaron en San Vicente y Dominica, debido a su falta de metales preciosos. Sin embargo los Caribes si se interesaron en estas islas debido a sus vastas zonas de pesca. Los Caribes eran originarios del delta del Orinoco, lugar que abandonaron para conquistar las Antillas menores. Una vez conquistadas las islas, eliminaron a todos los hombres de la comunidad Arahuaca, quedándose con sus mujeres con quienes formaron una nueva raza, llamada Caliponán. La formación de la sociedad Garífuna se cree que fue causada por dos barcos españoles cargados con gran cantidad de esclavos negros, que naufragaron en 1635 en San Vicente. Los africanos establecieron lazos amistosos con los aborígenes para evitar ser entregados a sus compradores, por lo que adoptaron sus costumbres y lenguaje, y pronto contrajeron matrimonio con las mujeres Caliponán, originando una nueva raza. El nombre Garífuna significa dolor profundo y fue adoptado al ser desterrados de la isla de San Vicente. Los Garífunas eran tan poderosos que constantemente derrotaban a los ingleses y franceses que intentaban apoderarse de la isla. Un ejército de más de 4000 soldados ingleses atacó a los Garífunas que debieron rendirse antes de que fuera demasiado tarde. En 1797 un total de 2248 Garífunas, junto a una provisión de víveres por un año, fueron enviados en barco hacia las Islas de la Bahía en la costa hondureña, arribando a Trujillo al año siguiente. Hacia 1900 las empresas bananeras asentadas en Honduras, Guatemala y Belice, proporcionaban trabajo a los Garífunas, por lo que se establecieron alrededor de las plantaciones en los tres paises. En 1940 las compañías bananeras cerraron sus plantaciones, por lo que muchos Garífunas emigraron a otros países del Centro y Norteamérica, mientras que otros trabajaron en embarcaciones norteamericanas y británicas, durante la Segunda Guerra Mundial y viajaron por el mundo radicándose luego en Los Ángeles, Nueva Orleáns y Nueva York. Se calcula que aún quedan unos 100 mil Garífunas distribuidos en diferentes países que comparten su dialecto Igñeri (que es una combinación de Arahuaco, Francés, Suahili y Bantú); sus prácticas religiosas del Dugú (que es una mezcla de catolicismo, creencias africanas e indígenas); sus danzas; el baile de Punta; cuentos y leyendas; y el sacrificio de gallos y cerdos.
La música Garifuna cuenta con instrumentos heredados de generación en generación y su baile de Punta (sólo con la punta de los pies), es muy reconocido en el mundo entero. El canto y la música van sumamente unidos, es una transmisión de energía de tambores y de maracas que se ve reflejada en el baile. Los instrumentos musicales tradicionales son rústicos, entre ellos, baterías hechas de lata; caparazones de tortugas que se tocan con dos palillos; las maracas que llevan semillas conocidas como Lagrimas de San Pedro; las claves, que son dos trozos de madera, uno ahuecado por donde se introduce la mano para sacarle el sonido; las caparazones de caracoles y quijadas de burro. Aunque el instrumento más básico de todos es el tambor; que se elabora con madera del árbol de guanacaste y el cuero utilizado es de venado o de cordero, porque son animales pacíficos. En las ultimas décadas han incorporado instrumentos eléctricos más modernos a su música, que así logro expandir sus fronteras, con grupos musicales principalmente hondureños, entre ellos Kazabe; Garifuna Kids; Banda Blanca; Silver Stars y Los Roland. En especial la canción Sopa de Caracol que se ha popularizado a nivel internacional. Los espíritus de sus ancestros velan porque su cultura no claudique ante la influencia del Siglo XXI. Sus raíces permanecen presentes en su vida cotidiana y es lo que los hace ser aguerridos como los negros cimarrones que se negaron a ser esclavos.













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