Marzas (España)
Marzas es el nombre que reciben los cantos con que se recibe al mes de marzo, conmemorando así la llegada de la primavera. Se cantan el último día de febrero o el 1 de marzo en diversas localidades ubicadas en la zona norte de España, especialmente en Cantabria.
La mayoría de los pueblos ibéricos de la antigüedad se regían por el
calendario lunar, en el que el inicio del año era el 1 de marzo. Ese día se
escenificaba un ritual al que se llamaba Noche de Marzas, con el que se conmemoraba
el nacimiento de la vida, el inicio del año y la finalización el invierno. Así,
el año comenzaba en la Prima-Bera, o lo que es lo mismo, con la primera luna de
marzo. Posteriormente, Julio César modificó el calendario lunar ibérico,
trasladando el inicio del año al 1 de enero. Pero, los cántabros pusieron gran
resistencia a todo lo que proviniera del pueblo dominador, y conservaron el 1
de marzo para mantener su ritual. Con el tiempo, estas tradiciones fueron
adaptadas por el mundo eclesiástico, trasladando el ritual al 1 de enero y Día
de Reyes. De ahí que en algunos se encuentran las “Marzas de Reyes”, pero sin
dudas, el origen de las Marzas fue pagano y consistía en dar
la bienvenida a la primavera, con todo lo que eso significa para la agricultura
y subsistencia de la vida, dejando atrás al duro invierno. El origen de las Marzas
puede guardar relación con el comienzo del año romano. Para el investigador
Caro Baroja, “los mozos son los descendientes de los que en otras épocas salían
con motivo del comienzo del año o “Kalendae Martiae”, cantando las llamadas
“mariae”, que anunciaban la llegada del primer mes del año, dedicado al dios de
la agricultura”. Se cantaban y aún se cantan en numerosas provincias del norte
de España (Asturias, Castilla y León, Cantabria y País Vasco). La primera
referencia escrita de la palabra Marzas apareció en 1847 para
significar una costumbre que en el “Diccionario Geográfico Estadístico
Histórico de España” describe como una feria celebrada en San Verísimo de
Celanova (Orense), el día de San Rosendo o 1 de marzo.
En Cantabria, ya en 1864
el escritor, José María de Pereda incluyó en su obra "Escenas montañesas"
un relato de Marzas. En el año 1910 apareció por primera vez la palabra Marza
en un Diccionario de la Lengua Española, el que daba dos opciones de la misma:
a) copla que en la Nochebuena, en el Año Nuevo y en la de los Santos Reyes, van
cantando por las casas de las aldeas unos cuantos mozos solteros, b) obsequio
de manteca, morcilla, etc., que se da en cada casa a los marzantes para cantar
o rezar. Posteriormente, el diccionario de 1925 definía a las Marzas
como coplas que los mozos santenderinos van cantando por las noches en alabanza
de la primavera, de los dueños de las casas, etc. Obsequio de manteca,
morcilla. Etc., que se da en cada casa a los marzantes. Además, se encuentran
emparentadas con otras tradiciones como el canto de las coplas en la víspera de
Santa Águeda en el País Vasco. Los grupos marceros estaban compuestos por varones, ya que la ley y la
costumbre de las marzas no consienten más que a mozos solteros, a excepción de
las Pascuas de Resurrección, en las que suelen intervenir cuadrillas mixtas de
mozos y mozas. Estos grupos están formados por cuadrillas o comparsas que
reciben los nombres de marzantes, marceros o pasqueros (cuando salen por
Pascua). Estos grupos están formados por cuadrillas o comparsas que reciben los
nombres de marzantes, marceros o pasqueros (cuando salen por Pascua). A veces
estas cuadrillas de marceros, si los mozos tenían conflicto entre ellos y no
salían a rondar, eran sustituidas por comparsas de hombres casados. Internamente
la cuadrilla de marzantes se encontraba conformada por el presidente, mozo
viejo, regidor, caporal o amo (mozo soltero de más edad), que tenía la máxima
autoridad dentro del grupo; los quintos del año; un conjunto homogéneo de
varios mozos de edades similares, de un mismo ámbito intracomunitario e igual
estatus social; y aquel o aquellos jóvenes que ese año entraban a mozos y
marceaban por vez primera, una vez cumplidos los quince o dieciséis años, una
vez pagada la patente, la cuota o los derechos: pago en metálico o en cántaras
de vino, que daba al novicio el derecho a marcear y poder echarse novia. Las dádivas
o limosnas que se entregaban en metálico, solían ser custodiadas por el
tesorero, el cajero o el mozo viejo que hacía también las veces de bolsero, así
denominado por la bolsa en la que metía el dinero. Una vez finalizadas las
marzas, rendía cuentas, ante el colectivo, de los dineros obtenidos, al igual
que el cestero debía recontar en público los alimentos recaudados y llevarlos a
la taberna o a la casa, donde se organizaba la comida. Algunas rondas de
marzantes, según los lugares y el tiempo, empleaban instrumentos musicales
(aunque la costumbre más generalizada ha sido cantar las Marzas sin acompañamiento
instrumental), tales como: panderetas, carracas, pitos y acordeón,
Las
sobremarzas eran la comida, merienda o cena festiva que se celebraban "el
domingo de comer las marzas" o domingo siguiente al día en que se pedían.
A la cena se convocaba con un toque de campana y estaban invitados los niños
del pueblo y las mozas; o más exactamente, aquellas mozas en cuyas casas se
había cumplido con los marzantes. En algunas aldeas acudían como invitados, el
alcalde, el maestro, el cura, y “los mozos que se hayan casado desde las
últimas Marzas en adelante”. Finalizada la comida, el mozo viejo
depositario del dinero, hacía un último recuento público del mismo, rindiendo
cuentas, colocándolo encima de la mesa. Se calculaban los gastos habidos y, una
vez separada la limosna para la iglesia, se establecía la diferencia entre lo
recaudado y lo gastado. Si existía déficit, se completaba mediante la
aportación igualitaria de los marceros, y si sobraba, pasaba a engrosar las
arcas de la Sociedad de Mozos. En numerosas localidades de Cantabria esta
tradición ha sido recuperada. Hoy en día, en la mayor parte de los lugares
donde la ronda de Marzas ha tenido algunos años de ausencia, se han retomado
introduciendo en el grupo a las mujeres.
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