Si hay una actividad que alegra el espíritu, tonifica los músculos y
despeja la mente, esa es la danza. El verbo “bailar” no habrá sido el más
declinado de la historia, pero sí es el más practicado por la humanidad. Se
trata de una acción inherente al género humano. Desde épocas pretéritas
nuestros antepasados ancestros han danzado al ritmo de palos, maderas o
tambores.
No importa la edad, raza, sexo o nacionalidad; con ritmo o melodía;
en solitario, en pareja o en forma grupal, pocos son los que se resisten a
marcar unos pasos, una Conga o un pequeño Vals.
Pero, si bailar es tan saludable y divertido ¿por qué una persona con
discapacidad física no va a poder disfrutar del baile en silla de ruedas? Este
tipo de danza es la modalidad deportiva practicada en sillas de ruedas,
básicamente para personas con discapacidad motora, una serie de bailes en
pareja donde uno o ambos danzantes permanece sentado sobre la silla de ruedas.
Este tipo de baile es un deporte con normas y reglamentación, siendo practicado
a nivel mundial en más de 20 países, los cuales se hallan representados en la
World Dance Sport Federation (WDSF) y coordinados por el IPC IPC Wheelchair
Dance Committee. En muchos de esos países, la Danza en Sillas de Ruedas
está reconocida como deporte. Aunque últimamente han aparecido muchos videos en
las redes sociales cuyo tema es la Danza en Silla de Ruedas, no se
trata de una moda reciente, sino que formó parte de una inquietud y el sueño
muchas personas allá por la década de 1960. En concreto, se tienen datos del
año 1968 y sus orígenes se sitúan en Suecia. El nombre de Els-Britt Larsson resuena
en la génesis de esta beneficiosa y estimulante actividad. No se trata sólo de
una diversión pasajera ya que existen campeonatos formales y rigurosos a nivel
internacional. La Danza en Silla de Ruedas puede servir como profesión, como
herramienta para fines solidarios o como terapia rehabilitadora. Pero todas sus
aplicaciones tienen algo en común: son beneficiosas y muy divertidas.
Ser
usuario de silla de ruedas y tener movilidad reducida no es incompatible para
bailar. Como profesión artística hay que hablar de los bailes en silla de
ruedas más competitivos: los que se disputan en los campeonatos mundiales por
bailarines profesionales. El Primer Campeonato Mundial de Danza Sobre
Silla de Ruedas tuvo lugar en 1998 en Japón. Ese mismo año comenzó a
figurar como deporte en el Comité Paralímpico Internacional, aunque en la
actualidad no forme parte del programa paralímpico. Existen principalmente dos
niveles de Danza en Silla de Ruedas, cuyas siglas en inglés son LWD (Level
Wheelchair Dancing): el nivel 1 (LWD 1), que abarca hasta los 14 puntos, y el
nivel 2 (LWD 2), para el cual es necesario acumular más de 14 puntos. Los bailes utilizados van desde los latinos (Samba, Rumba
Bolero, Jive, Pasodoble, Cha-cha-chá) y bailes de
salón (Tango, Quickstep, Foxtrot o Vals).
Las modalidades que existen son diversas y variadas. Algunas de ellas son:
*Modalidad dúo: En este caso, la pareja está formada por dos miembros que
bailan en silla de ruedas; *Modalidad combinada: en este caso, sólo uno de los
miembros de la pareja de baile se mueve en silla de ruedas; *Modalidad grupal:
la danza la llevan adelante varias personas en silla de ruedas o de forma
combinada con bailarines sin silla; *Modalidad individual: la danza la ejecuta
un solo bailarín. Existen asociaciones que preparan a los bailarines para los
campeonatos nacionales e internacionales. Así mismo, programas, talleres y
exhibiciones. Los beneficios de la Danza en Silla de Ruedas son
indiscutibles.
Se pueden citar las características rehabilitadoras de esta
actividad, así como el desarrollo y estimulación de ciertos aspectos físicos,
psicomotrices, mentales y sociales que aporta a los que lo practican. Los
estímulos anímicos impulsados por la producción de ciertas hormonas como las
endorfinas, evitan las depresiones. Sea cual sea el nivel o la modalidad, la Danza
en Silla de Ruedas es un arte singular, dotado de tal expresividad,
belleza y plasticidad que toca el corazón del que lo contempla. Se trata de una
danza capaz de arrancar del espectador la sensibilidad que tal vez permanecía
aletargada en su interior. Emoción y sentimiento se funden en las entrañas. Ya
no existen barreras, ya no existen dificultades, ya no existen trabas ni
problemas. En cuanto a la Danza en Silla de Ruedas como
herramienta para fines solidarios, compaginados con diversión, se puede citar a
la fundación Walk&Roll. Mujeres con discapacidad unidas por una gran
pasión, el baile, recorren California presentando sus coreografías. Pero lo más
importante es lo que está detrás de todo esto: estas chicas se dedican a través
de la fundación, a motivar a las personas con discapacidad para que persigan
sus sueños a pesar de las dificultades. La lesión medular cambió sus vidas,
pero gracias a la Fundación Walk&Roll han seguido bailando.
Si ellas pueden, el resto también. Una de las opciones más divertidas y
enriquecedoras, es la danza como terapia rehabilitadora y de integración para
usuarios en silla de ruedas. Un ejemplo, es la asociación de danza integrada Liant
la Troca, ubicada en la ciudad de Granollers (Cataluña, España). Está
dirigida por Jordi Cortés, bailarín y coreógrafo, y organizada por Patricia
Carmona. Patricia, que quedó tetrapléjica a raíz de un accidente,
encontró en el baile en silla de ruedas la satisfacción que antes le
proporcionaba la gimnasia rítmica. En Argentina, el Grupo Alma fue la primera
compañía de danza integradora fundado y dirigido por Susana González Gonz. En
2005, al contar con varios bailarines, estrenaron ”En Ruedas del Amor”,
mientras que en 2009 presentaron “Ruedas de Tangos”, en 2015 “¿Quién
es quién?” y en 2018“Devenir-es”.
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