Las corrientes del Jazz y del Blues pueden haberse
acercado mucho en la década de 1940, más de lo que llegaron a estar en
cualquier otra década. Una de las ramificaciones más grande de este
entrecruzamiento fue el Jump Blues, una forma que prosperó
particularmente en las décadas de 1940 y 1950.
Con su vaivén rítmico,
bulliciosos vocalistas y a menudo alegres canciones acerca de las fiestas,
bebidas y del Swing, no recibieron un análisis crítico tan extenso como el
que se les dedicó a otros estilos, como los guitarristas del Delta
Blues o del Blues eléctrico de Chicago. Durante la década en que prosperó,
sin embargo, puso gran parte de las bases para lo que se conoció como Rhytm’n’Blues,
y así por extensión, del Rock’n’Roll. Las raíces del Jump
Blues, como las de muchos estilos populares que se generalizaron a mediados del
siglo XX, se remontan a las grandes tendencias de modernización social. En la
década de 1940, las Big Bands de los años 30 se redujeron a combos, en parte debido
a la economía, ya que era difícil sostener un gran conjunto. Sin embargo,
existían clientes afroamericanos en los salones de baile que querían un sonido
fuerte y bailable. Esto llevó a muchas bandas de Swing a poner mayor énfasis en
el sonido del saxofón y en el papel de fuertes vocalistas que se hicieran
escuchar por encima del acompañamiento. Hubo muchos notables precursores del
sonido del Jump Blues escuchados en la comunidad del Jazz en la década del 30.
Pianistas como Albert Ammons, Meade Lux Lewis y Jimmy
Yancey idearon los patrones del Boogie-Woogie; cantantes como Slim
Gaillard y Cab Calloway cantaron canciones con enlaces al Blues
y Pop.
Las ciudades del medio oeste, Kansas City y St. Louis, actuaban como
incubadoras de la escena del Jump Blues, con su patrimonio de
bandas de Hot Swing con vocalistas que estaban abiertos a la influencia
del Blues.
Peter
Grendysa escribió en las notas del álbum “Rhino Blues Masters, Vol. 5:
Classic Jump Blues”: "la característica antifonal (llamada y
respuesta) de la música africana era tan evidente en el Country Blues y los Gospels
que se adaptó bien a los Jump Blues, generalmente con la voz
del saxofón tocado contra el vocalista, quien solía gritar, más que cantar
El saxofón se interpretaba con una potencia atlética y gran exuberancia;
el saxofonista soltaba gruñidos y balidos y chillaba para el deleite de la
multitud y la consternación de los fans. Los ritmos de fondo fuertes los
proporcionaban los redoblantes y los golpes en los bordes de los tambores,
reforzados por el bajista que marcaba cada pulso. Algunos de los primeros
intérpretes fácilmente identificables en cantar Jump Blues estaban muy
conectados al mundo del Jazz. Big Joe Turner fue el
mayor responsable de crear el “canto a los gritos”. El Jump Blues comenzó a
explotarse comercialmente luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando los EEUU
consiguieron relajarse después de los años de contribución al esfuerzo bélico,
cuando el Jazz viajó en una dirección menos propia para bailar y un gran
número de afroamericanos se trasladó del campo a las ciudades, llevando con
ellos algunas tradiciones del Country Blues. La costa oeste,
particularmente Los Ángeles, era un hervidero de Jump Blues y proto R&B.
Había una gran comunidad negra y un gran número de combos que buscaban
sobrevivir la transición de las grandes bandas a los grupos pequeños. Surgieron
nuevos sellos independientes que vieron un nicho para la música popular negra
que estaba siendo ignorada en las disquerías. Los saxofonistas, conocidos como “honkers”,
desarrollaron un sonido granulado, con chirridos y frenéticas ráfagas de notas
sobre las melodías aceleradas. Los saxofonistas eran unos showmen vanidosos,
que cargaban sobre sus espaldas la responsabilidad de llevar a las multitudes
al frenesí. Big Jay McNeely, Joe Houston y Chuck Higgins fueron
algunos de los más destacados del Jump Blues. A mediados de los años
50 el Jump Blues entró en franca decadencia, debido en gran medida al
tsunami del Rock’n’Roll. Las estrellas del Jump Blues tuvieron que
luchar para sobrevivir. Algunos se adaptaron al Rock’n’Roll con cierto
éxito, especialmente Joe Turner y Johnny Otis, otros
trataron de adaptarse a la tendencia del Rock sin mayor suerte, como Roy
Brown y Louis Jordan. Sin embargo, parece como si la mayoría de los grandes
del Jump
Blues hubieran desaparecido en un agujero negro de la historia.
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