La popularización de la increíble música popular etíope, se debe en gran
parte al sello de la world music Buda Music. Este sello parisino se ha dado a
la tarea de publicar una colección titulada “Ethiopiques”, la cual
reúne gran parte del sonido del “Addis Swing”, Ethio Jazz y el Abyssinian
Soul de los 60 y los 70, sonidos grandiosos, de una particular entre lo
místico, casi tránsico, y sonidos provenientes del Latn Jazz y psicodélicos
occidentales. En los 60 y comienzos de los 70, se implementó por parte del
último emperador Haile Selassie, una política de apertura, que llevó muchos
ritmos occidentales hasta Etiopía.
Este es uno de los países africanos más
fascinantes, tanto en lo que se refiere a la música como a otros aspectos
cotidianos. A pesar de sus problemas endémicos, entre los que se encuentran el
hambre y la guerra, Etiopía es un laboratorio cultural increíble. Una de las
mayores innovaciones de Etiopía, el Ethio Jazz, es una fusión única
tradicional etíope con Jazz, Afro Funk, Soul y ritmos latinos, mostrando
matices sensuales del Jazz Soul. Las raíces de la
tradición del Jazz de Etiopía se remontan a la década de 1950, con Nerses
Nalbandian, quien sentó una base sólida para el desarrollo de la música
etíope contemporánea. De origen armenio, su familia se instaló hacia 1915 en
Etiopía huyendo del genocidio turco. Nalbandian se hizo cargo como
director de la Ópera Nacional y recibió el encargo del emperador Selassie,
de componer música para el Teatro Nacional. Nalbandian tuvo que encontrar la
manera de armonizar los sonidos locales adoptándolas a las Big Bands, sin destruir
la autenticidad de la música. Ingeniosamente, Nalbandian se dedicó a
resolver esta complejidad: unir las escalas únicas de la música etíope
utilizando instrumentación occidental. A menudo considerado como el pionero de
la música etíope moderna. Nalbandian estableció, sin lugar a
dudas, la base para la evolución del Ethio Jazz.
Pero el padre del Ethio Jazz como ahora lo conocemos,
fue Mulatu
Astatke, quien descubrió su talento y pasión por la música durante sus
estudios de ingeniería aeronáutica, lo que lo motivó a estudiar música e
instrumentos clásicos en el Trinity College de Londres. Luego de trabajar con
varios de los principales músicos de Jazz británicos, e inspirado por
otros estudiantes africanos en Londres, quienes presentaban su música y cultura
al público europeo, comenzó a querer componer y promover la música europea. Al
mismo tiempo Astatke quería saber más sobre el mundo del Jazz,
lo que lo llevó a seguir sus estudios en el Berklee College of Music
de Boston, la única escuela de Jazz en esa época. Después de mucho
pensar e improvisar, finalmente logró combinar las escalas tradicionales
etíopes con las armonías e instrumentación de la música occidental, dando a luz
al Ethio
Jazz. Astatke estableció un cuarteto en Etiopía, grabando los álbumes
Afro-Latin
1 y 2, en 1966, y Mulatu, en 1972. Mientras tanto, la
década de 1970 es considerada como la Edad de Oro del país en cuanto a lo
musical y la creatividad. Aunque en principio la música de Astatke fue rechazada,
con el tiempo el Ethio Jazz tomó impulso, aunque su popularidad se limitó sólo a
Etiopía. Aparte de Astatke hubo una serie de otros músicos influyentes que
trabajaron incansablemente para transformar el paisaje musical de su país en la
década de 1960. Grandes nombres que se destacaron fueron el saxofonista Gétatchèw
Mèkurya, quien participó de muchas de las mayores orquestas de Etiopía;
Mahmoud
Ahmed, que además del Jazz incursionó en la fusión de la música de su
país con el Rock occidental, y los cantantes Alemayehu Eshete y Girma
Bèyènè, quienes fundaron la Alem-Girma Band. El Ethio
Jazz siguió prosperó hasta que en 1974 el régimen marxista de Mengistu
Haile Mariam aplastó la incipiente escena musical etíope. Considerado
como una exportación occidental, gran parte de la música popular de Etiopía fue
censurada, y la creación y práctica musical se limitó a las canciones
patrióticas. Como resultado, muchos músicos huyeron del país o mantuvieron un
perfil bajo, y como consecuencia, una generación creció con casi ningún
recuerdo del Ethio Jazz.
Interesante...
ResponderEliminarAunque algunos son difíciles de comprender para un occidental como yo, muchos de los artistas merecen mi atención...