Los sefardíes
o sefarditas, también conocidos como sefaradíes o sefaraditas (literalmente
‘los judíos de Sefarad’), son los judíos que vivieron en la Corona de Castilla
y la Corona de Aragón hasta su expulsión en 1492 por los Reyes Católicos y
también sus descendientes, quienes, más allá de residir en territorio ibérico o
en otros puntos geográficos del planeta, permanecen ligados a la cultura
hispánica. En 1492 muchos sefardíes se instalaron en países como Israel, Francia
y el Imperio Otomano. En la actualidad la comunidad sefardí alcanza los dos
millones de integrantes, la mayor parte residente en Israel, Francia, Estados
Unidos, Argentina y Canadá. También hay comunidades en Turquía, Brasil, Chile,
Colombia, Marruecos, Perú, Túnez, Países Bajos, Italia y Palestina. Durante el
siglo XIX, el término sefardí se empleaba además para designar a todo judío que
no era de origen askenazí (judíos de origen alemán, centroeuropeo o ruso). En
esta clasificación se incluía también a judíos de origen árabe, de Persia,
Armenia, Georgia, Yemen e incluso India, quienes aparentemente no guardaban
ningún vínculo con la cultura ibérica que distingue a los sefardíes. La música
sefardí o sefardita nació de los judíos españoles instalados en Castilla y
Aragón que adaptaron canciones populares castellanas hasta su expulsión en
tiempos de los Reyes Católicos, siendo una fusión de la música árabe y la
cristiana. Árabe en el ritmo y los instrumentos y cristiana por el idioma en
que se cantaban, que era el castellano. La temática más corriente de las
canciones sefardíes es la amorosa, aunque también destacan las canciones de
cuna y las de boda. Por lo tanto, cuando se habla de Música Sefardí como tal
no se puede hablar de un género nuevo, sino de una adaptación a su medida de
unas melodías ya existentes que hicieron los judíos llegados a España, pero que
ganaron con la llegada de los sefardíes en riqueza rítmica e instrumental. Los
sefardíes, al ser expulsados de España, llevaron su música y tradiciones a
Turquía, Grecia y Bulgaria, países donde se establecieron principalmente. Han
sabido mantener las canciones en castellano que heredaron de sus antepasados
ibéricos pese al paso de los siglos y añadir palabras propias de cada idioma
autóctono.
Con la Música
Sefardí que se sigue practicando en el Mediterráneo oriental en la
actualidad podemos hacernos una idea de cómo sonaba esta música en la Edad
Media. Uno de los rasgos culturales sefardíes que ha despertado más interés ha
sido su repertorio musical. Las canciones sefardíes iban pasando de generación
en generación e iban incorporando nuevas melodías y letras de allí por donde
pasaban. La figura de la mujer sefardí es muy importante como protagonista y
como transmisora en prácticamente todas estas canciones. Por tanto, no podemos
entender la Música Sefardí sin tener en cuenta tres aspectos fundamentales:
el primero son sus raíces hispánicas; el segundo es la mezcla con las
diferentes culturas con las que ha convivido en su exilio; y el tercero, y muy
importante, radica en el hecho de ser una cultura judía. Las canciones
sefardíes se han enriquecido de todos ellos. Si a estos tres aspectos le
añadimos la distinción de género y nos centramos en el importante papel de la
mujer, podremos apreciar la gran singularidad de este repertorio. Los
principales géneros poético-musicales que forman este repertorio son los
romances, las coplas y las canciones o canticas: El romancero es sin duda uno
de los géneros más llamativos de la literatura judeoespañola, quizá por su
relación innegable con la tradición hispánica y por el hecho de que muchos romances
hoy perdidos en la tradición peninsular se han conservado entre los sefardíes,
aunque este hecho no se haya dado tanto por la nostalgia de su origen, como
por mantener una identidad propia en un nuevo entorno. Los romances han estado
presentes en las reuniones sociales, en las familiares, en el acompañamiento
de juegos, en la celebración de fiestas y en el duelo por la muerte. En tal
ocasión entonaban, junto a las Endechas (canciones tristes o de
lamento) tradicionales, una serie de romances de tema triste y lamentoso, sobre
los que pesaba el tabú de no cantarlos en ocasiones que no fueran de luto so
pena de atraer desgracias. De esta forma, el romance ha estado en todos los
aspectos de la vida sefardí, desde los más alegres hasta los más trágicos.
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