Trobairitz
La figura de
los trovadores es suficientemente conocida, pero las Trobairitz han caído en
el olvido de la historia. Estas trovadoras escribieron poesías de alta calidad,
en las que dejaban entrever una personalidad literaria marcada y diferenciada
de la de los poetas hombres. A pesar de su obra, han sido despreciadas hasta
fechas recientes por los historiadores y estudiosos, que las han considerado
poetas menores, cortesanas o, lo que es peor, promiscuas. Otros han negado su
existencia, aduciendo que su obra fue escrita por hombres con nombre de pluma
femenino. En la Edad Media, las mujeres tenían grandes barreras para acceder a
la cultura, y las que tuvieron el privilegio de poder hacerlo, solo podían
expresarse utilizando como pseudónimo del nombre de su marido. El trovador
cantaba al amor de una mujer inalcanzable. Pero en la época también había
mujeres que deseaban cantar al amor. Lo triste es que, mientras que se conocen
más de cuatrocientos nombres de trovadores, cantantes y poetas, se conocen
pocos nombres de mujeres que desempeñaran estas profesiones. Apenas unos veinte
han podido escapar del olvido de la historia. Estas grandes poetisas fueron
conocidas como Trobairitz. El concepto “trobairitz” se utilizó por primera vez
en siglo XIII, y su significado era “componer”. Hasta ese momento, las pocas
mujeres compositoras solo escribían música sacra, siendo las Trobairitz
las primeras compositoras de música secular occidental. Estas trovadoras
pertenecían al mismo estatus familiar y social que sus colegas masculinos. Su
obra solo se representaba en el ámbito privado, y su temática rompía con la
tradición poética del trovador. En este caso, las mujeres reclamaban al amado
su afecto. Algo muy atrevido y arriesgado en la época. Estas nobles mujeres, a
través de sus versos, hablaban de la felicidad, la desazón, el deseo, la
ansiedad; sentimientos provocados por un amor ferviente. En estos versos las
trovadoras buscaban perfección y belleza, describiendo los ideales que
esperaban encontrar en un hombre para amarlo. Este amor era dirigido a
caballeros, trovadores y, también, a otras mujeres. Nunca a sus esposos.
La figura de
los trovadores es suficientemente conocida, pero las Trobairitz han caído en
el olvido de la historia. Estas trovadoras escribieron poesías de alta calidad,
en las que dejaban entrever una personalidad literaria marcada y diferenciada
de la de los poetas hombres. A pesar de su obra, han sido despreciadas hasta
fechas recientes por los historiadores y estudiosos, que las han considerado
poetas menores, cortesanas o, lo que es peor, promiscuas. Otros han negado su existencia,
aduciendo que su obra fue escrita por hombres con nombre de pluma femenino. En
la Edad Media, las mujeres tenían grandes barreras para acceder a la cultura, y
las que tuvieron el privilegio de poder hacerlo, solo podían expresarse
utilizando como pseudónimo del nombre de su marido. El trovador cantaba al amor
de una mujer inalcanzable. Pero en la época también había mujeres que deseaban
cantar al amor. Lo triste es que, mientras que se conocen más de cuatrocientos
nombres de trovadores, cantantes y poetas, se conocen pocos nombres de mujeres
que desempeñaran estas profesiones. Apenas unos veinte han podido escapar del
olvido de la historia. Estas grandes poetisas fueron conocidas como Trobairitz.
El concepto “trobairitz” se utilizó por primera vez en siglo XIII, y su
significado era “componer”. Hasta ese momento, las pocas mujeres compositoras
solo escribían música sacra, siendo las Trobairitz las primeras compositoras
de música secular occidental. Estas trovadoras pertenecían al mismo estatus familiar
y social que sus colegas masculinos. Su obra solo se representaba en el ámbito
privado, y su temática rompía con la tradición poética del trovador. En este
caso, las mujeres reclamaban al amado su afecto. Algo muy atrevido y arriesgado
en la época. Estas nobles mujeres, a través de sus versos, hablaban de la
felicidad, la desazón, el deseo, la ansiedad; sentimientos provocados por un
amor ferviente. En estos versos las trovadoras buscaban perfección y belleza,
describiendo los ideales que esperaban encontrar en un hombre para amarlo. Este
amor era dirigido a caballeros, trovadores y, también, a otras mujeres. Nunca a
sus esposos.
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