La Danza del Venado es un baile místico para entrar al mundo de los sueños entre ciertos pueblos indígenas del norte de México. El verde es visto como una deidad en la cultura de los pueblos de Sonora y Sinaloa, por parte de los paskolas (cazadores). Se considera que la música y la letra de la danza del venado debían haber transitado con muy pocos cambios desde la época prehispánica hasta la actualidad.
El danzante del venado lleva atada
sobre su cabeza, cubierta por una manta blanca que cubre hasta sus ojos, una
cabeza de venado disecada. Los yoremes la llaman masokoba. En cada cornamenta
lleva un listón rojo. Otras veces se añaden listones de múltiples colores. A
veces, también, se añade una pañoleta bordada de flores que cubre parte de la
cornamenta. Las dos astas se bifurcan siempre en dos, para cubrir y sacralizar
todos los puntos cardinales. En el cuello, a menudo, lleva un collar de cuentas
blancas y elementos de concha nácar. En Sonora luce desnudo su torso; en
Sinaloa, con camisa. Alrededor de su cintura, un rebozo atado por un cinturón
tradicional hecho con pezuñas de venado que llaman rijju’utiam. Cubre su parte
baja con un calzón o pantalón, tradicionalmente de manta. En las manos llevan
una especie de sonaja creada con ayales, fruta del árbol del mismo nombre.
Desde las rodillas hasta los tobillos, los clásicos ténabaris, largos cordones
creados con capullos secos de mariposa a los cuales introducen piedritas de río
que hacen un ruido parecido al de las sonajas de las manos. Por último, lleva
los pies usualmente descalzos. Esta Danza del Venado, no se basa,
ciertamente, en una idea compleja. Se trata simplemente de un danzante que, a
través de la danza, se transforma en un venado, imitando sus movimientos,
comportamiento, incluso, su “personalidad”, pero para ello se entregan a un importante
proceso en el cual se consagran, entrenan y preparan. Lo interesante es el por
qué. El yaqui y el mayo, pueblos yoremes, dividen la realidad en distintos
mundos circundantes.
Suponiendo que el mundo humano es el centro, el mundo del
monte (Juya Ania) y el mundo flor (Sewa Ania) lo circundan. De ahí viene el
venado, que durante la danza se introduce fantásticamente en el mundo humano.
Los listones de colores y la pañoleta bordada de flores representan y
simbolizan ese Sewa Ania, el mundo de las flores. El venado lleva flores en las
astas. No es difícil imaginar por qué. En el agreste monte del noroeste
mexicano, es común ver a los venados consumiendo del suelo las flores de
algunos árboles, mientras otras, recién desprendidas de la fronda, caen sobre
sus cornamentas. Algunos danzantes solo atan listones rojos de los cuernos. Se
dice que, a diferencia de los multicolores, representan la sangre del
sacrificio. Las cuentas blancas y de concha nácar del collar, que algunos
confunden con un rosario, simbolizan al sol, la luna y los cuatro puntos
cardinales, así como la cruz de la religión cristiana, residuo del choque con
la cultura occidental tras la llegada de los españoles a sus tierras en 1531. Las
cuatro patas del venado-danzante son sonoras gracias a los ayales y los
ténabaris. El ruido seseante que proviene de ellos se une a la música con la
que tradicionalmente se acompaña; raspadores (jirúkiam) y tambores de agua
(baa’a-wéjai) que simbolizan, estos últimos, los latidos del corazón del
venado. El ruido de ayales y ténabaris pueden sugerir el ruido de las finas
pisadas del venado sobre la acostumbrada hojarasca seca de los montes de
Sinaloa y Sonora. No se sabe bien por qué los yoremes eligieron al venado entre
todos los animales de sus agrestes suelos.
No cabe duda que tuvieron que verlo
con admiración. El sentido común dice que si eligieron a este animal es porque,
en cierto sentido, se identificaban con él. Un pueblo, obligado a sobrevivir y
resistir a la fiereza de la guerra. Nunca se sabrá a ciencia cierta. Ellos
mismos desconocen parte de su historia cultural, de su origen, de sus
tradiciones. Muchas leyendas que se contaron por años a la sombra de las
ramadas o al calor de las hogueras se perdieron para siempre. Muchos rituales
ancestrales dejaron de practicarse y se olvidaron para siempre. Por fortuna,
actualmente, los múltiples pueblos de la nación yoreme mantiene con vida los
que han sobrevivido, como la Danza del Venado. Incluso, ha habido
artistas que lo han retomado y lo han llevado a otras partes del mundo. Un
ejemplo es Michelle Félix, bailarina, coreógrafa y docente originaria de
Culiacán, Sinaloa, quien la llevó hasta Alemania, donde vive actualmente. Ahí,
a través de su obra “Juya Ania”, difunde los valores de
la comunidad yoreme. Al hombre que interpreta al venado, se le alimenta desde
niño con comida diferente a la del resto de la comunidad. Esto es para que
represente de manera digna al Dios Venado que servirá de alimento, además este
sacrificio permitirá que su espíritu evolucione de esta forma trascenderá de
una manera correcta. Los demás personajes son cuatro cazadores o pascolas. Cada
uno representa diferentes características. Uno es un perro o un burro, el
segundo y el tercero son coyotes y el cuarto es un anciano llamado Yoowe, quien
finalmente ejecutará al venado para posteriormente ser consumido por la
comunidad. Los cazadores llevan máscaras de color negro con blanco y en
ocasiones con color rojo, éstas tienen largas barbas blancas, ellos también
llevan el torso desnudo. En la cintura tienen un cinturón de cascabeles
metálicos con una pañoleta de colores.
El cabello está recogido hasta la
coronilla y en el pecho llevan un collar o un rosario. Llevan capullos en los
tobillos y una sonaja en cada mano. Durante la danza, entra al escenario el
venado el cual sus principales características son la libertad, la sorpresa, la
curiosidad, la tranquilidad pero a su vez es asustadizo y siempre en estado de
alerta. El danzante se mueve con mucha gracia buscando imitar los movimientos
de este gran animal y lo logra tan bien, que parece que se está viendo a un
ciervo. A continuación, entran los pascolas o cazadores de uno en uno, el
primero es el perro o un burro que son los animales menos adorados por los
yaquis, su intención es mantener vigilado y empezar a abrumar al venado. Posteriormente
entran a escena los dos coyotes que buscan intimidar amenazando al venado
mientras este se defiende con sus grandes dotes de habilidad y elasticidad. Finalmente
entra a escena el anciano o Yoowe quien es el jefe de la comunidad o el grupo.
Va armado con arco y flechas. Se desarrolla una batalla entre ambos y finaliza
con la muerte del venado. El venado es retirado, se desarrolla una danza entre
los Pascolas que se interpreta como una celebración por el logro. La Danza
del Venado yoreme sigue viva. Y mientras así sea, los ayales y
tenábaris se seguirán oyendo.
Fuentes:
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