La danza ritual del Zaar o Zar tiene su origen en algunos países de Medio Oriente, (especialmente Egipto), y el norte de África incluyendo Marruecos, Argelia, Arabia Saudita e Irán. Las diversas fuentes aseguran que tiene sus raíces en antiguos rituales africanos llevados por dos figuras representativas: Azuzar y Asitu.
Es un baile ritual cuyos movimientos
son rítmicos y repetidos y en donde la bailarina se deja llevar para encontrar
una catarsis en la cual todos los movimientos parecen ser causados por un
trance hipnótico que nace del ritmo. Tradicionalmente, se realizaba con el
objetivo de curar a los enfermos del alma, es decir, una especie de exorcismo
donde se trataba de calmar a los malos espíritus y demonios que causaban el mal
y así, curar al afectado, consiguiendo que estos lo dejaran tranquilo. Lo
realizaban exclusivamente mujeres, colocando al enfermo en el centro de un
círculo formado por las bailarinas, y se sacrificaba un animal con cuya sangre
se manchaba la ropa del enfermo. Si se hace debidamente debe de acompañarse de
personas expertas en el tema y un guía y una sacerdotisa o matrona o un hombre
sabio que proteja, canalice y lleve a buen término tal ritual, pues de lo
contrario se estaría despertando malas energías y enfermedades que se saldrían
de control. Después comenzaba el baile llegando al trance, que con dicho trance
llegaba la cura del espíritu maligno y se procedía a cambiar la ropa sucia del
enfermo por otra limpia, terminando así la ceremonia. La danza era transmitida
de madres a hijas, pero con la llegada de la ley islámica, la danza fue
prohibida. Hoy en día se baila como exhibición, con músicos especialistas de
este ritual y generalmente gratis. Existen danzas de trance similares en África
del Norte como el Gnawa. Algunos sufis de Turquía y alrededor del mundo hacen una
ceremonia religiosa llamada “Zikr” (rememoración de Alá). Ésta
también puede ser por horas o incluso días y puede envolver giros derviches,
giros de cabeza, inclinaciones, arqueo del pecho de izquierda a derecha y otros
movimientos designados para brindarle al participante el estar más cerca de Alá.
La palabra “Zaar” significa “visitación”,
que se refiere a ser “visitado” por un espíritu o demonio. Un instrumento
musical aparece en el ritual, es el Zar Tanbura, una lira de seis
cuerdas, que, al igual que la práctica Zaar en sí mismo, existe en varias
formas en una zona que se extiende desde el este de África a la Península
Arábiga.
Otros instrumentos incluyen manjur (pezuñas de cabra unidas a un paño
que se toca atando el instrumento a la cintura) así como diversos instrumentos
de percusión. El ritmo utilizado tiene como base un Ayub muy lento y
acompasado, volviéndose cada vez más intenso hasta llegar al colapso total;
esto es debido a que se cree que el último lugar donde el espíritu se aloja es
en el cabello, y es allí donde se adhiere antes de ser finalmente arrojado. Las
bailarinas mueven la cabeza de un lado a otro o girándola, dando latigazos con
su pelo al son de la música de percusión, llegando a una velocidad frenética,
donde hiperventilan, entran en un estado de conciencia que les lleva al trance
y suelen acabar muchas veces desmayadas. Se entiende que con el trance se calma
al espíritu maligno y se procede entonces a cambiar la ropa sucia del enfermo
por otra limpia terminando asi la ceremonia. Esta danza se ha ido incorporando
en los escenarios y su objetivo principal está relacionado con el fluir a través
del ritmo ya que no es una danza para mostrar dotes o virtudes al espectador,
sino que es una danza por y para la bailarina, para conectar con su esencia,
para entrar en un estado de libertad a través del movimiento. Son muchas las razones
por las que las mujeres se sienten atraídas por el Zaar en Oriente medio.
Las mujeres de clase baja que viven en la pobreza están bajo una gran cantidad
de estrés en su vida cotidiana. Sin embargo, hay muy pocos o ningún punto de
encuentro para ellas. El comportamiento islámico adecuado dicta que las mujeres
se queden en casa y actúen con dignidad. Deben cocinar, limpiar y cuidar de sus
maridos e hijos. Salir a bailar no es una opción para ellas, ni tan siquiera
para desahogarse.
Tampoco lo es ver a un psiquiatra si se sienten deprimidas o
con pensamientos de suicidio. El Zaar está prohibido en el islam si
bien a veces se nombren palabras contenidas en el Corán. Las enfermedades mentales
que son curables no son aceptadas en su mayor parte en las zonas rurales. Pero
la creencia en los espíritus está muy difundida en Egipto y partes de África, y
se remonta a miles de años. Incluso el Corán menciona a los demonios y a los
demás seres como creaciones de Dios, además de los seres humanos. A través de
la creencia en la posesión de los espíritus, las mujeres forjan una red social
que actúa como una red de seguridad para ellas. Sus dolencias físicas sin un
diagnóstico claro permiten a ellas que bailen. Las ceremonias alientan a las
adeptas a dejar a un lado su vida cotidiana y viajar al mundo espiritual para
un muy necesario descanso. El Zaar es para mujeres; los hombres
intervienen de otro modo ya que no danzan, ellos tocan instrumentos o realizan las
ofrendas pertinentes. En Egipto este ritual tiene lugar en una habitación
cerrada donde se coloca un altar o un símil que lo represente. En Etiopía, Zar
también se refiere a los espíritus malévolos. Muchos cristianos etíopes y los
musulmanes dicen creer en los espíritus. Entre ambos grupos, las enfermedades
mentales a menudo se atribuyen a una posesión. En Etiopía, la posesión Zaar
es más común entre las mujeres, mientras que entre los inmigrantes en
Occidente, los hombres son más comúnmente afectados. Al mismo tiempo, muchos
etíopes creen en espíritus benévolos, espíritus protectores, o Abdar.
Esta creencia en Abdar y Zaar se ajusta al tradicional
dualismo del bien y del mal y otros arquetipos supersticiosos. En la
actualidad, la bailarina que hace esta danza Zaar porta en ocasiones
un pequeño brasero de mano con borkhul (una especie de incienso aromático), o
va acompañada de un hombre que bendice su cabeza con dicho incienso. Este baile
presenta mucha dificultad puesto que hay que representar la intensidad y
dramatismo de esta ceremonia y convertirla en baile.
Fuentes:
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