sábado, 10 de junio de 2023

Chicago Blues (EEUU)

 


A orillas del lago Michigan, en el Estado de Illinois, Chicago es la tercera ciudad más importante de Estados Unidos. Como otros grandes centros urbanos, su historia fue construida en gran parte por la inmigración.

En este caso interna. Al hablar de Blues de Chicago, la asociación inmediata hace suponer que se trata de músicos nacidos en el topónimo que los aglutina. No es así: los bluseros, al igual que gran parte de la comunidad negra del sur profundo norteamericano, comenzaron en los años treinta una migración masiva a los grandes focos urbanos motivada por la Depresión y el racismo. Chicago, ya desde principios de siglo XX, era un importante foco industrial y comercial, y recibió esa oleada que, como suele pasar con todos los inmigrantes, la inmigración proveniente del sur del país no solo aportó mano de obra. Con ellos llegaba una cultura ligada a tradiciones religiosas, musicales, lingüísticas o laborales muy distintas a las de la ciudad. Estos sentires culturales se sintetizaban en un ritmo musical rechazado incluso en sus tierras: el Blues. En medio de los años cuarenta, y concluida la Segunda Guerra mundial, floreció una serie de clubes que albergaron a los recién llegados, la mayoría proveniente del Delta del Mississippi. Sin limitarse meramente a Chicago, esos clubes, a los que se sumaron algunos teatros, constituyeron el Chitlin’ Circuit, nombre derivado de la palabra chitterlings, una comida a base de intestinos de cerdo que la comunidad afroamericana sureña solía consumir a modo de entrada. Nacido en las plantaciones de algodón. Derivado de los cantos religiosos y algunos modos de sus antepasados africanos, el Blues era la música rural de los negros hijos o nietos de los últimos esclavos en los estados del sur estadounidense. Así como en nuestro país los etnógrafos, folkloristas y musicólogos, viajaban a las plantaciones de Tucumán, Salta, Santiago del Estero o Formosa a buscar rasgos culturales orales y ligados a los pueblos originarios; en Estados Unidos lo hacían en los estados del sur.
Llegaban con grabadores y buscaban músicos que expresaran esa música rural y folklórica. Al llegar a las grandes ciudades, los migrantes buscaban juntarse entre sí y mantener sus costumbres. Pero había un problema. Los bares y las tabernas eran más ruidosas. La ciudad entera era más ruidosa. Sus viejas guitarras acústicas no se escuchaban entre el bullicio de los parroquianos. La solución fue empezar a amplificar el sonido. La guitarra dejó de ser acústica y comenzó a enchufarse. Eso sí, mantuvieron el ritmo y con él, el sentido de la música. Solo que ahora se había endurecido para hacerse escuchar entre los ruidos de la ciudad. En 1948, Phill y Leonard Chess, dos inmigrantes polacos, escucharon por primera vez a McKinley Morganfield, más conocido como Muddy Waters. Es probable que Muddy Waters no haya sido el primer blusero en enchufar una guitarra. Pero sí fue el primero en tener éxito con el Blues Eléctrico. Muddy, que había nacido en 1913, tenía 35 años cuando grabó “Rollin’ Stone” con Phill y Leonard Chess, los creadores de la discográfica Chess Records. El sello fue la gran meca del Blues a partir de finales de los 40. Muddy Waters fue su primera estrella. Después de él llegaron Howlin’ Wolf, Bo Diddley, Little Walter, John Lee Hooker, Willie Dixon, Sonny Boy Williamson, Chuck Berry, Koko Taylor, Buddy Guy, Etta James, entre muchos otros y muchas otras. La mayoría de los grandes músicos de Blues hicieron sus primeras grabaciones con Chess o, al menos, dejaron algún registro en sus estudios. A finales de la década del 40 y ya siendo famoso en la escena del Blues en Memphis llegó a Chess: Chester Burnett más conocido como Howlin Wolf.
Con su metro noventa y ocho y una voz áspera similar a un rugido, fue algo así como el rival complementario de Muddy Waters, quién se había acostumbrado a ser la gran estrella de Chess Récords. Rivales o no, cada uno con su estilo proyectaron el blues más allá de Chicago y pusieron a bailar a los negros de las grandes ciudades de EEUU. De Chicago para el mundo, el Blues fue la música popular de la década del 50 hasta la aparición del Rock and Roll. La mayoría de los músicos del nuevo género eran blancos: Elvis Presley, Bill Halley o Carl Perkins. Phill Chess antes que un amante del blues era un gran comerciante y entendió que necesitaba una nueva estrella para mantener las ventas. El hombre que mantuvo a la discográfica entre las mejores de la época fue Chuck Berry. Pero eso ya era Rock and Roll. El Blues de Chicago tuvo dos etapas de copiosa producción, en las que se sentaron las bases del sonido no sólo del género, sino también del incipiente Rock & Roll. En la primera, la cabeza visible fue Muddy Waters. La segunda etapa comenzó a mediados de los años 60 y tuvo como protagonista principal al guitarrista y cantante Buddy Guy, y fue en ese período cuando se afianzaron las relaciones carnales entre el Blues y el Rock de la mano de los británicos Alexis Korner, Graham Bond, John Mayall, Eric Clapton, Jeff Beck, Peter Green, Jimmy Page, Long John Baldry, Tony McPhee, Alvin Lee, y también de los nativos Paul Butterfield, Mike Bloomfield, Roy Buchanan, Elvin Bishop, Charlie Musselwhite, etc. El Blues, a diferencia del Rock and Roll¸ era música de negros.
La población blanca, al menos a nivel masivo, se inclinaba por otros géneros. Todavía no habían explotado las revueltas por los derechos civiles de la población negra. La segunda explosión del Blues y el ingreso del público blanco coincidieron con las luchas de la década del 60, pero no tuvo que ver con eso. Tuvieron que llegar unos muchachos blancos de pelo largo desde Inglaterra para que EEUU volviera a mirar a los viejos bluseros. Cuando Mick Jagger, Keith Richards, Brian Jones y Charlie Watts tuvieron que buscar un nombre para su banda lo tomaron de aquella primera grabación de Muddy Waters: “Rollin’ Stone”. Cuando los ya famosos Rolling Stones viajaron por primera vez a EEUU fueron a conocer los estudios de Chess Records. La única presentación televisiva de Howlin’ Wolf se dio porque los Stones pidieron que él fuera parte del programa donde ellos tenían que presentarse. Mezcla de racismo e imperialismo tardío, tuvieron que llegar unos blancos británicos para que la población también blanca de EEUU prestara atención a su propia música popular. Howlin’ Wolf tenía más de sesenta años cuando se metió en un estudio en Londres a grabar con Eric Clapton, Steve Winwood, Charlie Watts y Bill Wyman. Un año más tarde haría lo mismo Muddy Waters a los sesenta y dos años. Las bandas de Rock y Blues británicas alcanzaron la fama tocando las canciones de los bluseros de Chicago. Blancos enriqueciéndose con la cultura negra.

 

 

Fuentes:

 

• Lastimaanadiemaestro.com

• Clarin.com

 


 

















































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