Mallorca es tierra de bailes y de fiesta. Tal vez porque los hombres que viven rodeados de mar intentan explicarse el mundo de un modo especial. Un mundo que los antiguos mallorquines dividían a menudo en dos extremos difíciles de conciliar: la belleza y la oscuridad, el Bien y el Mal.
Muchas son las celebraciones que
tienen lugar en la isla, una por cada pueblo, de la costa al interior. La
mayoría de estas fiestas, representaciones de combates que reviven viejas
leyendas, bailes de calle, procesiones y disfraces, tienen un origen oscuro.
Nadie conoce el momento preciso en que surgieron ni de dónde provienen. Todo
son hipótesis e imaginaciones cuando se trata de hacer su historia, porque lo
único claro son los actos vivos que, un año tras otro, atestiguan la presencia
de lejanos afanes. Seis hombres y una dama, el demonio marcando territorio,
saltos, cascabeles, vueltas, pañuelos, flores y ramos de mirto o albahaca.
Estos son los elementos que conforman una de las danzas más misteriosas de
Mallorca, el Baile de los Cossiers, que puede verse en algunos
pueblos de la isla en fechas señaladas danzando al son de las xeremíes (instrumento
musical de la familia de las cornamusas), el tamborino y el flabiol (flauta de
madera). El origen del Baile de los Cossiers es incierto.
Algunas teorías apuntan a que fue introducido a Mallorca por parte de los
pobladores catalanes, que celebraban un baile similar por la fiesta del Corpus
Christi. Otras, que su origen se remonta a tiempos anteriores, siendo
contemporáneo a las civilizaciones clásicas mediterráneas de Grecia y Roma. Hay
quien incluso sitúa su origen en los tiempos del neolítico. Sea como fuere, se
trata de una danza que ha ido cambiando con el paso de los siglos, abandonándose
y recuperándose e introduciendo nuevos elementos, como los vinculados a la
religión cristiana.
La dama es el personaje que dirige el baile. Históricamente
los hombres desempeñaban este papel en el baile, pero su rol era de personaje
femenino. Los personajes masculinos bailan, saltan e interactúan con la dama,
que es la figura central del baile. Por este motivo, algunas teorías apuntan a
que el Baile de los Cossiers se trata de antiguas fiestas paganas de
la fecundidad. Ésta puede ser la significación de los seis personajes
masculinos que giran y saltan alrededor de la dama, el elemento que coordina el
grupo. En total, siete figuras, la cifra mágica. Después, el primitivo ritual
pagano se incorporó a las celebraciones cristianas y sirvió de acompañamiento a
la procesión del Corpus. No es fácil hallar testimonios que nos den referencias
de la antigüedad de los Cossiers. La documentación más
antigua conservada data del año 1544, en el que se tiene constancia escrita de
su existencia en Sóller. Sin embargo, se tiene la certeza de que las danzas
eran interpretadas en muchos pueblos distintos: Algaida, Montuiri, Manacor,
Pollenca, Alaró, Felanitx, Porreres, Santa Maria, Valldemossa, Sineu, etc.
Pero, actualmente sólo se conservan en Montuiri –único pueblo donde la
tradición nunca se ha interrumpido-, Algaida, Pollenca y Manacor. Se trata de
un ritual complejo, donde cada gesto se mide y todos los movimientos están
predetermindos. No hay lugar para las improvisaciones en una fiesta que se
repite, idéntica, a lo largo de los siglos. Por eso los bailarines deben
conocer perfectamente cada una de las piezas que interpretan, porque la
fidelidad y la exactitud son condiciones fundamentales. El escenario es siempre
doble: el exterior, las calles del pueblo y, a menudo, antes frente al portal
de la iglesia y, luego, en la plaza; y, en el interior del mismo templo, la
única danza en la que no participa el demonio, el acompañante de los Cossiers
cuando el baile no se celebra en la iglesia como parte del acto
litúrgico.
En la calle, el demonio juega entre el público que contempla la
fiesta. Antes de empezar, gira por entre los espectadores, alejándolos con
movimientos divertidos y provocadores. Vestido con tela de saco, con una
máscara en la que se han dibujado símbolos de fuego y serpientes, salta y corre
imitando, en una parodia grotesca, los movimientos de los Cossiers, los pasos y los
gestos de aquellos de quienes quiere burlarse. Él es la contraposición de la
dama, prudente y suave, sin permitirse un solo gesto que no le corresponda.
Vestida de blanco, casi siempre entre los Cossiers, representa el Bien, las
fuerzas que luchan contra el diablo. Éste es el significado que se oculta
detrás de las danzas: un combate cruento y terrible donde, pese a todos los
obstáculos, siempre gana la vida. El rojo, el verde y el amarillo son los
colores de los Cossiers de Algaida. Los pañuelos que llevan en las manos y las
cintas de sus sombreros se levantan durante los rituales; las cortas capas
cubiertas de espejitos y los sombreros de alas dobladas en punta son parte de
la fiesta de San Jaime, el 25 de julio, y de San Honorato, el 16 de enero. En
verano, el olor de la albahaca que llevan siempre los bailarines es un
indicativo del acto. En Algaida, el baile se interrumpió como tradición popular
durante vanos años, precisamente cuando el propietario de un restaurante
organizó un grupo de Cossiers asalariados que bailaban
para los visitantes. Eran los años del "boom" turístico, el inicio de
muchas desvirtuaciones de las costumbres isleñas. Sin embargo, pronto se
recuperó la fiesta.
Una fiesta en la que la dama -papel que antaño, por razones
sociales, interpretaba un hombre- tiene una función clave: ella es la que
dirige los movimientos de todos los Cossiers; durante las danzas se
convierte en el centro de atención y es la que les induce a vencer al demonio,
muerto en uno de los bailes más conocidos, la titoieta. El demonio se agita y
provoca a los bailarines hasta que, por fin, es vencido. Pero la ficción, la
muerte de las sombras que representa, dura sólo un instante. Pronto regresa a los
juegos entre el mismo público que, año tras año, aplaude su derrota. El baile
más solemne es el de la ofrenda. En la iglesia, y el día de las grandes
solemnidades, cuando llega el ofertorio, la dama conduce danzando a cada uno de
los Cossiers
hasta el sacerdote. La música de la xeremía y el tamborino, a veces también el
flabiol, marca el ritmo de los bailarines. En Montuiri la fiesta se celebra el
15 de agosto, día de la Virgen, y los días 23 y 24 del mismo mes, en la víspera
y la festividad de San Bartolomé; en Manacor por la Feria de Mayo; y en
Pollenca el dos de agosto, festividad de la Virgen de los Ángeles. En estos dos
últimos pueblos la danza se interrumpió durante muchos años, hasta que la
recobraron grupos de jóvenes universitarios. Nadie duda de que los Cossiers
fuera de su pueblo y del día señalado pierdan su significado. Por eso nunca se
ven en un momento ni un lugar distintos a los indicados por la tradición. El
ritual es complejo y sólo puede repetirse cuando la fiesta lo indica. La figura
del demonio marca el terreno del baile, formando un círculo con la ayuda de un
gran garrote. Interactúa con el público, desafiándolo y manteniéndolo a raya, e
interviene en la danza intentando entorpecer a la dama, que es protegida por
los Cossiers.
El Baile
de los Cossiers tiene ligeros cambios dependiendo de la localidad y se
adapta a las fiestas de cada pueblo. Los Cossiers más destacados de la isla
son los siguientes: • Cossiers de Montuïri: Los Cossiers de Montuiri son
los más antiguos de la isla y han bailado ininterrumpidamente todos los años
desde el siglo XVIII. Su vestimenta complementa el blanco típico del Cossier
con los tonos amarillos, verdes y rosas. “Banyeta Verda” es el demonio que
participa en esta danza. Los Cossiers de Monutïri bailan el día
de la Mare de Déu d’Agost en las Fiestas de Sant Bartomeu. • Cossiers d’Algaida: Otros
de los Cossiers clásicos y famosos de Mallorca recuperaron su baile en
la década de los 70 después de un decenio de parón. En el baile “Titolieta”, la
dama derrota al demonio. Los Cossiers de Algaida bailan los días
de Sant Honorat, el patrón del pueblo y por las Fiestas de Sant Jaume. • Cossiers
de Manacor: Recuperados en la década de los 80 tras estar inactivos
desde la Guerra Civil, el baile de los Cossiers de Manacor ha sido nombrado
recientemente Fiesta de Interés Cultural. Los Cossiers de Manacor
danzan con motivo de las Ferias y fiestas de primavera y también por
Pentecostés. • Cossiers d’Alaró: Los Cossiers de Alaró realizan sus
bailes por las fiestas de Sant Roc. Han sido los últimos que han permitido
participar a la mujer en el baile que desempeña el papel de la dama desde el
2016. Destacan por sus coloridos vestidos, íntegramente rosas, rojos y azules.
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