La música
puede variar según quien la escuche, más allá de cómo suene. Y hay para todos
los gustos. Por ejemplo, la ciencia ha determinado cuál de los géneros es el
más triste, como también existen otros a la luz de la posmodernidad y otros
que, quizá, sólo causen risa. Pero podría decirse que en eso consiste el mundo
musical: una infinita gama de enfoques, sonidos y propuestas.
Entonces nos encontramos
con el Noise, un género musical bastante estridente que introduce el
ruido (noise en inglés quiere decir ruido) como parte de su composición. Imaginemos
perder toda referencia de las escalas, tónica y de ritmo, pero aún identificar
una rara y aberrante idea de belleza musical. Imaginemos prender un montón de
electrodomésticos, subirle volumen a la radio cuando está sintonizado nada más
que estática. He ahí el Noise, en cuyo origen se esconde un
objetivo claro de los primeros intérpretes y defensores del género: crear una
tendencia anti-pop, ya que para ellos el Pop era ruido ante sus oídos. En
1913, la oleada de los poetas y artistas futuristas italianos influyó en la
concepción musical. El pintor y compositor Luigi Russolo ya prefiguraba lo que
se avecinaba en el campo de la música con sus ruidosas composiciones. Se
podrían identificar los primeros trazos del Noise (también llamado
ruidismo) en piezas de Russolo como "Serenata
per intonarumori e strumenti", compuesta para un instrumento
inventado por él mismo y que consistía en generadores de sonidos acústicos que
permitían crear y controlar dinámicas en las frecuencias y en las alturas con
diferentes tipos de ruido. En 1922, Arseny Avraamov, tras haberse negado
a ir a la primera guerra mundial y escapar de su país, hizo un trabajo llamado:
“La
sinfonía de la fábrica de sirenas”, el cual hizo, en un evento público,
y su trabajo incluía sonidos de sirenas, cañones, disparos, autobuses, entre
muchas otras. Este trabajo no fue importante solamente en el Noise,
sino que, gracias a esta sinfonía, fue que se crearon las bandas sonoras de muchas
películas.
Seguido de esto, compositores modernistas como Arthur Honegger en 1923,
tratan de imitarlo con motores de vapor, o incluso George Antheil hizo una
composición exagerada con 16 pianos, 3 hélices de avión y 7 timbres eléctricos.
Posteriormente, tras los periodos de guerra en Occidente, la gran influencia de
la acusmática (referente a la práctica de escuchar sin ver o identificar la
fuente del sonido) no sólo afectó al campo de las artes visuales, sino a la
música; además de los avances tecnológicos y de la visión cada vez más
experimental que se gestaba sobre la música. Todo esto implicó un cambio
radical en la forma de escuchar. El Noise surgió prácticamente de esa
conjunción de aspectos, apoyado por artistas experimentales de la década de los
70. La aparición de la Música Concreta o acusmática le dio
aun mayor fuerza al Noise. Como teoría, el ruido era maleable en un espectro
musical, por lo que los artistas contaban con una infinidad de formas de crear
ruido rosa, blanco y marrón, pues las posibilidades se lo permitían. Los músicos
experimentales se encontraron con un paisaje ilimitado de texturas, ritmos y
sonidos. En sus inicios no era siquiera considerado un género musical, sino que
formaba parte de la gama de arte experimental y sólo algunos músicos
entusiastas de la época, sobre todo Punks que más tarde impulsaron el
subgénero Synth Punk o Electropunk, tomaron al Noise
para incorporarlo a su propuesta y lo hicieron parte de su vida musical.
Sin
embargo, no tomaron al ruido como principal objeto musical, sino a las
disonancias musicales que el Noise generaba. Este encuentro de
sonoridades tuvo resultados que pueden verse en bandas como Suicide
o Pere
Ubu, con un claro sonido melódico que incluye un trasfondo más
abstracto, producto del Noise. A mediados de la década de
los 80, la música Noise parecía estar en todas partes, cruzando océanos y
difundiéndose por los continentes, desde Europa hasta Norteamérica, Asia
(especialmente Japón) y Australia. Músicos con historiales diversos estaban generando
sus propias variantes del Noise. Grupos tales como EinstürzendeNeubauten,
SPK
y Throbbing
Gristle atraían a públicos cada vez más numerosos a sus actuaciones en
directo en fábricas antiguas y los mensajes industriales de Psychic TV eran
compartidos por unos quince mil jóvenes que se unieron a su red televisiva
global. Veinte años después, las erosionadas fábricas de Providence, Rhode
Island, el cambio de escenario del centro de Nueva York a Brooklyn, las
notables desigualdades del área de Detroit y la brecha social cada vez más
pronunciada en Osaka y Tokio volvieron a convertir al Noise en el centro de
atención. La idea de que existe un género coherente de música llamado Noise
se gestó a comienzos de los 90. Se convirtió en un término normalizado porque
es una categoría suficientemente imprecisa como para ahorcar las estrategias
sónicas tremendamente diferentes que emplea un gran número de músicos por todo
el mundo. Ciertos modos de componer, interpretar, grabar, difundir y consumir
el sonido pueden considerarse formas de música Noise. El nacimiento de
la cultura Noise sólo puede entenderse en el contexto del colapso de la
ciudad industrial. El Noise es un género profundamente
metropolitano, que se manifestó por primera vez en un paisaje industrial urbano
devastado y en un clima cultural reaccionario de los años 80 de Tatcher y
Reagan, y quizá en menor medida durante el periodo de Yasuhiro Nakasone.
Simultáneamente a la desindustrialización de Occidente y Japón, se produjo un
desarrollo que fue de la mano de un proceso de globalización: la emergencia de
una red de información global y de corporaciones transnacionales inmensas. El Noise,
más allá que un género musical convencional, es de las primeras formas de
música en la que la idea tiene más peso que el talento artístico musical del
intérprete o su capacidad para comunicarlo. El Noise más definido es el
heredero del ruido real y sólo intentaba exteriorizar los sentimientos que la
humanidad vivió en esos momentos de crisis.
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