Galicia rebosa historia, cultura y tradiciones por sus cuatro provincias. Toda la longevidad de esta tierra ancestral nunca para de sorprender y, siempre, descubre nuevos mundos. Sin duda, esta es una comunidad con un rico patrimonio, artístico y cultural, que lleva por bandera su representativa música folk.
El Alalá
es el canto más representativo de la identidad y el alma gallegas. Aunque
cuentan con similitudes con otras formas de música popular de la península,
esta música en gallego se distingue de ellas, desde su origen, que cuenta,
entre otras, con raíces celtas, idea que hoy carece de fundamento antropológico
y cultural, como acreditan precisamente el hecho de compartir mucho elementos
comunes y similitudes con otros cantos arrítmicos, y no precisamente los de
Irlanda o Escocia, sino de otros territorios peninsulares con los que comparten
influencias prerromanas, grecorromanas, germánicas, árabes o europeas llegadas
a través de la vía Jacobea, además de las Islas Británicas vía marítima.
Ciertamente subyace en Galicia un humus céltico innegable, pero el pueblo
gallego se configura, sin tantas diferencias con otras latitudes peninsulares,
por la mezcla compleja de culturas celtas, mediterráneas, y Germánicas, lo que
explica bien que sus formas musicales están más emparentadas con los Fandangos
que con los Reels. Así, estos cantos arrítmicos se asemejan a ciertos
cantos castellanos o andaluces, más que a las Pibroch escocesas. Pero si la
música tradicional puede expresar la naturaleza de un pueblo, no hay duda de
que los Alalás, junto a la gaita, representa la identidad gallega. En
palabras de Feijoo “que en Galicia se escuche una oración de armonías,
mantenedora del fuego sagrado. Que nuestro cancionero sea el libro único donde
las almas gallegas aprendan a leer sus propios sentimientos, sus propias
emociones”. No debe olvidarse, por otra parte, que estos cantos tienen
elementos comunes con canciones de otras latitudes peninsulares, nacidos de la
cultura de territorios vecinos como Castilla, Al-Andalus e incluso África del
Norte, y que su origen está más en el intercambio cultural a través de los
siglos y la geografía, que en una tradición exclusiva de un territorio
específico, dado además que los límites geográficos de Galicia han cambiado
mucho a través de la historia.
Algunos autores aseguran que este tipo de canto
lo trajeron los fenicios a Galicia. Algunos autores como Veres, Martínez Padín
o Benito Vicetto aseguran que los Alalás fueron llevados a Galicia por
los fenicios, que los cantaban en sus naves para acompañar la remada, y los
llamaban “alelohuías”; origen poco concluyente, ya pudieron llevarlos
igualmente a muchos otros lugares del ámbito mediterráneo y no solo a Galicia. Según
otros, los Alalás podrían contar con un origen griego, teoría poco
novedosa, ya que la influencia griega está presente en toda la cultura
occidental. Eso sí, hoy en día, gracias al estudio de especialistas de la talla
de Carlos Sampedro Folgar (compilador del Cancionero más importante de música
gallega) o Santiago Tafall Abad (canónigo-musicólogo compostelano), se sabe que
los Cantos
Gregorianos son un antecedente de los Alalás, ya que muestran
influencias y existe una clara relación entre estos y las diferentes formas de
esta música sacra. Este antecedente, el más concluyente hasta el momento, ayuda
a comprender que los Alalás son unos cantos que se han
ido desarrollando, según una dinámica marcada por la evolución de diversas
influencias. Una de las más
fuertes es la música religiosa, que se extendió por Galicia gracias a la
popularización de la Peregrinación a Santiago de Compostela durante la Edad
Media. Volviendo a la influencia que han recibido de los Cantos Gregorianos, no
resulta nada extraño que las gentes cogieran esta música, formada en el
interior de los monasterios, y la adaptasen y modificasen para objetivos
paganos, que dieron lugar a los Alalás.
Este tipo de música en
gallego, al igual que el Canto Gregoriano, se cantaba a
capella. A medida que han pasado los siglos, se han añadido a los Alalás
acompañamientos musicales a base de gaitas, zanfonas o pandeiros. Con o sin
estos instrumentos, los Alalás son cantos arrítmicos en los
que el vocal se expresa en un determinado momento, con improvisaciones,
variantes o adornos vocales. Su estribillo suele ser onomatopéyico y cuenta con
el vocablo “alalá”. Los Alalás deben estar compuestos por
textos en versos octosílabos rimando en cuarteto y no deben contener burlas ni
palabras malsonantes. Esta música en gallego debe ser seria y respetuosa. De
hecho, por norma general, estas canciones hacen referencia a la vida en el
campo, al lamento de un emigrante, además de servir como nanas de cuna, pero,
por encima de todo, a la expresión de la saudade tan característica del alma
gallega. Con el tiempo, los Alalás han ido experimentado
modificaciones, dando lugar a otros cantos muy populares, como los Cantos
de ciegos, los Cantos de oficio y los Cantos
de arriero (el más similar a los Alalás), también interpretados a
capella, con un tono muy emotivo. En la actualidad, es difícil escuchar los Alalás
en la forma tradicional más genuina y rural. Pues, con el avance de los
tiempos, todo evoluciona y se va adaptando. Pero hay muchos artistas de hoy que
han sabidos adaptar muy bien esta forma de música en gallego sin perder esa
esencia. Una versión que puede ser más fidedigna es la de Xurxo Fernándes, cuyas
interpretaciones transportan al genuino canto tradicional de otros tiempos. Cristina
Fernández, ha sabido también transmitir ese sabor realmente tradicional
en la grabación de “O cantar do arrieiro”, del álbum “Falade Galego”. El haber
conservado este tipo de cantos en la memoria del ámbito rural gallego evidencia
que los Alalás, mucho más que tener un origen territorial autóctono, al
haberlos adaptado y conservado durante siglos en la tradición gallega es lo que
les otorga la verdadera “galleguidad”. Los Alalás fueron rescatados del olvido
por poetas y músicos de la edad romántica, Perfecto Feijoo (1858-1935) a la
cabeza, creador del grupo Aires d’a terra, que realizó la
primera grabación de música gallega en el año 1904. El Alalá es arrítmico, por
lo que, aunque han sido muchas las recopilaciones de Alalás en los diversos
cancioneros, lo cierto es que recogen la versión de esa persona en ese mismo
momento, con lo que si la hubieran recogido de otra persona, seguramente habría
diferencias, puesto que es un canto en el que se improvisa y se añaden
variantes o adornos vocales en las partes que se repiten. Otra característica
es su estribillo, que suele ser onomatopéyico, en este caso suele acompañarse
la música con las palabras alalá (ailalalalá, ailalelolá, etc.). Sin embargo,
su característica principal es que son de ritmo libre, por lo que el intérprete
es también libre de añadir variaciones, adornos y todo lo que le pida la
melodía principal.
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