domingo, 19 de diciembre de 2021

Rockolera (Ecuador)

 


A mediados de los años 50 se creó el estilo musical Rockolero, gracias a las grabaciones de Olimpo Cárdenas y, poco después, Julio Jaramillo. Sin embargo, para remontarse a los orígenes mismos de la Rockola ecuatoriana, hay que resaltar la labor musical de pasilleros y boleristas en décadas anteriores.

Por ejemplo, en los años 40, Carlota Jaramillo sentó las bases de la interpretación vocal del Pasillo, mientras que Luis Alberto Valencia, y antes que él, Enrique Ibáñez (en los 40 y 30 respectivamente), habían determinado las líneas musicales que seguirían el Pasillo y el Bolero. El Pasillo, el rey dentro de la Rockola, había nacido a su vez de dos movimientos artísticos ecuatorianos importantes. Primero, la parte musical procedía de los compositores y músicos nacionalistas de fines del siglo XIX, como Amable Ortiz, y principios del XX, como Paredes Herrera, mientras que los textos procedían de los poetas como Medardo Ángel Silva, Arturo Borja o Ernesto Noboa. Por lo tanto, el Pasillo refleja absolutamente el sentir nacional ecuatoriano, y es por ello que continúa siendo un ritmo tan popular luego de haber transcurrido más de un siglo y medio de su nacimiento. La música Rockolera ecuatoriana trasciende como un género desde una construcción cultural única. La crítica cultural de la comunicación aplica renuentes transformaciones a los valores establecidos por los sectores populares, pero existen varias limitaciones creadas desde el concepto mismo de cultura que escamotea ciertas realidades teóricas sobre los fenómenos de crítica entre lo popular, masivo y académico. Los análisis críticos culturales permiten cierta transdisciplinariedad de la comunicación, la búsqueda por la autodefinición de lo que realmente significa el carácter Rockolero de la música ecuatoriana, las incidencias del género y sus valoraciones como parte de la estructura cultural constituye un desafío palpable de una realidad aún oculta en prejuicios moralistas sobre los verdaderos centros de identidad cultural. De esa forma, las teorías críticas de la comunicación permiten comprender la riqueza de la música como enclave del espíritu ecuatoriano a nivel global. El género Rockolero fusiona lo popular de la convergencia entre las multitudes, fortalece la identidad cultural y el manejo de símbolos de correlación entre millones de compatriotas a nivel mundial: la música Rockolera es un fenómeno digno de ser analizado bajo la lente comunicacional. Desde los últimos cuarenta años la fortaleza de su expansión alcanzó una originalidad creativa y fuerza que permite la apropiación de una identidad camuflada entre lo comercial y lo difundido. Los fenómenos migratorios, eventos masivos y búsqueda de la identidad permiten una vorágine de la producción musical a gran escala, pero no existen, hasta la actualidad, estudios académicos serios sobre el fenómeno de la música Rockolera. Después de varios años de la tradición inundada por la música extranjera, la hibridación cultural de la industria originaria, fundó un estilo propio llamado Rockolera, que se puede encontrar en lugares tradicionales de Ecuador como bares, restaurantes, cantinas, discotecas y otros. Al igual que la música Pop norteamericana, llegó al costumbrismo, dando un giro separatista entre lo popular y la alta cultura. Este nuevo musical híbrido se difundió entre los miles fanáticos de la nueva propuesta cultural. Las letras de las canciones y el bricolaje de géneros, subgéneros y formatos constituyeron una fortaleza en el impacto de las mentes de los ecuatorianos, así el género mezcló los sentidos populares ecuatorianos y latinoamericanos.
El público ecuatoriano se fue adaptando rápidamente a la llegada de las rockolas en los años 50 aprovechando para escuchar música de otros países, especialmente el Rock’n’Roll, pero paulatinamente los sectores de alto consumo se alejaron de la tradición norteamericana, prefiriendo la música ecuatoriana, principalmente debido al éxito del Pasillo. Varios de los locales de Guayaquil y Quito, lugares asociados a la música de las rockolas con identidad nacional regional intensificó un cambio del paradigma de escucha desarrollado en esa época. Y, por primera vez, se acuñó el término  Música Rockolera” como un sentido simbólico propio de la cultura ecuatoriana. Con el fenómeno de la migración, muchos desplazados y marginales se apropiaron de esta identidad cultural volviéndola en una búsqueda de identificación de lo ecuatoriano. La música Rockolera fue censurada, despreciadas por ciertas elites, satanizada en la dictadura militar de los 70 e incluso fue prohibida debido a su carácter central: un llamado común a los sectores populares. Se intentó vincular al género con asociación a la depresión, al consumo de alcohol y a un mero instrumentalismo inicuo de consumo. Después de la persecución y ataque a los mecanismos culturales representado por la Rockolera, se incrementó la libertad de derechos y, en los años siguientes, la verdadera singularidad de la música Rockolera, en amplio sentido, se fortaleció. En la actualidad, la persecución a la Rockolera se disfrazó en el mecanismo pecuniario. La música Rockolera, al ser un género híbrido, denota la descripción de paisajes, encuentros y, sobre todo, las relaciones sociales y amorosas. La importancia de la lírica popular latente se presenta como un discurso lógico y actualizado donde los símbolos clave, como el retorno al campo, la comida y las relaciones sociales, propenden una combinación de lenguaje identitario muy activo dirigido hacia diversos públicos, en especial adultos.



Segundo Rosero

Cecilio Alva

Chugo Tobar

Roberto Zumba

Roberto Calero

Marcelo Rueda

Maximo Escaleras

Félix Macias

Pablo Cortez

Juanita Burbano

Marylu

Plutarco Padilla

Clarita Vera

Juanito Reyes

Jenny Rosero

Miguel Ponce

Noe Morales

Aladino

Kike Vega

Gerardo Moran

Claudio Vallejo


















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