La fiesta de carnaval, que tradicionalmente se conoce en la región de Murcia, es consecuencia de aportaciones procedentes de otras civilizaciones, que han sido asumidas y rediseñadas con tintes propios, hasta el punto de encontrar muchas similitudes entre este tipo de fiestas y otros festejos regionales característicos.
El sentimiento carnavalesco era algo ya latente en
la villa de Águilas en los siglos XVIII y XIX, previo a que la Semana Santa les
impusiera el rigor y la austeridad propios de ese tiempo. Fue, sobre todo, en
la segunda mitad del siglo XIX cuando este sentimiento festivo tan especial
quedó para siempre inmerso en la tradición popular. La ruptura con el quehacer
diario de los hombres y mujeres de aquella época, suponía un motivo de ilusión
y alegría para toda sociedad. Solía ser frecuente en esos festejos, el
intercambio de roles, haciendo ricos de pobres y pobres de ricos, con lo que
las diferencias de la vida cotidiana quedaban suspendidas. Las fuentes históricas
retratan el Carnaval de Águilas hasta el siglo XVIII. En tiempos de Carlos
III eran célebres los festejos carnavalescos que, durante su reinado, tuvieron
lugar en la corte de Madrid y en el resto de España. Los testimonios orales se
remontan hasta el primer tercio del siglo XIX, y las primeras imágenes que se
tienen del Carnaval de Águilas son de 1903. De 1886 se conserva en Águilas
una Regulación de las Fiestas de Carnaval en las Ordenanzas Municipales del
Ayuntamiento. En esos escritos se regulaba el horario en que se podía andar
enmascarado, la prohibición de llevar armas, la de arrojar a la calle o a los
viandantes agua o harina, así como la restricción de hacer ruidos estruendosos.
En los felices años 20 se disparó la fama de los carnavales en las zonas
costeras. Existían celebraciones en las casas, en el campo, en las calles
principales que rodeaban la glorieta, y en los bailes celebrados en balnearios,
centros sociales y, sobre todo, en el Casino de Águilas. La Guerra Civil y la posterior dictadura franquista, hicieron que los Carnavales
de Águila pasaran por una etapa de decadencia en la que incluso se
llegaron a prohibir. Pero, los habitantes de la ciudad ya tenían muy arraigada
esta fiesta y lucharon para que no se perdiera una tradición tan enraizada en
el municipio. De hecho, algunos aguileños se atrevían a disfrazar haciendo uso
de pequeñas triquiñuelas, como por ejemplo, simular una boda. En el año 1997 el
Carnaval
de Águila fue declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional. En los últimos
años, el trabajo de muchas personas ha elevado la celebración hasta cotas
impensadas en las décadas de los 60 y de los 70. Los huevos tienen una gran
tradición en estas fiestas. Meses antes de la llegada del carnaval, los
aguileños van guardando los cascarones de los huevos que utilizan para la
comida. Rompen un trocito de uno de los extremos y por ahí extraen la clara y
la yema. Los cascarones son puestos a secar al sol varios días. Una vez secos,
se rellenan de papelitos y confetis. Surgen así unos proyectiles cargados de
color, perfectos para el carnaval, pero sobre todo, para la noche del sábado
previo a los desfiles, cuando se celebra la gran batalla de cascarones entre Don
Carnal y Doña Cuaresma, enemigos acérrimos que se enfrentan para que la
fiesta no pare.Un personaje típico del Carnaval de Águila es la Musa,
el espíritu carnavalesco que muestran los habitantes de la ciudad durante todo
el año, y que explota en esos días. También se encuentra la Musona
un ser mitad oso y mitad humano. Desde mediados de los años 80, el Carnaval
de Águilas ha comenzado a vivirse de dos formas diferenciadas: el del
día y el de la noche. En el de día impera el lujo, la belleza, la
espectacularidad, el colorido. En el de la noche, es la espontaneidad, la
participación, el embrujo. Es en este carnaval de noche en el que se dice que
los aguileños sacan a relucir su ingenio con la sátira, la ironía y la
caricatura de la sociedad actual. En los últimos años, se empezó a celebrar un
concurso de trajes confeccionados sólo con papel, siendo el momento de la
elección del mejor traje, uno de los momentos más esperados del Carnaval
de Águila.
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