Los Bailes de Candil eran antiguas fiestas campesinas andaluzas y extremeñas, de baile en las que, aunque participaba principalmente la juventud, se hacía presente la comunidad, bien a través de las madres de las chicas que acudían, o bien –en el caso de las fiestas importantes- a través de algún personaje principal del pueblo o barrio, quien asumía el papel de autoridad para dirimir posibles conflictos de orden.
* La petición de pareja: la finalidad principal de los Bailes de Candil, admitida por todos, era la de entablar relaciones de amistad entre jóvenes de distintos sexos, junto con la diversión y la relación social. La manera de sacar un hombre a una mujer a bailar, tenía sus convenciones. Una de las más extendida era dirigirse a la chica y pedirle “por favor” que bailara con él. Inicialmente la mujer no podía negarse, pero si el joven no era de su agrado, ella se retiraba una vez bailadas una o dos coplas. Si mientras bailaban, un tercero quería entrar a bailar, debía dirigirse no a la mujer sino al hombre, y este debía acceder y retirarse. * El abrazo ritual: era práctica muy extendida que al final de cada sesión de coplas, cada bailaor tuviera derecho a dar un “abrazo ritual” a la bailaora con la que hubiera bailado. Esto no pasaba de poner los brazos sobre los hombros o algún gesto similar. Cuando el abrazo era más efusivo de lo que la convención mandaba, la “comunidad” le llamaba la atención al chico. * La improvisación de coplas: el trovo o improvisación directa de coplas dentro de los esquemas métricos, rítmicos y musicales más extendidos por la tradición de cada lugar, aunque hoy es práctica residual, estuvo muy extendida en España hasta la primera mitad del siglo XX. Una de las principales ocasiones y momentos en que esta habilidad se ponía en juego, era estas fiestas, puesto que los bailes se ejecutaban al son de coplas cuyas letras jugaba un papel primordial. Cada copla tenía una carga de significado muy precisa. Quien cantaba, pretendía expresar un sentimiento o un mensaje preciso a través de la copla. Debía, o bien elegir una copla improvisada, o aprendida previamente y preparada para cantarla cuando se presentara la ocasión. Cuando dos rivales se enfrentaban trovando coplas durante el baile, la tensión podía ir subiendo al punto de irse a las manos. Lo habitual y deseable era que las coplas no pasaran de expresar requiebros de amor entre los jóvenes y coplas de contenido picaresco, burlesco o humorístico. Por un motivo u otro, el final de estos bailes solía ser un corte de luz provocado: algún hombre daba con un palo al candil, o bien, se hacía que el humo de la chimenea llenara la estancia.
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