El fenómeno de la Tecnocumbia en Ecuador ha generado
un debate no resuelto entre dos posiciones irreconciliables; algunos
defendiéndolo como una expresión de la cultura popular y otros negando su
carácter cultural, o cuando más “reconociéndolo” como producto de una cultura
de masas, signada por una calidad musical mediocre y por una pobre estética que
refleja superficialidad y mal gusto.
Sin embargo, la Tecnocumbia ha tenido
desde algunos años un desarrollo y una difusión inusitados, tanto que amplios
sectores de la población se han convertido en consumidores de esta música. Los
años 90 fueron una época de transformaciones; hubo una aceleración en la vida
política y los cambios en el contexto internacional impactaron en Ecuador. En
el ámbito musical, ya desde mediados de los 80, ingresaban al país otros ritmos
y vertientes, por lo que se evidenció una oleada de nuevas propuestas. El
mercado musical se diversificó y la música Chicha empezó a compartir su
espacio. En Ecuador, inmerso en un contexto de globalización, la cultura local
se vio influenciada por una dinamización de ciertas creaciones
artístico-musicales. Este proceso influyó en una serie de cambios y
renovaciones: la música conocida como Chicha en el Perú; la música Rocolera
de Ecuador, junto con la influencia de ritmos tropicales colombianos, como la Cumbia
(preponderantemente la modalidad chucu chucu), ritmos regionales (San
Juanito, Pasacalle, Huayno y otros), y con ciertos aires
de música Disco, Techno o Rock, dieron origen a la Tecnocumbia
ecuatoriana, que no es un ritmo en particular sino un estilo que permite la
coexistencia de todos los elementos que lo integran. En todo caso, la Tecnocumbia
ecuatoriana estaría marcada, sino de manera exclusiva, al menos en sus orígenes
y en gran número, por elementos tradicionales fusionado con elementos
”modernos”.
Esta mixtura de ritmos adquirió renovado protagonismo en el escenario
social, propagándose rápidamente con la aparición de nuevas figuras y otras
antiguas provenientes de la música Rocolera. En las últimas décadas ha
trascendido los límites ecuatorianos, alcanzando algunos países europeos, EEUU,
Colombia, Chile, Brasil y Argentina, entre otros. Las interpretaciones de la Tecnocumbia
se caracterizan por tratar historias que hablan del dolor, la traición, y sobre
todo, la inmigración y el desarraigo, con la que muchos de los ecuatorianos se
sienten identificados, en especial los emigrantes. Tal es el caso del Delfín
Quishpe con su canción “Las Torres Gemelas”, sin tener la
intención de ofender de alguna manera la memoria de los fallecidos en ese
atentado, cuenta una historia con la que varios ecuatorianos se pueden sentir
identificados ya que vivieron en carne propia esa tragedia. El fenómeno de la Tecnocumbia
es interesante y de reelaboración continua entre lo que se adopta o se apropia
del exterior con la tradición local, una forma de reestructurar los cánones,
recontextualizarlos en la vida cultural local, produciendo un cambio continuo y
aceptado. La aceptación de esta manifestación cultural, por sectores cada vez
amplios de la población, ha hecho que en los procesos electorales del Ecuador,
no haya pasado inadvertida. Los políticos la han utilizado para atraer al
público, llegar a sectores populares, difundir su propaganda y conseguir
seguidores. Incluso se dio el caso de que una cantante de Tecnocumbia, como Silvana,
haya sido elegida diputada nacional. Como bien cultural y de consumo masivo, se
podría decir que la Tecnocumbia es un producto híbrido, ya que tiene entre una de
sus características, la capacidad de entrecruzar variedad de elementos,
mezclarlos y fusionarlos, para producir una música pegajosa para el canto, para
ser vista y para el baile.
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