El Salvador es un país que se caracteriza por la alegría y la felicidad,
a pesar de las adversidades las personas siempre tienen una sonrisa en su
rostro y no es la excepción con respecto a los desfiles típicos de las fiestas
de Independencia, en los que no pueden faltar las Cachiporras salvadoreñas
animando los eventos, dándoles mucha alegría y vistosidad.
Las Cachiporristas
son mujeres que portan una cachiporra (bastón), conocidas también como
“majorettes”. Cada 15 de septiembre, en los desfiles cívicos del Día de la
Independencia, participan grupos de Cachiporristas, formados por niñas,
adolescentes y jóvenes (todas estudiantes), presentando coreografías, haciendo
girar el bastón con sus manos. Utilizan pequeños y ajustados trajes (algunos
con pronunciados escotes), que cubren apenas la cuarta parte de sus piernas, y
botas de tacón hasta las rodillas. El uso de Cachiporristas en los
desfiles cívicos se ha legitimado históricamente desde la sociedad y el Estado.
Se ha normalizado tanto que se lo acoge como una tradición autóctona e
imaginarse una festividad sin ellas resulta algo inaudito. sobre el tema de su
autenticidad, el antropólogo Pedro Ticas sostiene que no es algo culturalmente
propio, y que la música, danza y expresiones corporales no encajan en la
celebración patria, aunque hay elementos urbanos y rurales que forzosamente se
le han entremezclado. La música, en su mayoría, no está ligada directamente al
acto, debido a que es tomada de cualquier invención popular extranjera, lo que
conlleva a que no confiera a la danza ninguna expresión autóctona que refleje
rasgos de identidad nacional. Nunca antes el Estado salvadoreño se había
cuestionado la existencia de las Cachiporristas. Hasta el año 2010 se
realizaban todos los preparativos para el desfile cívico, incluyéndolas con
total normalidad. Sin embargo, en julio de ese mismo año se dio el anuncio, por
parte del Ministerio de Educación, que dicha actividad estaba en camino de ser
prohibida. Esto debido a casos de trata de personas y explotación sexual en
contra de las jóvenes Cachiporristas e institutos
nacionales salvadoreños.
La historia de las Cachiporras comenzó en tiempos del
Coronel Oscar Osorio, quien fuera presidente de El Salvador entre 1950 y 1956.
En 1952 Osorio, de paseo en Los Ángeles (California), asistió a un desfile de
bastoneras. Algunos sostienen que Osorio había viajado a EEUU en compañía de un
ministro suyo, de apellido Salazar, y que fue este último a quien se le ocurrió
celebrar al siguiente año con las chicas estadounidenses como invitadas para
dar realce al desfile de celebración del 14 de diciembre, fecha en que se
celebraba el Golpe de Estado de 1948 que derrocó al ex presidente Castañeda
Castro. Así fue que como se les ocurrió la idea de invitar a las chicas para
que fueran a El Salvador, por supuesto con todos los gastos pagos y trayendo su
propia banda musical. El gobierno militar de la época hizo gran publicidad,
anunciando que las bastoneras llegarían para alegrar el desfile. Se cuenta que
llegaron camiones llenos de campesinos para presenciar un evento nunca antes
visto. Las chicas actuarían en las calles con sus trajes coloridos, con
sombreros con plumas, gimnasia y acrobacias al compás de la banda de guerra y
mostrando un poco sus pantorrillas. Para los hombres salvadoreños fue un shock
porque no estaban acostumbrados a ver las rodillas de las mujeres.
Desgraciadamente, los hombres comenzaron a manosear a las chicas interrumpiendo
sus agraciadas rutinas. Tocaron cuanto quisieron y tuvo que intervenir la
autoridad para deshacer el zafarrancho causado por la horda de hombres
lujuriosos. Según un artículo del diario Co-Latino, el desfile se repitió
durante los siguientes cuatro años, pero ya no eran Cachiporras
estadounidenses porque la Embajada norteamericana no volvería a permitir que
volvieran a faltar el respeto de esa forma a sus ciudadanas. Con la llegada del
siguiente presidente, José María Lemus, se desistió de esta actividad.
Entonces, a las escuelas públicas y colegios privados se les ocurrió la idea de
continuar con la actividad copiada de otro país. Fue hasta muchos años después,
por la década de 1970, cuando tuvieron más auge y lucían lindos trajes que no
eran tan provocativos, coreografías bien trabajadas y actuaciones bellas. Pero con
el paso del tiempo el desfile se fue haciendo un espectáculo más bien erótico y
por eso se reclama su prohibición, ya que muchas de las participantes son
menores de edad.
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