Las danzas y los cantos polifónicos de la región de Shoplouk, en
Bulgaria, siguen siendo interpretados por un músico de ancianas: las Babi
de Bistritsa (abuelas de Bistritsa). Llevan un
pañuelo rojo en la cabeza, un delantal por encima del vestido negro y a veces
una flor en la oreja.
Van unidas agarrándose por el cinturón o la cintura
danzando lentamente en círculos, con pasos ligeros y moviéndose en el sentido
contrario a las agujas del reloj. Dentro de esta estructura se realiza un
cierto número de variaciones, dependiendo de la canción y de la práctica
ritual. El canto polifónico resuena a través de los campos. Son las abuelas de Bistritsa,
una pequeña aldea tranquila situada a unos 15 km de la capital Sofía, al oeste
de Bulgaria. Estas ancianas, que pasan el día batiendo el trigo o alimentando
al ganado, son las últimas detentoras de una tradición cultural eslava muy
antigua, que en el resto del país ha ido desapareciendo poco a poco. Al margen
de la ciudad y del bullicio incesante de la civilización moderna, que avanza
gradualmente y acorrala a este villorrio, las Babi de Bistritsa
preservan obstinadamente las historias cantadas en el campo. Su repertorio
cuenta con más de 300 canciones (de las cuales ya han registrado 186), que
evocan las cosechas, los matrimonios, los nacimientos y la vida cotidiana en el
campo. Hay un extraño contraste que ofrece esta existencia campesina, simple,
natural, casi silenciosa, con las inmensas torres de cemento de Sofía, que se
ven desde lo alto de las verdes colinas de Bistritsa. El canto polifónico Shoppe,
se ejecuta de manera diafónica. Primero, una o dos mujeres entonan una melodía
que comprende la izvikva (grito/llamamiento), y el Bouchi Krivo (gruñido/rugido
amenazador), que enseguida se acompaña de un son monocorde, doblado o
triplicado según el nivel de sonoridad deseado, que produce el resto del coro.
Estas prácticas tradicionales de las Babi de Bistritsa, se
caracterizan por la discordancia entre la música y la danza: el baile no es
sincrónico con la música. Asociadas a la polifonía Shoppe se encuentran
formas de danzas encadenadas: como las Horo. Estas demostraciones dan
lugar, a veces, a intercambios, y las cantantes reciben huevos por la
actuación. Por último, una de las principales características de la tradición
de las Babi de Bistritsa es la Iazarouvane, ceremonia de iniciación
ritual de las jóvenes, en el curso de la cual se interpretan danzas. Gracias a
esto, perdura desde hace generaciones la transmisión oral de la interpretación.
Sin embargo, la función social de este canto polifónico ha cambiado a lo largo
del siglo XX, pues ahora se representa sobre todo en teatros y otros locales
con escenarios. Estas mujeres figuran entre los pocos representantes que quedan
de la polifonía tradicional, y el pueblo de Bistritsa es una de las últimas
zonas de Bulgaria donde esta expresión cultural se ha mantenido durante siglos.
El grupo de las Babi de Bistritsa fue fundado en 1939. Actualmente incluye
cantantes de tres generaciones, con edades comprendidas entre los 46 y 77 años,
y tienen sus dignas sucesoras entre sus nietas (entre 20 y 25 años de edad).
Las Babi
son populares y queridas, no sólo en la región de Shoppe y en Bulgaria, sino
también que han sido recibidas con entusiasmo en varios países de Europa y en
EEUU. En 1978 ganaron el prestigioso premio ”European Folk Art”,
mientras que en 2005 la UNESCO las declaró como Obra Maestra del Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad. La proximidad con Sofía, donde se ofrece
gran variedad de atracciones culturales, hace que las jóvenes pierden interés
por las tradiciones basadas en la comunidad. A lo largo de los años se ha
reducido el rico repertorio de cantos y bailes, incluyendo ahora solamente sus
aspectos más populares para ser representados en escena.
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