Cuando
finalizó la Primera Guerra Mundial, EEUU se había convertido en acreedor de las
grandes potencias europeas y aparecía como gran potencia mundial. La deuda
contraída por Europa con los EEUU ascendía a unos 7 mil millones de dólares, a
los que se sumarían, algo más tarde, 3 mil millones más para la reconstrucción
del viejo continente. Durante veinte años mantuvo a EEUU se mantuvo alejado de
los acontecimientos europeos y del Extremo Oriente. Profesores universitarios y
realizadores cinematográficos fueron objeto de todo tipo de agresiones y
denuncias. Muchos inmigrantes fueron deportados.
La comunidad negra fue
hostigada por El Ku Klux Klan, y sus víctimas fueron, además de personas de
raza negra, miembros de la comunidad judía y católica. Sin embargo, la década
de 1920 en los EEUU no es recordada por nada de esto. Ha ingresado en el
imaginario colectivo, no sólo de los norteamericanos, sino de latinoamericanos
y europeos, por la ley seca, los gángster, las polleras por la rodilla, el Jazz,
el Charleston,
las películas hollywoodenses, las estrellas del espectáculo, los ídolos del box
y el desborde de una vida urbana y alocada. Los años 20 dieron comienzo a la
presencia del consumo masivo en los productos culturales. Nacía la cultura de
masas. El 17 de octubre de 1920 fue prohibido el consumo de alcohol. La llamada
Ley Seca hizo millonarios a muchos hombres que se dedicaron a la venta
clandestina de alcohol y socavó la autoridad del gobierno norteamericano. En
las grandes ciudades, beber ilegalmente se convirtió en una aventura, y las
bandas de gángsters lo transformaron en un floreciente negocio. Fue la década
de la publicidad, el automóvil, la energía eléctrica y el confort generalizado. En el avance de la publicidad, mucho tuvo que
ver la radio y los diarios populares que, en formato de tabloides,
multiplicaron sus ventas. En 1919, aparecieron los programas comerciales, con
el fin de estimular la venta de aparatos de radio. En ese año ya funcionaban
606 estaciones y circulaban 6.750.000 automóviles.
La América
opulenta se reveló a los ojos de todo el mundo como el paradigma de las
libertades, de las posibilidades de enriquecimiento y el bienestar. Los valores
que la impulsaban eran los del éxito, la iniciativa y el esfuerzo individual.
Por contra la pobreza y el fracaso fueron considerados signos de pereza, falta
de inteligencia, debilidad e incompetencia. Los espectáculos de masas (cine,
deportes, cabarets, teatro), el interés por la alta costura, las nuevas
corrientes musicales Jazz, Charleston, Blues)
se convirtieron en objetos de consumo y alimentaron a toda una industria que
hasta entonces no había sido significativa. Fue la época del Jazz.
Millonarios blancos obreros, gángsters, intelectuales y jovencitas atestaban
los bares nocturnos de Nueva York, Chicago y Kansas City para escuchar a
intérpretes geniales como Duke Ellington y Louis
Armstrong. Desde San Francisco hasta Berlín, la gente bailaba el Jazz
y el Charleston,
dos corrientes musicales que reflejaban la alegría que se estaba viviendo en
los “Felices
Años 20” debido a la paz que reinaba. Seguramente, no haya obra escrita
que retrate mejor los años 20 que el "Gran Gatsby", de F.
Scott Fitzgerald. Ahí se refleja perfectamente toda la época: la
prosperidad, el lujo, el consumismo, el hedonismo, los coches, las fiestas, el
jazz, el alcohol... pero igualmente el crimen, la agitación social y la
decadencia del sueño americano. Por supuesto, también aparecen las Flappers.
De hecho, mucho tuvieron que ver las novelas de Fitzgerald para que las
ciudades estadounidenses se llenaran de Flappers Girls. Las mujeres vivieron
en esa época una era de independencia, de liberación, donde se les permitió
vivir con actitudes que eran exclusivas de los hombres. Tanto como fumar,
manejar autos, salir de noche, cortarse el pelo como tal. Hasta su figura
cambió de estilo, se sacaron el corsé para usar fajas elásticas que desmarcaban
su cuerpo. Las mujeres se parecían cada vez más a los hombres. El ciclo expansivo
fue interrumpido bruscamente a raíz de la crisis desencadenada por el
hundimiento de la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929. En su lugar se
instalaron en el ambiente el pesimismo y la desesperanza que caracterizaron el
período de los años 30.
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