martes, 18 de junio de 2019

Los Catrati



Seguro que más de una vez has oído hablar de los famosos “castrati” (en singular, castrato). Y, aunque quizás tengas alguna noción de quiénes eran, lo más probable es que desconozcas muchas cosas acerca de estos personajes tan singulares, muy apreciados por el público de la música barroca. En la actualidad, los contratenores consiguen una voz muy aguda gracias a ejercitar sólo una parte de las cuerdas vocales. Un castrato es un hombre que canta con registro de mujer. Pero no lo hace de forma natural, como ocurre con los contratenores actuales. Para conseguirlo, ha tenido que pasar por una intervención quirúrgica, bastante monstruosa, la verdad. Esta operación, llamada orquiectomía, suponía la amputación de los testículos, con el fin de que no pudiesen producir hormonas sexuales masculinas, responsables, entre otras cosas, del cambio vocal que se opera en la adolescencia. Aunque, en sentido estricto, no era una castración de todo el aparato genital. Mediante esta intervención traumática, se conseguía que los niños que ya habían demostrado tener especiales dotes para el canto mantuvieran, de adultos, una tesitura aguda capaz de interpretar voces características de papeles femeninos. De este modo se lograba aunar la aguda voz infantil, considerada tierna y emocional, con las cualidades de un intérprete adulto que un niño difícilmente podía igualar: mayor potencia pulmonar, pleno dominio de la voz y la sabiduría propia de la edad. Era una voz con una potencia propia de un hombre, pero que a la vez tenía una gran ligereza y capacidad para hacer agudos portentosos, como una mujer. Esta voz híbrida era designada como celestial o angelical por el público de la época. Estos especímenes fueron muy populares en el Barroco, especialmente en Italia, desde donde se exportaban al resto de Europa excepto a Francia, que, en plena época del Racionalismo, despreciaba tan aberrante práctica. La práctica de la castración de niños cantores existía desde la creación del Imperio romano de Oriente; en Constantinopla hacia el 400 d.C., la emperatriz romana consorte de Oriente Elia Eudoxia tenía un coro cuyo maestro era un eunuco, lo que podría haber dado lugar al establecimiento de la creación y uso de castrati en coros bizantinos.
Farinelli


Pero no se trata de algo de un pasado tan remoto. Después del Barroco, la voz del castrato desapareció de los escenarios, pero permaneció en las capillas interpretando música religiosa. Y el último de ellos murió en 1922. Aunque lo cierto es que ya en 1770 el papa Clemente XIV había autorizado a las mujeres a cantar en la iglesia, prohibiendo así la castración. En pleno siglo XX, con la práctica de los castrati totalmente abolida, este tipo de voz había caído en desuso. Pero existía un tipo de emisión vocal masculina, la del contratenor. A principios de siglo, ésta no era demasiado popular y se encontraba reducida al ámbito religioso, en concreto, a los coros de la iglesia anglicana. Los contratenores son cantantes, tenores por naturaleza, que gracias a una técnica depuradísima consiguen alcanzar notas muy agudas, dentro del espectro de la contralto femenina. Y, ¿cómo lo consiguen sin recurrir a esa odiosa operación practicada en siglos pasados? Pues gracias al trabajo vocal diario. El contratenor pone en práctica una técnica basada en la utilización de sólo una parte de sus cuerdas vocales para lograr el llamado sonido de cabeza. El resultado sonoro es un timbre con poco vibrato, cuya precisión está sujeta a muchas variaciones. Los contratenores son muy requeridos para interpretar repertorio de los siglos XVI y XVII. El primer contratenor famoso del siglo XX fue Alfred Deller. Otro grande, James Bowman, siguió los pasos de Deller en Inglaterra. En Europa, el cantante y pedagogo René Jacobs ayudó a consolidar este tipo de voz, el de los contratenores. A ello contribuyó no poco el auge creciente que la música antigua está experimentando en los últimos años. Hoy en día se puede hablar de otras grandes promesas, como Andreas Scholl o Derek Lee Ragin. En España trabajó uno de los famosos “castrati” de la época, Carlo Broschi, más conocido como Farinelli.







 
Alessandro Moreschi

Carlo Scalzi

Senesino

Domenico Salvatori

Domenico Mustafà

Giovanni Battista Velluti

Girolamo Crescentini

Luigi Marchesi

Venanzio Rauzzini

Gasparo Pacchierotti

Giuseppe Millico

Giusto Fernando Tenducci

Gaetano Guadagni

Giovanni Manzuoli

Gioacchino Conti




















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