domingo, 26 de mayo de 2019

La Huella (Argentina)



La Huella es una danza folklórica argentina nacida hacia 1820, característica de la llamada música surera o sureña. Esta danza fue bailada principalmente en Argentina, aunque su práctica también se extendió a Bolivia, Chile y Uruguay. La Huella une el sentido señorial, cortesano, que se manifiesta en el motivo de tomarse las manos y en sus evoluciones elegantes, lentas y armoniosas, con cierto carácter picaresco que se encuentra en la galantería de sus figuras. Ventura Lynch la han caracterizado con mucho acierto: “su música es un quejido y un grito de alegría, un suspiro y una sonrisa, una lágrima y una carcajada”. Es una danza de pareja suelta, ya que los bailarines no se enlazan, sino que sólo se toman en un momento de las manos, e independiente, puesto que hace sola sus figuras, sin combinarlas con las de otras parejas. Por su carácter es apicardada, ya que incluye un pasaje en que los danzantes se dan la mano y la mujer pasa debajo del brazo del compañero. Los versos mencionan este pasaje y lo consagran como típico de la danza. En cuanto a su dispersión geográfica, es común identificarla por su estilo con la zona pampeana, donde se caracteriza por adquirir el ritmo más lento, pero fue conocida en casi todo el país, como dice Carlos Vega: “Se bailó desde La Pampa hasta Misiones y Chaco, desde San Luis hasta Santiago del Estero y Tucumán, desde Mendoza hasta Salta y probablemente Jujuy, excepto la ciudad de Buenos Aires”. Como especie coreográfica pertenece al folklore histórico, puesto que ya no se baila, aunque está viva en el recuerdo de muchos ancianos, aunque sí se registra el canto de sus coplas, especialmente en la región bonaerense. La Huella desciende de los Minués y las Gavotas del siglo XVIII, conservando su carácter palaciego, pero modificado por la intención rural y picaresca. Musicalmente está compuesta por cinco frases de ocho compases, que totalizan cuarenta compases bailables, precedidos por una introducción de dieciséis. Las dos primeras frases llevan el canto de la copla, la tercera y cuarta del estribillo, y la última es tarareada. 


Si bien hay varios documentos sobre la Huella, la cantidad no es la que se merece por la importancia que tuvo durante buena parte del siglo XIX. Ventura Lynch, que escribió hacia 1881 la obra que publicó parcialmente en 1883, dedicó un párrafo a la Huella. De su pasado sólo dice que había enriquecido el repertorio del gaucho federal al comienzo de su etapa. José S. Álvarez (Freay Mocho), la menciona en páginas suyas en 1894 al presentar un personaje: “Nació de esas uniones temporales, entre las vueltas de un Pericón o los rasguidos lamentosos de una Huella”. Los documentos históricos apenas llegan hasta 1880. La simple tradición oral puede alcanzar la década anterior y aún más atrás. El extenso repertorio de los bailes criollos que ofrecieron los circos porteños de 1837 y 1840 no incluyeron a la Huella. En cambio, los textos recogidos luego, con insistentes referencias a las guerras civiles, autorizan la tesis provisional de que este baile existió no sólo en las fechas documentadas sino antes, tal vez en la década de 1830, ya que una de las Huellas más difundidas es la riojana que hace referencia a la muerte de Facundo Quiroga, ocurrida en 1835. Hay estrofas recogidas en Entre Ríos que contienen expresiones corrientes en las épocas de las últimas batallas de la Independencia (1824), y esta podría ser la más antigua fecha de la danza, si nuevos datos lo confirmaran. La decadencia de la Huella se acentuó a comienzos del siglo XX, aunque a finales del siglo anterior ingresó al circo porteño como expresión gauchesca y posteriormente y posteriormente al arte clásico, ya que sirvió de inspiración para obras cultas como las de Julián Aguirre, que incorporó el nombre de la danza al ambiente musical superior, comenzando a difundirse como proyección folklórica, con carácter artístico culto. De esta manera se le dio nueva vida, ya que en el ambiente rural tuvo presencia hasta 1920 aproximadamente. Por entonces y después, se recogieron evoluciones coreográficas y así puede conocerse hoy la Huella antigua.






Área de dispersión de la huella entre 1894 y 1920




























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