Los Abuelitos de Quipán es un hermoso baile tradicional de Quipán,
un pequeño pueblo anexo al Distrito de Huamantanga (Provincia de Canta, Lima),
ubicado sobre los 3400 metros sobre el nivel del mar. Se caracteriza por ser un
pueblo campesino, ganadero y famoso por la elaboración de ollas de barro,
aunque en los últimos años sólo se las consigue por pedido. El nombre Quipán
proviene de la voz quechua “jepa”, que quiere decir “detrás”, para el caso de
este pueblo alude a que está ubicado detrás del cerro. Existe también otra
interpretación del nombre a partir del nombre a partir del vocablo quechua “quepac”,
que significa “acá me quedo”. El origen de los Abuelitos de Quipán se
remonta a la época prehispánica y en el siglo XVI sufrió un proceso de
mestizaje incorporando elementos de la cultura occidental debido a la conquista
de Tawantinsuyu (Imperio Inca) por parte de los españoles. Algunos
investigadores afirman que esta danza es una imitación de los bailes de salón
que se asentaron en el lugar durante la época colonial. Desde sus inicios,
viene bailándose como homenaje festivo, especialmente en honor a la Virgen del
Carmen, entre los días 14 al 16 de julio de cada año. La danza de los Abuelitos
de Quipán describe el proceso natural de la niñez a la ancianidad, y a
la vez fue concebida como un tributo a la fe católica, sin dejar de lado las
creencias antiguas. El arte cultural de esta danza se transmite de generación
en generación y es interpretada tanto por niños, jóvenes, adultos y personas de
la tercera edad, quienes hacen que se mantenga vigente hasta la fecha. El 23 de
mayo de 1821 rindieron homenaje a la libertad danzando para el General José de
San Martín minutos previos al célebre encuentro entre el último Virrey del Perú
José de la Serna en Punchauca, en representación de los pueblos costeños.
Los Abuelitos de Quipán se acompañan musicalmente sólo por un arpa
(antiguamente se usaban violines). Por ello, la presencia del arpista resulta
muy importante. Este artista es quien, en las 36 cuerdas del arpa, con la
habilidad de sus dedos y el conocimiento pleno de la melodiosa música, marca y
ordena los pasos de los danzantes. El Pasacalle es la música que sirve
para recorrer las calles de Quipán. La danza propiamente dicha se compone de
las siguientes fases: * Transporte: en esta posición las parejas toman el
bastón en el aire y se desafían con inclinaciones hacia adelante y atrás,
ejecutan vueltas danzando con balanceos y rematan con un giro frotando los pies
en el suelo, procurando hacer sonar los cascabeles lo más fuerte posible; *
Transporte llano: los danzantes se muestran el bastón en forma desafiante como
para demostrar quién tiene el mejor bastón, dan vueltas y regresan el bastón a
la posición normal, rematando con un fuerte zapateo desafiante; * Llano: en
esta parte el danzarín baila con lentitud, como si hubiera sentido el
cansancio, ejecutando giros y balanceos más lentos, terminando con una vuelta
suave; * El saucecito: el abuelito llegó al momento de su tristeza, quizás
recordando su pasado, hace el gesto de llorar, sus cascabeles permanecen mudos
finalizando con un despertar improviso con vueltas y zapateos; * El Flor de
Habas: finaliza la actuación con una posición inclinada de cansancio. El
maestro arpista viste con un terno oscuro, camisa de color claro, poncho color
vicuña, sombrero oscuro, chalina y guantes de lana tejidos artísticamente. La
vestimenta de los danzantes es el mejor ejemplo del mestizaje cultural. Ellos
lucen chullo (gorro), champa y trenzas, que sería el aporte andino. También
portan una máscara confeccionada de madera, de color blanco castizo, un lunar
en la mejilla, bigotes, patillas pronunciadas, cabello ondulado y ojos claros,
llevan ternos oscuros y escarpines forrados de cascabeles, pañuelo rojo
colocado en diagonal en el brazo izquierdo, guantes tejidos de lanas de colores
y el bastón hecho de arbustos del lugar, elementos característicos de la
cultura española. Esto les da elegancia y señorío, característico de un gran
caballero.
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