miércoles, 24 de abril de 2019

Danza de Cañeros (Perú)



Los Cañeros de San Jacinto es una danza originaria del pueblo de San Jacinto, provincia de Santa, región Áncash, Perú. Esta danza se baila en la fiesta tradicional de la caña de ese pueblo, en honor a su patrono San Jacinto. Del baile participan hombres y mujeres (kiyayas). Los miembros de cada género visten diferente para la coreografía. Los hombres usan un traje blanco y su rostro cubierto con una careta que semeja la faz de San Jacinto. Además, un sombrero típico, con cintas y espejos, es parte de los atuendos. Las mujeres usan un colorido traje que consta de polleras, blusas bordadas con diseños de flores y corazones, y en la cabeza una bincha guarnecida llamativamente con flores, para resaltar la belleza femenina. Las polleras cumplen un importante papel, pues con ella se ejecutan la mayoría de los pasos. Durante toda la coreografía está presente una cruz, la cual es cargada por uno de los danzarines. En el epílogo de sus presentaciones danzarinas, se apilan tallos de caña de azúcar en el centro de la población, las que serán pasto de un fuego ceremonial, como parte de un ritual atávico. Al ofrendar sus cañas quemándolas, esperan tener una mejor producción los siguientes años. Los pasos de la danza son calificados como agotadores para el ejecutante, pues los varones utilizan mucha fuerza y la resistencia de las piernas. Los brazos de las mujeres asumen mucha dinámica, todo lo cual exige bastante fortaleza y brío sostenido. Los instrumentos usados para la ejecución de la música que acompaña a la danza son quenilla o pito, tambores y bombo.


Después del terremoto del 10 de noviembre de 1946, que destruyó gran parte de los pueblos de la provincia de Sihuas, donde el pueblo de Acobamba quedó sepultado; se dio una gran inmigración de sus habitantes hacia la provincia de Santa. San Jacinto fue la hacienda que albergó a gran parte de los pobladores de la sierra, así como también a los que llegaron de la costa en busca de trabajo, sobre todo, afro costeños. Con el paso del tiempo, se dio la danza en el valle del Purhuay, con el ir y venir de los pobladores que regresaban de la hacienda San Jacinto hacia sus pueblos de origen. Es así que en uno de esos viajes el Santo fue llevado al valle del Purhuay para la fiesta de la Virgen de la Natividad, el 8 de septiembre. En honor a San Jacinto y festejando a la Virgen, es que los habitantes de esas zonas bailaron por primera vez la danza, recreando los pasos y los movimientos de los hacendados en forma satírica, bailando con sus cañas y machetes. Por la festividad en que se presenta como una danza para hacer ritos y ofrendas, se la califica como una danza costumbrista de fiestas religiosas. Por los gestos burlescos a los antiguos explotadores, esta danza se cataloga como festivo-satírica. Como parte de la tradición renacida, es comunitaria, ocasión en la que participan por lo general, los trabajadores de las haciendas, hombres y mujeres comandados por un capataz ejecutan pasos y cantos dando gracias al Santo Patrono. También se sostiene que se hace una remembranza de cómo los obreros de las haciendas donde se cultivaba caña de azúcar, llevaban al Santo a las chacras del valle, para que bendiga la tierra y así la Pachamama les dé buen fruto de sus cosechas.








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