Los Cañeros de San Jacinto es una danza originaria del pueblo de San Jacinto, provincia de Santa,
región Áncash, Perú. Esta danza se baila en la fiesta tradicional de la caña de
ese pueblo, en honor a su patrono San Jacinto. Del baile participan hombres y
mujeres (kiyayas). Los miembros de cada género visten diferente para la
coreografía. Los hombres usan un traje blanco y su rostro cubierto con una
careta que semeja la faz de San Jacinto. Además, un sombrero típico, con cintas
y espejos, es parte de los atuendos. Las mujeres usan un colorido traje que
consta de polleras, blusas bordadas con diseños de flores y corazones, y en la
cabeza una bincha guarnecida llamativamente con flores, para resaltar la
belleza femenina. Las polleras cumplen un importante papel, pues con ella se
ejecutan la mayoría de los pasos. Durante toda la coreografía está presente una
cruz, la cual es cargada por uno de los danzarines. En el epílogo de sus
presentaciones danzarinas, se apilan tallos de caña de azúcar en el centro de
la población, las que serán pasto de un fuego ceremonial, como parte de un
ritual atávico. Al ofrendar sus cañas quemándolas, esperan tener una mejor
producción los siguientes años. Los pasos de la danza son calificados como
agotadores para el ejecutante, pues los varones utilizan mucha fuerza y la
resistencia de las piernas. Los brazos de las mujeres asumen mucha dinámica,
todo lo cual exige bastante fortaleza y brío sostenido. Los instrumentos usados
para la ejecución de la música que acompaña a la danza son quenilla o pito,
tambores y bombo.
Después del terremoto del 10 de noviembre de 1946, que destruyó gran
parte de los pueblos de la provincia de Sihuas, donde el pueblo de Acobamba
quedó sepultado; se dio una gran inmigración de sus habitantes hacia la
provincia de Santa. San Jacinto fue la hacienda que albergó a gran parte de los
pobladores de la sierra, así como también a los que llegaron de la costa en
busca de trabajo, sobre todo, afro costeños. Con el paso del tiempo, se dio la
danza en el valle del Purhuay, con el ir y venir de los pobladores que
regresaban de la hacienda San Jacinto hacia sus pueblos de origen. Es así que
en uno de esos viajes el Santo fue llevado al valle del Purhuay para la fiesta
de la Virgen de la Natividad, el 8 de septiembre. En honor a San Jacinto y festejando
a la Virgen, es que los habitantes de esas zonas bailaron por primera vez la
danza, recreando los pasos y los movimientos de los hacendados en forma
satírica, bailando con sus cañas y machetes. Por la festividad en que se
presenta como una danza para hacer ritos y ofrendas, se la califica como una
danza costumbrista de fiestas religiosas. Por los gestos burlescos a los
antiguos explotadores, esta danza se cataloga como festivo-satírica. Como parte
de la tradición renacida, es comunitaria, ocasión en la que participan por lo
general, los trabajadores de las haciendas, hombres y mujeres comandados por un
capataz ejecutan pasos y cantos dando gracias al Santo Patrono. También se
sostiene que se hace una remembranza de cómo los obreros de las haciendas donde
se cultivaba caña de azúcar, llevaban al Santo a las chacras del valle, para
que bendiga la tierra y así la Pachamama les dé buen fruto de sus cosechas.
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