Cabeza de Cochino (México)


La danza “Cabeza de Cochino” tiene su origen desde tiempos muy remotos, en los que se realizaban ceremonias para agradecer a la naturaleza, la cual era considerada como origen y fundamento de la vida, por lo que se le hace un tributo con lo que de ella se obtuvo a manera de regresar los bienes otorgados. Esto era entendido como un ciclo mágico-religioso a través del cual los mayas trataban de mantener un equilibrio que evitara a los rayos, las sequías, las grandes lluvias, todo aquello a lo que ellos temían y no podían controlar. Para llevar a cabo dichas ceremonias, se reunían y llevaban animales silvestres que obtenían con la caza. Dichas celebraciones duraban en sus orígenes entre tres y cinco días. Antiguos relatos evidencian que en esta danza se usaba la cabeza de un venado, pero a raíz de la llegada de los europeos al continente americano, trajeron con ellos al cerdo, el cual fue adoptado y con el paso del tiempo sustituyó al venado. Con la conquista de los españoles comenzó una etapa de evangelización de los naturales de la región, enfrentándose a las múltiples expresiones mágico-religiosas entre las cuales se encontraban estos ritos de agradecimiento. Al no comprender cuál era la significación y al mantener una estructura asociada a la brujería europea (debido a los sacrificios en honor de la naturaleza), comenzaron a reprender a los nativos y a acusarlos de pactos demoníacos. Con el afán de erradicar dicha celebración, los evangelizadores aplicaron castigos y realizaron algunas ejecuciones, mas el rito no desapareció, simplemente fue guardado en secreto. Los evangelizadores al darse cuenta de la imposibilidad de controlarlos, optaron por capitalizar esta expresión, le eliminaron el valor mágico, pero conservaron el religioso enfocándolo a la religión católica, con lo que se obtuvo un sincretismo cultural entre lo maya y lo español. Desde ese momento se comenzó a estructurar la danza que actualmente conocemos.


A partir de la unión de las dos culturas, se desarrolló un cambio importante y se comenzó a estructurar la danza que actualmente conocemos. Se introdujo no sólo un animal europeo como el cerdo, sino también los instrumentos de viento para ejecución de la música, como son: trompeta, trombón y saxofón, además de timbales. El cerdo utilizado para esta ceremonia es un animal seleccionado previamente y alimentado con hojas de ramón (árbol tropical) y granos de maíz durante más de un año. Llegado el momento de ser sacrificado, su cabeza es usada para la danza, mientras que el resto de la carne es guisada en ricos manjares para convidar a los asistentes. Esta danza se desarrolla caminando por las calles con el conjunto de músicos siguiendo al grupo y tocando. Durante el desfile, se porta como estandarte la cabeza del cerco, puesto en una charola, en cuyo hocico se coloca un pan. En la charola se cuelgan cintas de diferentes colores que durante la danza son tomadas por los participantes. La comitiva se detiene en ciertos lugares para escenificar la vida del campesino, su relación con este animal y su posible venta. La escenificación de esta danza, aunque es de carácter religioso para los mayas, es graciosa porque participan en el acto los dueños del cerco, quienes son los que aparentan llevarlo, y quien porta la charola asume el papel del animal cuando está en vida, inclusive trata de escapar y en ocasiones, en su intento por huir, hace que el dueño se caiga, entonces otro de los participantes sacude los granos de maíz en un recipiente llamado leek, y el ruido le es tan familiar, que al final se deja atrapar con el afán de alimentarse. En general, las ceremonias mayas, tal como es la danza Cabeza de Cochino, no sólo recrea la forma en que la gente convive con sus animales, sino que muestra la estrecha relación que tiene con él, y de igual forma trata de cohesionar a la gente de la comunidad, sobre todo en estos tiempos mágicos de la danza en que se le da cumplimiento a la promesa hecha a sus dioses.












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