lunes, 27 de octubre de 2025

Día de la Chamarrita Entrerriana (Argentina)

 


El Día de la Chamarrita Entrerriana, celebrado cada 29 de octubre, no es simplemente una fecha conmemorativa más dentro del calendario provincial, sino un anclaje profundo en el acervo cultural de Entre Ríos, una reafirmación solemne del ritmo que, para muchos, se erige como la verdadera columna vertebral de su identidad folklórica.

La elección de esta fecha es un tributo directo al natalicio de una de las figuras más cruciales y trascendentales en la historia de la música y la cultura de la provincia, el multifacético artista, poeta, pintor, escritor e investigador Segundo Linares Cardozo, cuyo nombre de nacimiento era Rubén Manuel Martínez Solís.

Tomó como nombre artístico el de Linares Cardozo, un trabajador rural, capataz del campo de su tío Manuel, a quien Martínez Solís admiraba por sus conocimientos; en el libro “Linares Cardozo y yo” de Néstor Cuesta puede verse una foto del gaucho Linares Cardozo, de quien Martínez Solís tomara su seudónimo.

Su incansable labor de rescate, difusión y dignificación de la Chamarrita la sacó de los estrechos límites del ámbito rural y la llevó al escenario nacional, asegurando su permanencia para las futuras generaciones.

La promulgación de la Ley Provincial N° 9.584 el 15 de julio de 2004 por la Legislatura de Entre Ríos oficializó esta efeméride, consolidando el 29 de octubre como un día de fiesta cívica y cultural, y sentando las bases para el reconocimiento posterior de la Chamarrita como Patrimonio Cultural Intangible Provincial mediante la Ley 10.843, demostrando la alta valía que el pueblo y sus instituciones le otorgan a esta expresión.

Para comprender la magnitud de la celebración, es indispensable remontarse a los orígenes geográficos de la Chamarrita, los cuales se encuentran curiosamente muy lejos del Litoral argentino, específicamente en las Islas Azores de Portugal. Este estilo musical y dancístico, conocido originalmente como Chimarrita o Chamarrinha, viajó a América del Sur a fines del siglo XVII y principios del XVIII, traído por los colonos portugueses de las Azores que se asentaron principalmente en las costas de Río Grande del Sur, en Brasil, y posteriormente se dispersó hacia el sur, llegando al Uruguay y, finalmente, a la vasta extensión del territorio entrerriano.

La tesis más aceptada sugiere que el ritmo, de origen lúdico y bailable, se vinculó en Brasil con el Lundú (de ascendencia africana) y la Polka, dando lugar a fusiones rítmicas que, al cruzar el río Uruguay y penetrar en Entre Ríos, se adaptaron completamente al paisaje, al tempo de vida y a la instrumentación local.

La Chamarrita que se consolidó en Entre Ríos se caracteriza por ser una danza de pareja suelta e independiente o de conjunto, con un carácter festivo y un ritmo binario de 6/8, aunque su ejecución y tempo suelen ser más lentos que los de su pariente brasileña, la Chimarrita.

En la provincia, la Chamarrita se fusionó con elementos rítmicos y coreográficos de otras danzas de la región como el Chamamé (especialmente en el zapateo y el zarandeo) y el Gato, pero desarrolló un distintivo acompañamiento instrumental.

El acordeón diatónico (la conocida “verdulera”), introducido por las corrientes migratorias, como la de los Alemanes del Volga, se convirtió en un elemento casi inseparable de la orquesta chamarritera, junto a la guitarra, dándole ese sonido inconfundiblemente litoraleño y montielero que la diferencia de sus raíces.

Las letras, en su proceso de adaptación cultural, se transformaron para reflejar las vivencias, las penas, las alegrías, y el paisaje del hombre de campo, del pescador, del labriego y de los “hombres siete oficios” de la geografía entrerriana, desde los palmares hasta el monte.

El reconocimiento del 29 de octubre como el día de este género está intrínsecamente ligado al monumental esfuerzo de Linares Cardozo. Nacido en La Paz, a orillas del Arroyo Caballú Cuatiá, en 1920, Linares Cardozo fue mucho más que un compositor; fue un verdadero investigador del folklore entrerriano en un momento en que la Chamarrita se encontraba en peligro de desaparecer, relegada a los ámbitos rurales o a los pequeños festivales locales.

Él dedicó su vida a recopilar no solo las melodías, sino también las historias y las formas de vida de la gente del campo y de las islas. A través de grabaciones, conferencias y la publicación de obras literarias y pedagógicas, el maestro logró dignificar la Chamarrita, otorgándole una estructura formal y una difusión masiva a nivel nacional.

Obras inmortales como “Canto a Entre Ríos”, “La Histórica”, “Canción de cuna costera” y “Soy Entrerriano” no solo se convirtieron en himnos de la provincia, sino que ejemplificaron la capacidad de la Chamarrita para transmitir la belleza del paisaje y la profundidad de los sentimientos del habitante del Litoral.

Su trabajo fue crucial, especialmente en un contexto nacional donde otros ritmos como la Zamba, la Chacarera o el Chamamé ya gozaban de amplia popularidad. Los Hermanos Cuestas (Néstor y Rubén), continuadores directos de su legado, jugaron un papel clave en la década de 1960 y 1970 al llevar las composiciones de Cardozo a los grandes festivales nacionales, consolidando la Chamarrita como el símbolo musical de la provincia ante todo el país.

El Día de la Chamarrita Entrerriana se celebra en toda la provincia con una profunda vocación de preservación cultural y transmisión generacional. Las actividades se extienden más allá de un único día, convirtiéndose a menudo en una Semana de la Chamarrita. Los municipios, con la coordinación de la Secretaría de Cultura, organizan eventos que incluyen espectáculos de música y danza, talleres de baile folklórico específicos para la Chamarrita, y conferencias que analizan sus orígenes históricos y su evolución. Bibliotecas, peñas folklóricas y centros culturales se convierten en el epicentro de la fiesta, convocando a músicos locales, poetas y bailarines de todas las edades.

Más allá del ámbito festivo, la legislación que respalda esta fecha tiene una clara intención pedagógica y de salvaguarda del patrimonio. El proyecto original de ley, y la Ley N° 10.843 posterior, enfatizan la necesidad de que los antecedentes históricos y culturales de la Chamarrita sean incorporados a los planes de enseñanza en los niveles primario y medio. Esto asegura que las nuevas generaciones no solo escuchen o bailen el ritmo, sino que comprendan su significado, su compleja historia transcontinental y el rol fundamental que desempeñó Linares Cardozo para su supervivencia.

Ciudades como Diamante, que aspira a ser reconocida como la Capital Nacional de la Chamarrita, y Santa Elena, que celebra anualmente la Fiesta Provincial de la Chamarrita, actúan como faros de esta tradición, demostrando cómo el género se mantiene vivo, no como una pieza de museo, sino como una expresión artística contemporánea que continúa evolucionando con nuevos compositores e intérpretes que recogen el legado del maestro Linares Cardozo, garantizando que el latido del alma entrerriana siga resonando a través de este ritmo singular.

 

 

Fuentes:

 

• Campoeconomia.com.ar

• Elheraldo.com.ar

• Cerrito.gob.ar

 


 






























 


















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