Los Walking Bass o, sencillamente Walking, son una técnica de improvisación empleada por los contrabajistas de Jazz y, en menor medida, por los bajistas eléctricos. Consiste en una improvisación en la que el intérprete opta por mantener la continuidad de la línea de bajo, articulando su solo con la figura de negra como elemento rítmico predominante.
Este tipo de
solos ha estado presente a lo largo de toda la historia del Jazz,
llegando hasta nuestros días, y se pueden escuchar en multitud de grabaciones
pertenecientes a cualquier periodo histórico de este género, pero debido a su
similitud con las líneas que el contrabajo interpreta habitualmente en su rol
de acompañante, los Walking Bass solos han pasado desapercibidos en multitud de
ocasiones, llegando incluso a ser infravalorados como forma de improvisación
solista. El contrabajo irrumpió en las primeras formaciones de Jazz
a finales de los años 20 y principios de los 30 del siglo pasado reemplazando a
la tuba. Una de las principales razones de esta transición fue su capacidad
para llenar todos los silencios que en los instrumentos de viento son
necesarios para permitir la respiración al intérprete. Si bien en los comienzos
era frecuente que el contrabajista empleara el arco, o que incluso alternara
arco y pizzicato en distintas secciones de una misma obra, fue esta segunda
técnica la que finalmente se impuso debido a su mayor efecto percutivo y
precisión rítmica. De este modo surgieron las primeras líneas de lo que se
denominó Walking Bass. Las líneas de bajo, o Walking Bass Lines,
tienen como objetivo principal definir la progresión armónica de un tema y
mantener el tempo de la pieza mediante la interpretación de figuras de negra,
sirviendo de soporte al solista. Gracias a esto, la música ganó en precisión y
en una mayor continuidad en el pulso, que podía ser escuchado más claramente
por todos los miembros de la formación. Así, los músicos podían comunicarse
mejor y ser menos ambiguos dentro del beat. La principal característica del Walking
Bass es -como su nombre lo indica- la capacidad de moverse por grados
conjuntos, utilizando pasos melódicos y evitando saltos en las notas siempre
que sea posible. Si nuestro bajo caminante realiza muchos saltos, por ejemplo,
arpegiando las notas de los acordes, simplemente no será un bajo caminante
efectivo y no dará la sensación de caminar sino de saltar.
Es difícil decir
exactamente quién inventó esta técnica. La invención del Walking Bass no se puede
atribuir a un músico en concreto, sino que su desarrollo fue consecuencia de
multitud de contribuciones individuales que acabaron por consolidar lo que
terminaría por convertirse en uno de los rasgos definitorios del Jazz
como género musical. La aportación que las líneas de Walking hacían a la
música redefinió rápidamente el rol de cada instrumento dentro de la sección
rítmica. La batería ahora era libre para interactuar con los solistas sin
necesidad de preocuparse por mantener el pulso. Esta labor, junto a la de
delinear la armonía, era ahora una de las principales funciones del contrabajo.
Los solistas, a su vez, obtenían mayor soporte para sus improvisaciones ya que
la batería podía acompañar mejor las demandas de su solo. Estos aspectos
anticiparon elementos cruciales que acabarían por definir la sensibilidad
rítmica del Bebop. Con la llegada del Walking Bass aparecieron los
primeros Walking Bass Solos. En un principio, se puede señalar que
tuvieron su origen en momentos puntuales en los que el contrabajista obtenía
protagonismo más como consecuencia del silencio de otros instrumentos que por
liderar en ese momento la línea melódica. El contrabajo, casi
involuntariamente, ascendía a un primer plano al no haber otro instrumento
predominante. Sin embargo, no se los llega a calificar como solos propiamente
dichos. El director de orquesta y musicólogo norteamericano Gunther
Schuller data el primer solo registrado de contrabajo interpretado
íntegramente en pizzicato el 6 de julio de 1928. Este solo se encuentra en una
grabación del tema “Bull Fiddle Blues” interpretada por el clarinetista Johnny
Dodds junto a su grupo. En ella, el contrabajista, William Manuel “Bill” Johnson,
realiza un solo sobre la estructura de blues. Cabe tener en consideración el momento de desarrollo
técnico en el que se encontraba el contrabajo en la primera mitad del siglo XX.
Aún no existían los amplificadores y las formaciones contaban con un solo
contrabajista que tenía que hacerse oír sobre el resto de instrumentos.
Todavía
se tocaba con cuerdas de tripa que, al no poseer mucha tensión, debían ser
ajustadas a una distancia elevada del diapasón (entre un centímetro y medio y
cuatro centímetros dependiendo de la cuerda) con el fin de proyectar el
suficiente volumen. De este modo, eran escuchados dentro del conjunto, pero se
sacrificaba comodidad y cualquier posibilidad de agilidad en la interpretación.
Esta es la razón por la que los contrabajistas hacían uso del slap para sus
solos. Esta técnica era muy habitual en los años previos a la creación de los
sistemas de amplificación y consistía en pellizcar las cuerdas del contrabajo
en dirección perpendicular al eje del mismo, de modo que al soltarlas chocaran
contra el diapasón generando así un efecto percutivo con el que se lograba
aumentar la sonoridad del instrumento. Las limitaciones técnicas que presentaba
el contrabajo en aquellos años son uno de los motivos por los que esos primeros
solos tienen forma de Walking. Durante los siguientes
años, las habilidades del contrabajo como instrumento solista siguieron presentando
las mismas limitaciones. No era posible competir con los avances técnicos y el
virtuosismo desarrollado por otros instrumentistas, de modo que los
contrabajistas mantenían la forma Walking Bass solo para sus
improvisaciones. Walter Page, uno de los bajistas que lideraron la transición al
Walking,
grabó varios solos de línea con la orquesta de Count Basie. Page,
como los bajistas de la época, era especialista en acompañar, pero no se
mostraba a menudo como un gran improvisador. No obstante, cuando el solo de
contrabajo llegaba, aprovechaba el espacio que se le cedía para buscar líneas
de Walking
más melódicas en las que reclamaba su protagonismo. En una grabación fechada el
7 de julio de 1937, se puede escuchar uno sobre el tema “One O’Clock Jump”. Durante
los años 50 tuvieron lugar algunas innovaciones que marcaron un cambio de
paradigma en cuanto al modo de tocar el contrabajo. El instrumento evolucionó
debido a la disponibilidad de mejores cuerdas y transductores electrónicos,
logrando otro tipo de sonidos.
Ahora se les podía escuchar incluso en grandes
formaciones. La aparición de las cuerdas de acero facilitó la interpretación ya
que, al tener más tensión, la altura de los puentes podía bajarse sin perder
volumen. De este modo descendió considerablemente la altura de las cuerdas
acercándolas al diapasón y facilitando tanto la pulsación de la mano derecha
como la presión que se ejercía con la mano izquierda. En los años 60
aparecieron también los primeros puentes regulables, que comenzaron a
popularizarse en la siguiente década, y que permitieron a los bajistas ajustar
la altura de las cuerdas a voluntad, pudiendo modificarla para compensar la
dilatación de la madera en los distintos climas. Estas novedades llevaron
consigo una bajada generalizada de la acción del instrumento, que permitió la
destreza necesaria para que por primera vez los contrabajistas de Jazz
se aventuraran a posiciones de capotasto. La amplificación es otro aspecto
fundamental para la comprensión de la evolución del instrumento y su sonido. En
la década de los 70, la amplificación comenzó a ser empleada de forma habitual
por contrabajistas, permitiéndoles escucharse y ser escuchados sin la necesidad
de pulsar las cuerdas con tanta fuerza. Así, se fueron progresivamente
adoptando todas estas novedades y, si bien es cierto que hubo quienes
mantuvieron la tradición originaria del instrumento y nunca abandonaron su
esencia, los Walking Bass solos se alejaron de la cotidianidad, produciendo
la sensación de pertenecer a una época pasada.
Fuentes:
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