Una Rapsodia en música es una obra de un solo movimiento, episódica pero integrada, de estructura fluida y con una gama de estados de ánimo, colores y tonalidades muy contrastantes. Un aire de inspiración espontánea y un sentido de improvisación la hacen más libre en su forma que un conjunto de variaciones.
Su etimología proviene de la Antigua
Grecia, los “rapsodas” eran pregoneros que recitaban fragmentos de poemas, es
decir, “cosían cantos”, justo lo que su nombre significa, y llegó a usarse en
Europa en el siglo XVI como una designación para las formas literarias, no solo
poemas épicos, sino también para colecciones de escritos diversos y, más tarde,
cualquier expresión extravagante de sentimiento. En el siglo XVIII, las Rapsodias
literarias se vincularon por primera vez con la música, como en “Musicalische
Rhapsodien” (1786), del compositor alemán Christian Friedrich Daniel
Schubart, una colección de canciones con acompañamiento de teclado,
junto con algunas piezas para teclado solista. Durante lo que reste de siglo XVIII
otros compositores como William Reeve o Johann Friedrich Reichardt
titularon como Rapsodias a algunas de sus obras vocales. Pero cuando
verdaderamente se consagró la Rapsodia como género fue con su
traslado a la música pianística. Aunque se le atribuye al compositor checo Václav
Jan Thomásek el creador de la forma rapsódica musical con seis piezas
para piano en 1803, en realidad un año antes, el desconocido Robert
von Wenzell Gallenberg había publicado una pieza para piano titulada “Rapsodia”.
Las rapsodias de Thomásek tenían forma ternaria (ABA) con dos temas muy
contrastantes y que derrochaban virtuosismo improvisatorio y brillantez. Esta
forma tan atractiva cautivó durante el siglo XIX a otros compositores como Moscheles
o Dreyshock
entre otros. Aunque se pueden encontrar ejemplos vocales tan tardíos como la “Rapsodia
para alto”, Op. 53 (1869), de Brahms; en el siglo XIX la Rapsodia
se había convertido principalmente en una forma instrumental, primero para
piano y luego, en la segunda mitad del siglo, en una “épica” orquestal
nacionalista a gran escala, una moda iniciada por Franz Liszt.
Sus
composiciones se caracterizaron por incorporar melodías folklóricas e
inspiración popular, lo cual retomaron muchos compositores, quienes añadieron
al nombre la fuente de inspiración que, por lo general, era la nacionalidad del
autor. El interés por la interpretación del violín gitano a partir de mediados
del siglo XIX condujo a una serie de piezas importantes en ese estilo, en
particular de Liszt, Antonín Dvořák, George Enescu, Ernst
von Dohnányi y Béla Bartók, y a principios del
siglo XX los compositores británicos que exhibieron la influencia de la canción
popular compusieron una serie de ejemplos, incluidas las tres “Rapsodias
de Norfolk” de Ralph Vaughan Williams, “A
Shropshire Lad”, de George Butterworth y “Brigg
Fair”, de Frederick Delius (que tiene como subtítulo “An
English Rhapsody”). El compositor puede hacer trabajar su imaginación
alrededor de temas ya existentes, por ejemplo, las “Rapsodias húngaras”, de Lizst;
“Rapsodia
sobre un tema de Paganini”, de Rachmaninov; “Brigg Fair”, de Frederick
Delius (en la cual se usa una melodía folklórica inglesa); la “Rapsodia
española”, de Ravel, con temas de carácter
español; la “Rapsodia en blue”, de Gershwin, etc. El otro gran aporte
que dejó Liszt al género fue su transposición de solistas,
principalmente el piano, a pequeños grupos instrumentales y la orquesta
realizando versiones de sus propias “Rapsodias Húngaras” para ésta. Brahms
rizó aún más el rizo y compuso su “Rapsodia para Alto” destinada a ser
interpretada por un contralto, coro masculino y orquesta con texto de Goethe.
Entre los compositores de Rapsodias orquestales encontramos a Dvorak,
Albéniz
o Bartók,
por citar algunos ejemplos. Otros compositores como Debussy, Rachmaninov
o Gershwin
adoptaron la Rapsodia para otros conjuntos musicales menores. En la época
moderna, varios compositores se han esforzado por incluir instrumentos
orquestales no tradicionales en el contexto de la Rapsodia. Durante la era
posterior a la Segunda Guerra Mundial, John Serry Sr. presentó el acordeón
de piano cromático en su “American Rhapsody” (Alpha Music
Publishing, 1955).
Décadas más tarde, Ney Gabriel Rosauro incluyó el
berimbau y el repinique brasileño en su “Rhapsody for Solo Percussion and Orchestra”
(1992), al tiempo que incorporaba una sección opcional en la que se animaba a
los intérpretes a incluir un instrumento exótico o folklórico favorito. En 1975, la banda de Rock británica Queen
lanzó “Bohemian Rhapsody”, una canción de Rock operística
rimbombante que tiene la forma de una suite de cuatro partes, pero interpretada
con instrumentación de Rock. Aunque su compositor Freddie
Mercury la describió como una “ópera simulada”, también se la ha
caracterizado como una “especie de cantata de rock de siete minutos (o
'megasong') en tres movimientos distintos”. Se convirtió en uno de los
sencillos más vendidos de todos los tiempos en el Reino Unido. Podemos concluir
que la Rapsodia es un género muy antiguo desde el punto de vista
literario, pero musicalmente no se consagró hasta el siglo XIX. Consiste en la
yuxtaposición de ideas o episodios musicales cortos y contrastantes entre sí
que se suceden con un deje improvisatorio en busca de una brillantez o una
clímax. Esta estructura tan libre da rienda suelta a la imaginación del
compositor quien despliega toda su habilidad compositiva en una obra llena de
virtuosismo que toma como inspiración, en muchos de los casos, temas o melodías
de carácter folklórico o popular.
Fuentes:
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