Guardia Nueva es el nombre que recibe el período musical en el que el Tango alcanzó el pináculo de su difusión mundial y en el que comenzaron a diferenciarse los estilos de los artistas. Por la importancia de los arreglos orquestales introducidos por Julio de Caro, muchos estudiosos denominan a esta etapa, como período decareano.
La Guardia Nueva coincide
con la masificación impulsada por la invención de la radio y el cine sonoro, se
caracterizó por la fuerza popular del tango-canción y arriba en su segunda
etapa a la denominada Edad de Oro del Tango, en una larga
década de 1940. Para establecer su momento de inicio, los estudiosos oscilan
entre 1917, momento de surgimiento del Tango Canción, y 1925, momento en
que Gardel
emprendió su carrera de solista y Julio De Caro se hizo cargo de su
famosa orquesta. La configuración estilística musical del Tango en la Guardia
Vieja se modificó en un lapso de estos años, para establecerse con
nuevas características en la etapa siguiente, la Guardia Nueva. En 1924 Julio
de Caro formó un famoso sexteto que revolucionaría completamente el
sonido del Tango. El conjunto estaba integrado también por sus hermanos,
el pianista Francisco de Caro y el violinista Emilio de Caro y el
bandoneonista Pedro Maffia, más Leopoldo Thompson en el contrabajo y
Luis
Petrucelli en el segundo bandoneón. Poco después Pedro Laurenz
reemplazaría a Petrucelli, formando con Maffia el que se considera mejor dúo
de bandoneones de la historia. De Caro trajo un concepto
completamente nuevo de la interpretación del tango, apoyado en la
armonía, que tendría una enorme influencia a partir de ese momento, que fue
denominada decarismo. Básicamente De Caro aprovecho los profundos
conocimientos musicales que había aprendido de su padre primero y de un
estricto estudio de conservatorio, después, para diseñar un sonido orquestal
melancólico y sentimental, cargado de matices.
Técnicamente De
Caro aportó también una innovación imperceptible para los aficionados,
pero de gran importancia para los músicos ejecutantes, al abandonar la escritura
musical en compás de dos por cuatro o dos cuartos (2/4) y comenzar a escribir
en un compás de cuatro por ocho (4/8), que además se correspondía perfectamente
con el paso básico del baile. Aparecieron entonces otras orquestas con otros
estilos. Osvaldo Fresedo, “El pibe de la Paternal”, venía desarrollando
un estilo especial desde antes de la aparición del sexteto de Julio
de Caro, alcanzando un enorme éxito a partir de la segunda mitad de la
década de 1920. Trabajando con timbres nuevos, como la integración del arpa, el
vibráfono e incluso la batería, y dándole una gran importancia al cantante,
desarrolló un estilo elegante que fue el preferido de las clases altas. De la
orquesta de Fresedo provenía el pianista Carlos Di Sarli que
impuso con éxito su propio estilo y sus propias orquestas desde fines de la
década de 1920 y que llegó a su punto máximo de popularidad, con el cantante Roberto
Rufino, ya en la década de 1940. En 1925 Carlos Gardel se hizo
solista y durante los siguientes diez años fue una estrella mundial, hasta su
muerte en un accidente de avión en Colombia en 1935, cuando estaba en el
pináculo de su gloria. Gardel brilló como cantautor junto
al letrista Alfredo Le Pera, con Tangos como “El día que me quieras”, “Por
una cabeza” y “Sus ojos se cerraron”. Pero además Gardel
aprovechó intensivamente las posibilidades de difusión que abrió el cine
sonoro, actuando en varias películas de la Paramount. En la década de 1930
llegaron al primer plano nuevos directores de orquesta con estilos propios como
Juan
D'Arienzo, conocido como el Rey del Compás por su fuerte estilo
rítmico, y Juan de Dios Filiberto, con su Orquesta Porteña llena de
sonoridades nuevas mediante la introducción del clarinete, la flauta y el
armonio y autor de la música de temas cruciales del cancionero histórico, como “Caminito”,
“Malevaje”
y el instrumental “Quejas de bandoneón”.
La década del 40 está considerada como la
Edad
de Oro del Tango, momento de culminación de la Guardia Nueva, por la
suma de masividad y calidad. El cantante Alberto Castillo tendría un
espectáculo al que llamó “Cuarenteando”, refiriéndose a esta
época dorada, cuya declinación coincidirá con el ascenso del Folklore
y del Rock. La Edad de Oro del Tango coincide con
la formación del peronismo en Argentina y su llegada al poder a partir de 1943,
hasta su derrocamiento en 1955. Varias de las figuras del Tango fueron abiertamente
peronistas: Homero Manzi, Discépolo, Hugo del Carril, Aníbal
Troilo, Francisco Canaro, Nelly Omar y Héctor Mauré. Entre todos
los músicos y en un momento de éxito generalizado y de demanda de tangueros,
fue Aníbal
Troilo (Pichuco), con su bandoneón y su orquesta, el máximo exponente
de la década dorada. Y con Troilo, se destacaron sus cantantes:
Francisco
Fiorentino (1937-1944), Alberto Marino (1943-1947), Floreal
Ruiz (1944-1948), Edmundo Rivero (1947-1950), y Raúl
Berón. Al igual que D'Arienzo, la orquesta de Alfredo
de Angelis puso el acento en el baile y en la elección de buenos
cantantes, caracterizándose por utilizar los dúos vocales, entre los que se
destacó el que formaron Carlos Dante y Lalo Marte. En 1950 el Tango
resultó postergado en las ventas, por primera vez, por una canción popular
proveniente del folklore, “El rancho 'e la Cambicha”, cantada
por Antonio
Tormo, el “cantante de los cabecitas negras”. Se iniciaba el boom del
folklore, impulsada ya desde hacía dos décadas por una nueva ola migratoria
hacia Buenos Aires, esta vez proveniente de las provincias del interior y de los
países fronterizos. En 1955, un cantante blanco de EEUU llamado Elvis
Presley, comenzó a cantar música negra conocida como “Rock
and Roll”. Coincidentemente, también en 1955, el peronismo fue
derrocado por un golpe de estado. Muchos tangueros peronistas, como Hugo
del Carril, Nelly Omar y Héctor Mauré fueron perseguidos por
sus ideas y prácticamente nunca más volvieron a trabajar.
Fuentes:
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