La Danza de los Manueles, considerada como la más antigua del Estado de Guerrero (México), posiblemente fue concebida con el fin de ridiculizar a los gachupines que invadieron la región, pues el indumento del que hace cabeza del grupo, consiste en una máscara de un hombre viejo, color de rosa.
Con mejillas rojas, grandes bigotes, cejas pobladas un tanto hirsutas, un
puro en la boca, calzón corto, medias, zapatillas, choclos (sandalias de
madera), un nudoso bastón y un bule, cuyas semillas ya secas, hacen sonar al
compás de la música que los acompaña: violín y tamboril. Aunque hay muchas
versiones respecto a su significado y formación, la más aceptada refiere que a
fines del siglo XVII, la ciudad se hallaba gobernada por un español déspota,
avaro y ruin cuyo nombre era el de Manuel, sin recordarse su apellido, el
tradicional “gachupín” (español establecido en México), aquel rico hacendado y
bodeguero que acaparaba la riqueza de una comunidad determinada, es el hombre poderoso
y rico llegado de la Madre Patria a la Nueva España, donde tiene encomendado a
un buen grupo de indígenas pobres y desventurados que depende directamente de
su mandato. Su compañera, “la Vieja”, es una mujer adulta, blanca y regordeta
que satirizan los danzantes poniéndole un gigantesco polizón que se mueve
rítmicamente al contoneo constante de sus anchas caderas, como un guitarrón
desafinado. Su cuerpo rechoncho y maneras especiales de andar, provocaban los
comentarios burlescos del pueblo. Don Manuel era alto delgado, vestía siempre
frac y sombrero de copa, llevaba en el bolsillo un puñado de monedas de plata
que hacía sonar cuando pasaba frente a cualquier persona, para presumir de
rico; portaba un grueso bastón con el que en ocasiones golpeaba a los indios
con cualquier pretexto. Cansados los vecinos de la mala administración de su
gobernante buscaron la forma de hacer presente su protesta y alguien tuvo la
idea de que al llegar el día de su cumpleaños se le felicitara, llevándole
música y flores, y como presente especial, una danza que se preparó en secreto
en la que figuraban doce personajes, siendo los dos principales, un hombre
vestido en la misma forma que lo hacía el Alcalde con una máscara grotesca, un
bastón de madera simulando una culebra y en la mano derecha, un bule que se
hacía sonar al son de la música.
El personaje principal de la danza tiene como
pareja a una hembra, a la que se le da dado por llamar la vieja de los
Manueles, con caderas descomunales, máscara con boca desdentada, luciendo una
melena de dos trenzas; este personaje, dentro de las evoluciones, suele dar
nalgazos a quien puede para derribarlos. Esta mujer que ridiculiza a la esposa
del alcalde, haciendo resaltar su obesidad y maneras de andar; llevaba además
de la máscara, muy expresiva, bastón en forma de culebra y un bule que sonaba
rítmicamente al mismo tiempo que bailaba. Es ella la encargada de dar todas las
pautas del baile; al son que ella baila, tienen que bailar los demás, incluso
su viejo Manuel, que luce un largo cigarrillo en su boca chueca, con ese gesto
de poder. El público llega a sentir aquel ritmo tan parejo y singular de esa
danza colonial mexicana que nos remonta a distinguir a los opresores y a los
sumisos indios y mestizos que con sus suaves máscaras reflejan la limpieza de
su espíritu, tan ultrajado por un nuevo grupo de conquistadores a los cuales
había que obedecer y ajustarse a nuevos hábitos y costumbres. Los otros diez
danzantes representaban a los españoles que estaban al servicio de la
autoridad; llevan máscaras de hombres jóvenes, blusa y calzón corto de tela
brillante, sombrero forrado con el mismo género y adornado con espejos. Todos
portan bastón de madera con forma de serpiente y sonajas que agitan al bailar y
que recuerdan con su sonido las monedas del gobernante. La danza estuvo
acompañada de tambores, panderos y jarana; todos bailaron al son de la música. Al
presentarse la danza, el alcalde se sintió intrigado y preguntó a uno de sus
regidores cual era el significado.
Entonces se le dijo que el pueblo había
ideado esa forma de protesta a su mal gobierno y que los personajes eran la
caricatura grotesca de su persona, de su esposa y de sus servidores españoles.
Al oír esto, lejos de irritarse, como todos lo esperaban, hizo que siguieran
danzando y recomendó que todos los años le llevaran el mismo baile. Esta es una
de las versiones más contadas por maestros, estudiosos y cronistas de la danza
mestiza en Guerrero, actualmente, esta danza recibe el nombre de Danza
de los Viejitos en algunas zonas de Guerrero y parte del estado de
Oaxaca. Se baila en fiestas patronales, religiosas y carnavales. La danza se
caracteriza por las máscaras de viejos blancos y Manuela, quien siempre lleva
trenzas largas y blancas. La mayoría de las danzas de orígenes novohispanas
tienen una carga de burla y la exhibición de injusticias por medio del baile. Era
la única forma de los indígenas de mostrar su disgusto al mal gobierno por
medio de la sátira. La música que le acompaña consiste en un rústico violín y
una pequeña tambora, que ejecuta una melodía que cambia al presentarse las
distintas evoluciones; introducción, Topados, La víbora, el Xoxoloxtli
(gusano). La Canasta y Salida, además agitan al unísono sus bules y sonajas,
golpean el piso con los pies, llevando el ritmo de la música. Al correr de los
años y seguramente por motivo de su origen el pueblo ha bautizado a esta danza,
con el nombre de Los Manueles y a los personajes principales se les conoce con
el epíteto de El Viejo y La Vieja, respectivamente.
Fuentes:
• Costumbres-y-tradiciones-de-chilpancingo.webnode.es
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