El Lo-Fi es un fenómeno que surgió en los años 90 y hoy, gracias al auge de las plataformas, se está convirtiendo en la banda sonora de la vida de muchas personas. Se trata de melodías que, por su tranquilidad, invitan a bajar la velocidad y acompañan la concentración. Son ideales para trabajar, estudiar, conciliar el sueño o, simplemente, encontrar un momento de relax y meditación.
El Lo-Fi, más que un género musical, en sí mismo es una manera de
concebir la música y el sonido en general, entendiéndose que el Lo-Fi
es un enfoque teórico que se basa en el uso de tecnología de grabación e
instrumentación de baja calidad, consiguiendo intencionadamente estándares de
calidad bajos. El Lo-Fi tal y como se lo conoce ha cambiado a través de las eras,
por lo que numerosos ejemplos de lo que hoy se podrían considerar música Lo-Fi
no lo fueron originariamente. El término es una contracción de las palabras
inglesas “low fidelity”, que significa baja fidelidad. Probablemente es una
tarea casi imposible delimitar los comienzos del Lo-Fi, ya que desde sus
inicios las grabaciones de audio siempre fueron de baja calidad en comparación
con los estándares actuales. Sin embargo, uno de los ejemplos a los que más se
recurre para contar esta historia son los famosos cilindros Mapleson, un grupo
de más de 100 cilindros fonográficos en los que se grabaron actuaciones en vivo
en el Metropolitan Opera House de Manhattan durante los años 1901 y 1903 por el
bibliotecario Lionel Mapleson. Luego en el estilo Delta Blues de los años
20 a la música Garage Rock de los 60
y el Punk
de los 70, las grabaciones de baja calidad han asaltado las tiendas de discos. A
pesar de todo, ya que la baja fidelidad de las grabaciones no fueron
deliberadas y la idea de hacerlo no surgiría hasta muchos años más tarde, cabe
plantearse la duda de si a ejemplos como tal se les puede considerar como
música Lo-Fi. Ya desde los años 60 y 70 existen ejemplos de álbumes de
música grabados de formas precarias y en sistemas de baja fidelidad, empleando
samples y toda clase de experimentos auditivos innovadores para la época que
formaban parte de sus métodos pero no de sus bases, como grabaciones de Pink
Floyd, The Velvet Underground o incluso de The Beatles en su última
etapa.
Aunque se dice que no fue hasta la década de 1980, cuando el desarrollo
de tecnología de grabación de alta fidelidad se asentó, que tal paradigma
cambió. Probablemente un punto de inflexión muy importante fue el que marcó Bruce
Springsteen, que en 1982, tras convencer a Columbia Records, consiguió
masterizar y publicar su disco “Nebraska”, cuyo contenido consta de
canciones grabadas a modo de demo en dispositivos de baja calidad de cassette
en lugar de haberse tratado de las versiones de estudio. Este disco no fue el
primer trabajo musical Lo-Fi, pero sí que probablemente fue
el primero que un artista de la talla de Springsteen decidía publicar en el
mercado como un trabajo profesional. Otros ejemplos determinantes de la época
fueron los del movimiento New Wave o grupos pioneros como Beasti
Boys, que sirvieron de puente entre el Lo-Fi y el Rock
y la música Hip-Hop, aunque de nuevo son ejemplos que no emplearon la baja
calidad como pilares de su creación sino como recursos frecuentes. Después de
aquello, y con el paso del tiempo y el avance de la tecnología, artistas como Daniel
Johnston y Ellioth Smith continuaron ampliando la estela del Lo-Fi,
utilizándolo como base fundamental de su proceso creativo y su filosofía
existencial. Incluso personajes como Bruce Haack o Steve Moore, a menudo
llamados los padres olvidados del Lo-Fi, fueron muy importantes en el
desarrollo de múltiples métodos y técnicas, aunque no obtuvieran el
reconocimiento merecido y probablemente nunca lo hicieran.
Sin embargo, fue en
la década de los años 90 cuando el Lo-Fi tuvo su explosión más grande
de popularidad en EEUU de la mano de bandas de Rock Indie alternativo de
California o de otros movimientos coetáneos, pero a su vez tan dispares como
fue el Grunge de Seattle, de hecho prácticamente todo el Rock de la década en EEUU y Europa se
vio influenciado por las técnicas y la filosofía del Lo-Fi. También ocurrió
algo similar en el Hip-Hop, aunque Beastie Boys ya trabajaran a finales
de los 80 con la degradación del sonido, se puede considerar el primer disco de
Wu-Tang
Clan, “Enter the Wu-Tang” (36 Chambers), como uno de los primeros
álbumes de Rap en tener ese sonido maquetero tan propio y descriptivo de
la música Hip-Hop de finales de
siglo. Por su parte, en Europa, algunos ejemplos como la banda londinense Blur,
y en particular su guitarrista Graham Coxom, fueron importantes
pilares del Lo-Fi en el viejo continente. El género Lo-Fi tuvo un nuevo
resurgir en nuestros días de la mano del Hip-Hop (y de Internet, como no
podía ser de otra manera. De hecho, es tan importante la conexión entre estos 3
conceptos, que ya se habla del Lo-Fi Hip-Hop como un género nuevo
nacido a través de la cultura del beatmaking apoyada en la libre difusión por
internet, y en particular de sitios web como YouTube, Soundcloud o Bandcamp.
Además de una inmensa comunidad mundial de creadores de este contenido y
oyentes del mismo, en el presente existen toda clase de playlists y radios de
música Lo-Fi Hip-Hop, en las que incluso géneros como el Jazz
sirven como aderezo perfecto a la combinación musical. También playlists
enfocadas a tareas concretas como estudiar o relajarse. En nuestros días, es
cada vez más fácil acceder a buenos equipos y montar un estudio de grabación
casero.
Casi cualquier persona que se lo proponga puede crear su lista de
reproducción, aunque, por supuesto, no todos lo hagan igual de bien. Como sea,
la música Lo-Fi se ha ganado su lugar en nuestras aplicaciones de música
no solo por ser un poco nostálgica, sino por su capacidad de relajar y generar
un buen ambiente para nuestras actividades. Uno de los mejores puntos de la
música Lo-Fi es que no se ha quedado exclusivamente en el sonido. En
general, las listas de reproducción de este género suelen ser infinitas e ir
acompañadas de animaciones en bucle. La música Lo-Fi es un estilo muy
ligado al animé, gracias a Nujabes, quien en los 2000 se
encargó de popularizarlo a través de YouTube y Soundcloud, convirtiéndose en un
precursor, ícono y exponente del estilo. Desde entonces, la ilustración
japonesa y la música Lo-Fi van de la mano. Otro de los
exponentes del Lo-Fi es Study Girl de Chilled Cow, un
personaje creado por el artista Juan Pablo Machado, inspirado en el
famoso Studio Ghibli, que consiste en una imagen de una chica con sus
auriculares leyendo junto a su gato, mientras fuera la atmósfera se transforma.
Durante el confinamiento mundial que provocó la crisis sanitaria de la Covid-19
en marzo de 2020, los principales canales de Lo-Fi batieron todos los
récords en visualizaciones y en número de suscriptores. Un ejemplo de ello fue
el crecimiento del canal ChilledCow que en el mes de abril de 2020 sumó 340.000
nuevos suscriptores. Además, la cuarentena popularizó todavía más la creación
de contenido musical por parte de los artistas debido a la imposibilidad de ir
a los estudios para grabar las piezas. El desarrollo de todos estos métodos
caseros para crear música ha provocado que en esos meses la cultura del Lo-Fi
alcance su máximo exponente. No hay dudas de que la música Lo-Fi ha llegado para
quedarse, más en un mundo donde la ansiedad, está a la orden del día. Su estilo
relajante la hace ideal casi para cualquier momento, en especial aquellos en
que se necesita para desconectar o concentrarse mucho.
Fuentes:
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