domingo, 25 de junio de 2023

New Beat (Bélgica)

 


Bélgica, ese país pequeñito visto como un territorio de nadie y campo de batallas de Europa por excelencia, tuvo un momento de explosión musical en los años 80. La aportación de Bélgica a la música de baile ha estado en muchas ocasiones minusvalorada e ignorada por los críticos musicales.

Un juicio injusto si se tiene en cuenta que siempre ha sido de los países más devotos por los sonidos electrónicos. El simple hecho de que sea un paraíso de los DJ así lo certifica. Para enmendar este vacío sobre su buena música de baile y la posterior explosión electrónica, el documental de Josez Devillé “The Sound of Belgium”, resucita la rica historia de la música de baile belga y radiografía el espíritu de una nación que bailó con ella, a través de figuras indispensables para entender la escena como Renaat Vandepapeliere, fundador de R&S Records, CJ Bolland, Joey Beltram, JD Twich y Ken Ishii. El film revisa como los organillos de los años 40 y la irrupción del Soul en Bélgica, prepararon el terreno para la génesis del New Beat a finales de los 80 o la explosión del Techno en los 90. El Soul norteamericano llegó a Bélgica en los años 60, a través de discotecas visionarias como “The Groove” (Ostende) o “Popcorn” (Vrasene), en donde se convocaban los domingos a la tarde, miles de valones, flamencos, holandeses e ingleses, seducidos por esos sonidos desconocidos, hasta el punto de crear una subcultura conocida como “Escena Popcorn”. Sin embargo, como todo género musical, la música Disco-Soul se volvió tan comercial que impresionó. Los productores Pop quisieron añadir un poco de sintetizadores para seguir la evolución del momento. El Punk de los Sex Pistorls ya existía como respuesta contracultural, no obstante los productores belgas optaron por revelarse con sonidos electrónicos.
Existía música oscura y matemáticamente perfecta, como la de Kraftwerk, pero no había dureza ni rebeldía.  Quizá lo que aportaron los DJ belgas fue eso: una rebelión a la música de baile. Al mezclar las tendencias más oscuras con temas Pop poco conocidos, los Dj’s eclécticos le dieron a Bélgica un sonido único en el mundo. Entre sorpresa y euforia, el New Beat incendió las pistas de baile de las discotecas de Bélgica. Descontrol, drogas, flashes y más fiesta. La extravagancia y el desenfreno eran las vías de escapa, como bien ilustra la película “Bélgica” (2016), de Felix van Groenigen. La Guerra Fría estaba muy presente y esa oscuridad caló en la opinión pública. Se llamaban New Wavers, Coldwavers, Electrowavers, pero simplemente sonaba a negro, a oscuridad. Así, Front 242 o Lord of Acid, sólo podían ser belgas. En las discotecas Ancienne Belgique (Bruselas) y Valhana (Amberes), se escuchaban sonidos caseros, electrónicos y repetitivos. Sin embargo, la meca del New Beat fue la espectacular Bocaccio, una megadiscoteca de Gante, cuyo interior simulaba el oscuro infierno o una película ralentizada, hasta su cierre en 1993. Por aquel entonces, Madonna arrasaba el mundo con “La Isla Bonita”, sin embargo en Bélgica fue destronada por artistas del New Beat.
Así, cuando todavía se consideraba underground, el club Confetti’s empezó a crear lo que la gente quería oír y bailar hasta hacerlo viral. Es por eso que la canción “This is the Sound of C” fue el himno del movimiento y acabó siendo el principio del fin del New Beat comercial desprovisto de significado. El New Beat se caracterizó por llevar un ritmo lento, mecánico e intenso. El efecto se lograba cuando los Djs tocaban discos de 45 a 33 rpm, pero su contenido variaba entre los diferentes artistas. Algunos tracks eran instrumentales, pero generalmente se distinguían por tener algunas partes cantadas y voces ampliadas, que en su mayoría eran de alto contenido erótico. El ritmo recibió influencias de otras corrientes musicales, como el Techno Pop, EBM, Disco, Acid House y Techno, dando como resultado una variedad de discos muy originales. Mientras algunas canciones eran agresivas y oscuras, otras eran alegres e intensas. Esta interesante mezcla de ritmos lentos, beat duros y sonidos excitantes, irradiaban un sentimiento de sensualidad fría, la cual resultaba muy atractiva.

 




















































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