Reírse del medievo es fácil, siempre lo ha sido. En el camino, Internet ha llegado a amarlo y, muy a su modo, a comprenderlo. El último movimiento surgido a su vera es el mejor ejemplo de ello. Centenares de jóvenes en todo el mundo que, armados con algún instrumento de cuerda y un archivo casi infinito de samples, están revitalizando la música medieval. Bienvenidos al Bardcore.
La palabra tiene evidentes reminiscencias musicales. “Core” es un sufijo inglés
muy utilizado en la genealogía Pop, y hace referencia al corazón de
las cosas, el elemento central a la existencia de cualquier elemento. “Bard”,
por su parte, significa “bardo”. La fórmula sintetiza la esencia del
movimiento: la música de los bardos, un género que explora los rincones del
arpa, la viola da gamba y los cuernos franceses. Ritmos pausados, melodías
angelicales, armonías vocales tan dulces y apelmazadas. Pese a que YouTube está
repleto de interpretaciones modernas de la música medieval, de versiones de
canciones Pop contemporáneas en formato bardístico, sólo durante los
últimos años ha brotado una auténtica escena internacional. En diciembre de
2017, la cuenta Algal the Bard publicó en YouTube una versión medieval de “Toxicity”,
de System
of a Down. Algunas otras piezas se publicaron en la plataforma en
línea, pero su visibilidad permaneció relativamente desapercibida. El origen de
la escema puede ubicarse, según un artículo de The Guardian, a una creación del
usuario Cornelius Link subida a la plataforma durante el mes de abril
de 2020. La versión en cuestión, “Astronomia”. Sí. La canción del meme
de los enterradores. Link es un ingeniero alemán de 27 años que, en pleno
confinamiento y con infinidad de tiempo libre, decidió traducir uno de los
éxitos más resonantes del año al lenguaje musical de la Edad Media.
La canción
contaba con todos los ingredientes para ser un éxito. Ausencia de
interpretación vocal (con todo lo que ello implica para cualquier versión), una
melodía venenosa y reconocible por media humanidad, fácilmente trasladable por
sus características a una flauta de carácter medieval. El éxito fue inmediato “Astronomia
(Medieval Style)” aglutinó centenares de miles de visitas en un puñado
de semanas (hoy por encima de las 5.000.000) y, lo que es más importante,
espoleó a numerosos creadores a versionar más y más iconos de la cultura Pop
en formato medieval. A principios de junio de 2020, más de un centenar de
canciones Bardcore se habían subido a YouTube. La conversación llegó a
otras redes sociales, como Twitter y muy especialmente Reddit. El género creció
por el boca a boca, como en los buenos, viejos tiempos. Solo que no en bares o
salas de concierto. En Internet. El citado periódico The Guardian, así como
otros medios, sugieren que el Bardcore se relaciona estrechamente
con la pandemia de COVID-19, pues los creadores de Bardcore tuvieron tiempo
este año para dedicarse a los covers medievales y, además, había un sentimiento
de temor a la enfermedad similar al miedo a la peste negra en la época
medieval. Cornelius llegó mucho más lejos con su siguiente obra, una
versión de la popular “Pumped up kicks”, de Foster
The People, a día de hoy por encima de las 6 millones de visitas. Un
viejo conocido de los lares medievales, ahora reivindicado tras años de
relativa oscuridad, Algar The Bard, se apuntó a la rejuvenecida tendencia
actualizando “Nothing else matters”, el clásico de Metallica. Desde “Blinding
Lights”, de The Weekend, hasta “Chandelier”, de Sia, pasando por
canciones de sensibilidad más minoritaria, como “Heaven knows I'm miserable now”,
de The
Smiths, la colección ha aumentado poco a poco.
La escena ha crecido lo
suficiente como para ganar un pequeño espacio en los medios de comunicación. En
junio de 2020, I-D publicaba un escueto reportaje hablando con algunos de los
protagonistas: “Definiría al Bardcore como algo ridículo y al
mismo tiempo bonito”, explicaba Sam Ord, otro joven de 27 años autor
de la versión de los Smiths y de esta otra de Miley
Cyrus (“Wrecking ball”), “en tiempos como estos, creo que la gente
simplemente busca reírse un rato, y por alguna razón interpretar canciones
modernas en un estilo medieval tiene la habilidad de hacer a la gente sonreír,
aunque sólo sea durante tres minutos”. Una de las figuras más prominentes y
exitosas del movimiento es Hildegard von Blingin, ilustradora
con un singular don para la interpretación musical. Hildegard es un
pseudónimo inspirado en Santa Hildegarda de Bingen, una
monja benedictina del siglo XII provista de un talento irrepetible en decenas
de artes (desde la escritura hasta la filosofía, pasando por la medicina, la
mística y el naturalismo). A su estela, Hildegard, el youtuber, ha subido
cinco versiones, a cuál más exitosa. La más estelar de todas, “Bad
Romance”, de Lady Gaga. “Tras los dos primeros
vídeos, decidí hacer mis propias versiones instrumentales con los instrumentos
que tenía a mi alrededor y el programa gratuito Garageband. Puedes hacer muchas
cosas en casa, que es lo maravilloso de componer música a día de hoy”, explica.
El Bardcore
emula en muchos sentidos otra de los grandes movimientos musicales generados
por Internet durante los últimos años, el Lo-Fi, y predecesores más remotos
como el Vaporwave. Hay mucho de humor autorreferencial y de composición
plenamente autónoma. Lo que separa a Hildegard de otros protagonistas de
la escena son dos cosas: sus ilustraciones animadas y la versión medieval de
las letras; y muy especialmente la lírica, la incorporación de voces cantadas
al estilo gregoriano. Es un hecho diferencial que sumado al carácter
irremediablemente viral de Lady Gaga ha espoleado su perfil por
encima de otros.
De un modo un tanto inesperado, el Bardcore ha dado pie a
que toda una generación de jóvenes se aproxime a la música medieval con un
interés genuino. ¿Con o sin rigor histórico? Según una experta en musicología
pre-moderna, da igual, nuestro concepto moderno de lo que es medieval no trata
tanto sobre la precisión histórica como de crear algo nuevo, algo adaptado a
nuestras ansiedades e inquietudes. En ese sentido, que las letras versionen
canciones Pop hedonistas tampoco tiene nada de extraño: apenas hay una o
dos canciones medievales que referencien a la Peste Negra. El Bardcore
sigue así a otros géneros que abundan en sus referencias medievales, o más bien
en una construcción personal y desligada de cualquier precisión histórica sobre
la cuestión medieval. El Metal y sus diversas variantes es el
ejemplo más evidente. La obsesión del Power Metal (Manowar y un largo
etcétera) con los dragones, las mazmorras y las princesas en apuros no tiene
una necesaria relación temática con el contenido artístico real de la Edad
Media. Como tampoco el recurso a instrumentos folclóricos del Black
Metal o el Pagan Metal, preñados de construcciones nacionalistas y
esencialistas antes que de un interés histórico real por las formas y
composiciones medievales (aunque algunos, como Obsequiae, lo tienen).
Todos los géneros llegan al medievo impulsados por sus obsesiones, y lo reformulan.
Los protagonistas del Bardcore no son una excepción. Las
canciones incorporan en ocasiones elementos ajenos a la instrumentación
histórica y moldean nuestra idea de “medieval”. Porque eso no es tan importante
como la gestación de una herramienta comunicativa compartida por miles de
personas.
Fuentes:
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