El Carnaval de Cádiz es una de las celebraciones más famosas e importantes de las fiestas carnavalescas, tanto en España como en toda Europa. Ha sido declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional, una denominación honoraria atribuida a festividades y eventos celebrados en España que gozan de especial interés turístico.
Los orígenes del Carnaval de Cádiz se sitúan en el cristianismo
y en la Cuaresma. Antes del período que marca el ayuno y el arrepentimiento, la
Iglesia solía dejar que la gente les diese rienda suelta a todas sus emociones,
incluso a las más pasionales y carnales. Tras este jolgorio, la Cuaresma tenía
como objetivo el de purificar a la gente de sus excesos, para que llegasen
virtuosos al domingo de Resurrección. De esta manera, el Carnaval regula la
alternancia entre la tristeza y la alegría, que el cristianismo llama “el
pasional orden del tiempo”. El Carnaval de Cádiz nació en la
segunda mitad del siglo XV con la llegada de comerciantes genoveses. La ciudad
tenía además una especial vinculación con los puertos del norte de Italia y
también con Venecia. A esto se suma la presencia de esclavos africanos que
aportaron sus ritmos y músicas, de lo que surgió una fiesta popular y un tanto
anárquica. En el siglo XVI, la fiesta se consolidó. Aunque no fue fácil
mantener esta fiesta. La Iglesia nunca vio con buenos ojos los excesos del
Carnaval y no fueron pocos los intentos por acabar con ella. En el período
carnavalesco, Cádiz está inundada por todo tipo de cantes, bailes y
espectáculos, que se convierten en las actividades principales durante estas
celebraciones a lo largo de 10 días. Más de 300 agrupaciones compiten en el
Concurso de Agrupaciones del Gran Teatro Falla, una competición que tiene lugar
para determinar qué grupo tiene la mejor labia entre los participantes.
Estos
grupos oficiales van disfrazados y suelen bailar y cantar cancioncillas
satíricas, al igual que representar escenas sobre la vida cotidiana o la
política de España. Las agrupaciones se caracterizan por su ingenioso humor y
la elocuencia de sus letras, que encaja perfectamente con las coplas
presentadas, cantes cuyos temas varían desde la sátira hasta temas más serios. El Ayuntamiento no reconocía el Carnaval como una fiesta propia hasta que
en el año 1861 el alcalde Don Juan Valverde propuso que sea el Cabildo el
encargado de la organización del Carnaval, para lo que se solicitó que en el
presupuesto de 1862 se previeran los gastos del Carnaval. Puede decirse que es
cuando se comenzó a tener un Carnaval “reglamentado”. El controlar y
reglamentar tuvo consecuencias beneficiosas: Programación de actos, de bailes,
de fuegos de artificios, música, comparsas, etc. La Comparsa: Con un origen
posiblemente espontáneo -un grupo de amigos se reunía para cantar- la Comparsa
se fue perfeccionando en tanto que de forma paulatina se fue uniformando,
preparando un repertorio y ensayándolo. Estas agrupaciones de conjuntos músico
vocales que cantan repertorios propios y de marcado carácter gaditano se fueron
convirtiendo paulatinamente en uno de los ejes del Carnaval de Cádiz, sin
olvidar los bailes de máscaras y -sobre todo- la calle como elemento
dinamizador de la participación popular.
Las agrupaciones carnavalescas se
desarrollaron integrando en sus coplas todos los elementos que hoy perduran:
chascarrillo, crítica política, satírica social, etc. En 1884 el alcalde
Eduardo J. Genovés ordenó una mayor vigilancia en las calles e impone que todas
las Comparsas y Estudiantinas que quieran recorrer la población deberían de
proveerse de la correspondiente licencia municipal. Incluso se estableció la
censura previa: cada agrupación debía presentar una instancia dirigida al
alcalde indicando nombre, apellidos y direcciones de los componentes,
haciéndose responsable el director de la agrupación y un representante. Junto a
la instancia se presentaban dos copias de los repertorios que se pensaban
cantar por las calles y que en ningún caso deberían atentar contra la moral
pública. Revisadas las letras, el Ayuntamiento guardaba una copia y devolvía la
otra con su sello, dando el visto bueno al repertorio. La copia sellada debía
llevarla el director de la agrupación y exhibirla ante cualquier autoridad que
la requiriese. Pese a tan reglamentada burocracia, raro era el año que alguna
agrupación no terminaba con algunos problemas. La formación de una Comparsa se
realizaba de forma espontánea entre un grupo de amigos o de compañeros de
trabajo. Antonio Rodríguez “El Tío de la Tiza” sacó los mejores grupos
de su época con sus compañeros de la Sociedad Cooperativa de Alumbrado.
En el
año 1937, por decreto, el Jefe del Estado, General Franco, abolió el Carnaval,
desapareciendo en casi todas las poblaciones españolas. Sin embargo, en Cádiz
permaneció latente en el sentir del pueblo. Y en las tiendas de vinos y en los
colmados gaditanos de la posguerra no faltaban en el mes de febrero grupos de
nostálgicos que se reunían para rememorar y cantar viejas coplas carnavalescas.
En 1948, el gobernador civil Rodríguez de Valcárcel autorizó a que cantara el
Coro “La Piñata Gaditana” y a partir de ahí los Coros y Chirigotas
salieron a la calle con la autorización del Gobernador, fuertemente censurados
por la Delegación de Educación Popular y el control callejero del Alcalde. Se
insistió que no podía aparecer por ninguna parte la palabra “Carnaval”. Así
surgieron en el año 1950 las Fiestas Típicas Gaditanas, un Carnaval
domesticado, descafeinado, pero que en honor a la verdad permitió que la
tradición carnavalesca permaneciera en las nuevas generaciones gaditanas. Y por
fin en el año 1977 se produjo la recuperación del Carnaval con su nombre
tradicional y a sus fechas de siempre, en el mes de febrero. En el año 1984, la
Fundación
Gaditana del Carnaval (FGC), organismo autónomo del Excelentísimo Ayuntamiento
de Cádiz, recibió por acuerdo del Excelentísimo Ayuntamiento Pleno de 9 de
enero, al punto 14 del Acta de Sesión, la competencia de organizar, dirigir,
programar, encauzar, administrar y ejecutar los Carnavales de la Ciudad de Cádiz.
Competencia que viene llevando a cabo desde esa fecha hasta nuestros días, con
la ayuda, coordinación y participación de todos los estamentos de la ciudad.
El
año 2002, y tras diversas negociaciones con colectivos de autores
carnavalescos, la Fundación Gaditana del Carnaval fue sustituida por el Patronato
del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas y Fiestas del Carnaval de
Cádiz. Los órganos del Patronato del Carnaval, como se
acostumbra a abreviar su nombre, son el Consejo Rector, y sus dos juntas ejecutivas:
una del COAC y otra de las Fiestas. Lo más genuino y representativo del Carnaval
de Cádiz son sus Agrupaciones, que han resistido a
todos los avatares de los tiempos y que en la actualidad -en sus distintas
modalidades de Coros, Comparsas, Chirigotas y Cuartetos-
en Junior
(antiguamente se dividían en Infantiles y Juveniles) y Adultos,
tienen la opción de acudir al Concurso Oficial de Agrupaciones
Carnavalescas (COAC), si así lo desean. Dicho Concurso se rige por unas
Bases aprobadas en Junta Ejecutiva del Concurso Oficial de Agrupaciones del
Carnaval (COAC) del Patronato del Carnaval el pasado año 2002. La celebración
comienza con la lectura del pregón del carnaval en la Plaza de San Antonio. Luego,
el carrusel de coros toma las calles del centro desde las dos de la tarde; los
niños también pueden disfrutar de la cabalgata magna, y ya por la noche, los
fuegos artificiales ponen fin a un día de carnaval de lo más completo. Los días
siguientess es fácil escuchar a los coros y agrupaciones en cualquier tablao o
incluso por las calles del centro. El miércoles de Carnaval, es uno de los
mejores días para escuchar a las agrupaciones de ilegales (callejeras) cantar
por toda la ciudad. El Domingo de Piñata concluye, en
parte, el Carnaval, con la llamada quema de la Bruja Piti en la playa de
la Caleta, mientras que en el Castillo de San Sebastián, los fuegos
artificiales ponen el broche final a las fiestas de don Carnal.
Fuentes:
.
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