La manera en la que movemos nuestros cuerpos al ritmo de la música siempre ha tenido el potencial de desafiar a las convenciones del momento. Conozca los bailes que rebasaron los límites del pudor y escandalizaron a la sociedad a lo largo de la historia.
Danzar
por placer en Europa y América ha tenido una larga historia de incomprensión y
reprobación, que ocasionalmente llevó a la prohibición del baile, por ser
considerado moralmente perjudicial. Escritos clásicos y del cristianismo
temprano hablan de la danza como peligrosa y pecaminosa, particularmente si
permitía el contacto físico entre hombres y mujeres de las clases bajas. En el
período medieval, las danzas en rondas eran comunes y aquellas con parejas se
fueron volviendo más populares con el tiempo. Factores como la guerra, la
esclavitud, la migración por razones políticas y económicas hicieron que las
danzas se dispersaran por el globo. Al mezclarse con nuevas influencias,
emergieron danzas sociales que retaron y transformaron las convenciones sociales
de género, raza y clase. Las cortes reales de Francia e Inglaterra, con su
rígido decoro, se escandalizaron con una danza que requería del contacto
cercano de los cuerpos de ambos sexos. La Volta (italiano para “la vuelta”)
era muy diferente a las lentas rutinas que se acostumbraba bailar en la corte.
En la danza, el hombre empujaba a la mujer hacia adelante con su muslo, una
mano le agarraba la cintura y la otra iba debajo de su corset mientras ella
brincaba. Los oponentes pensaban que esta danza rápida y energética era poco
modesta e incluso peligrosa para las mujeres. La danza no sólo era criticada en
la alta sociedad. Hombres y mujeres del común también fueron atacados en el
siglo XVII. Durante la Danza del Cojín, los hombres y
mujeres podían seleccionar y besar a sus parejas en la pista de baile. En una
época en la que rara vez tenían la oportunidad de mezclarse, tal intimidad
física atrajo la atención de los puritanos. Ese movimiento buscaba no sólo
borrar de la Iglesia anglicana los que consideraba como rastros de la
influencia del catolicismo romano, sino también mejorar la conducta moral de la
gente en el país. Un notable crítico puritano condenó “el baile indecente y
lascivo” como el camino al infierno. El baile retornó en su mayor parte a las
posiciones de uno al lado del otro en el siglo XVIII. Pero al principio del
siglo XIX, una nueva danza escandalizó a Reino Unido: el Vals. Entre la gente
educada de la época, las mujeres y los hombres rara vez se encontraban juntos
solos hasta que se casaban. El abrazo íntimo del Vals, un hombre
sosteniendo a una mujer en sus brazos en una pista de baile en público, con sus
rostros a milímetros de distancia, era revolucionario. También lo era la rápida
y revoltosa naturaleza de la danza cuyos orígenes eran austríacos, y que
eventualmente se convirtió en sinónimo de Viena y la música de Strauss.
Al final, hasta la públicamente recatada reina Victoria bailó el Vals.
A finales de la década de 1820, un grupo de parisinos de clase baja estaba
bailando una cuadrilla. Al improvisar, levantaron las piernas… así nació el Cancán.
Los parisinos de clase media consideraban que las danzas debían ser discretas y
agraciadas. A sus ojos, las clases bajas parecían estar sufriendo de una
enfermedad degenerativa debido a la manera en la que sacudían sus extremidades
al bailar el Cancán. El baile fue adoptado por los teatros de música y
practicado sólo por mujeres, que exponían su ropa interior y sus piernas.
Cuando la danza fue introducida a la audiencia londinense por la bailarina parisina
Finette
en 1868, algunos diarios reflejaron la alarma que causó. En la época
eduardiana, las convenciones sociales, como el uso de chaperones, se relajaron
un poco. El Tango puso a prueba esa nueva actitud. El Tango llegó a Reino Unido
vía Francia más o menos en 1913. Sus raíces en los puertos de Buenos Aires, las
sensacionalistas descripciones en la prensa -que la pintaban como una danza de
vaqueros, proxenetas y prostitutas-, así como la música latina, intrigaron y
atrajeron a muchos. Comparado con el Vals, el Tango ofrecía un abrazo
más apretado, así como el potencial para la improvisación individual. A medida
que el Jazz se fue volviendo popular en los años 20, el Charleston
surgió en Estados Unidos. Por primera vez, las mujeres podían bailar en
sociedad sin pareja. El Charleston se desarrolló a partir de
la música y las danzas de los descendientes de esclavos cerca de Charleston,
Carolina del Sur. Que los bailes cruzaran la división cultural –de la cultura
afroamericana a la blanca estadounidense- pasó a ser algo normal en la danza
popular por los siguientes 100 años. Después de la Primera Guerra Mundial, las
mujeres tenían la ambición de ganar su propio dinero y expresarse
creativamente. Se vestían a la moda y bailaban Charleston.
Pero los
movimientos de las piernas, la sacudida de los brazos y el meneo de las caderas
era considerado inmoral y provocativo. Primero se hizo popular en EE.UU. en los
años 30 y luego los soldados estadounidenses la exportaron durante la Segunda
Guerra Mundial. El Jitterbug, como el Charleston, se basaba en una danza
afroamericana: el Lindy-Hop. Nuevamente, se expresó la preocupación por el
bienestar tanto físico como moral de quienes lo bailaban. Bailando al ritmo de
la música Swing, las parejas hacían pasos y piruetas enérgicas e
improvisadas que incluían hombres levantando a mujeres… lo que podía llevar a
que se les viera su ropa interior. El Twist despegó tras una actuación de
cantante Chubby Checker en el programa de televisión estadounidense
American Brandstand en 1960, y rápidamente se convirtió en un fenómeno global.
Inicialmente se le consideró vulgar y obsceno por razones similares a las del Charleston:
la danza se podía bailar sin pareja y tenía sus raíces en el estilo afroamericano
de rotación de caderas. Como con el Charleston, se habló de riesgos a la
salud. Un ortopedista reportó un aumento en lesiones de rodilla y la Sociedad
de quiroprácticos de Nueva Jersey dijo que podía causar “tensión en las áreas
lumbares y sacroiliacas”. La Lambada fue una danza sensual que
salió un verano de Brasil y se tomó a Europa. Así como el Tango había escandalizado
al acercar a las parejas más que el Vals, la Lambada los acercó aún
más, con las caderas presionadas mientras giraban. Supuestamente, el presidente
brasileño Getulio Varga prohibió la danza cuando emergió en los años 30 pues le
horrorizó su “inmoralidad”. Ya era muy conocida en Sudamérica, pero un grupo
francés la popularizó al lanzar el gran éxito de ventas “Lambada” en 1989. Así
como en Charleston y Twist, el foco de Twerking
está en las caderas. El movimiento rápido de la cadera y las nalgas puede
considerarse sexualmente provocativo. Su origen está en movimientos de danzas
de África occidental y se cree que llegó a EEUU por los salones de danza
jamaiquinos. Se bailaba más que todo en la comunidad afroamericana, pero la
actuación de la ex estrella de Disney Miley Cyrus en los premios de música
de MTV Video en 2013 la trajo a primer plano. Causó un estallido en los medios
sociales. Su acto dividió la opinión e hizo que se cuestionaran asuntos como la
explotación sexual, la apropiación cultural de parte de artistas blancos, así
como la libertad artística y feminismo.
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